A José López, vecino de la localidad zamorana de Boya, no le dio tiempo más que a marcharse, sin poder mirar atrás, con lo puesto. Furgoneta, cargador del móvil y poco más. «Me he venido con el pantalón de la huerta, así que no te ... digo más», cuenta, a sus 69 años, desde el polideportivo de Camarzana de Tera -previo paso por Villardeciervos-, albergue improvisado para los vecinos que fueron evacuados de sus casas en la madrugada de este viernes ante el voraz avance de las llamas.
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Tras horas que parecían eternas sin despegar la mirada del intenso naranja que iluminaba, cada vez más, la Sierra de la Culebra, logró encadenar algo más de cuatro horas de sueño. Marchó a la cama «confiado» y esperanzado con que el fuego que abrasa 'su' tierra diera una tregua. «Tenía la impresión de que había cambiado la dirección del viento y parecía que había frenado el fuego», revela López, con vínculos familiares en Valladolid (llegó incluso a vivir hace años en la ciudad).
Pero no. Cuando despertó, las noticias eran aún peores. No había sido un mal sueño. Tenía el «infierno» a la puerta de casa. El parpadeo rápido de las sirenas de emergencias se multiplicaba por momentos. El ir y venir de cuadrillas del operativo, voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja y agentes de la Guardia Civil era cada vez mayor. «Salí a la calle a ver cómo estaba la situación. Después de tres días vi el sol, pero caía un mar de cenizas del cielo», recuerda este sexagenario, al tiempo que afirma que «me encontré con todas las calles bloqueadas; me dijeron que me fuera preparando porque había posibilidades de que nos desalojaran».
Dice López que es lo más parecido al «infierno» que ha sentido en sus propias carnes. Es una «tragedia». Lo que peor lleva, sostiene, es la falta de información. Desconocer si el fuego ha alcanzado sus casas. No saber lo que se van a encontrar cuando regresen, en un futuro que este viernes aún veían lejano. «Hay muchísimo miedo, cuando nos fuimos el fuego estaba al lado de las casas», comenta, mientras insiste en que «la noche fue terrorífica, los ruidos eran espantosos».
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Por lo pronto, saben que estarán «completamente incomunicados». Sin teléfono ni televisión. «Cuando nos marchamos sí que había luz eléctrica, pero los pueblos de alrededor ya no tenían; se han quemado los repetidores y no teníamos teléfono ni televisión», continúa.
Avanza, traicionero, el incendio mientras arrasa con la Sierra de la Culebra. Ahora, además de confiar en que «aprendan la lección y se cuiden los montes», solo pide una cosa: que acabe todo «cuanto antes». «Ya se ha quemado la mayoría; el fuego es inmenso, grandísimo, y es toda la sierra, todo a la vez. Es un drama terrible», sentencia José López.
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