La hora de la comida también llegó para los vecinos realojados en Camarzan de Tera. EL NORTE
Incendio en la Sierra de la Culebra (Zamora)

«Nos dicen que el fuego no ha llegado a las casas, pero yo quiero verlo»

Los vecinos realojados en Camarzana de Tera pasan su primera noche fuera de sus domicilios con cierto desánimo por el avance del fuego y temor por si alcanza las viviendas

Isidro L. Serrano

Camarzana de Tera (Zamora)

Sábado, 18 de junio 2022, 15:00

El trasiego de gente a las puertas de las naves habilitadas en Camarzana de Tera para dar cobijo a los vecinos de Boya, San Pedro de las Herrerías y Villardeciervos era intenso a primera hora de la mañana. Alrededor de un centenar de personas, entre ... vecinos desplazados y personal voluntario de Cruz Roja y Protección Civil, ya había acabado de desayunar y muchos se disponían a visitar la localidad «por no estar aquí encerrados más rato».

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Los vecinos de Boya habían recibido la buena noticia de que su pueblo estaba entre los siete municipios en los que se había autorizado el regreso a las casas y aunque no eran muchos, lo cierto es que la alegría que mostraban en sus caras les delataba. «Parece que ya os dejan salir. Hemos pasado aquí la noche como hemos podido. Vinimos ayer por la mañana con mi hermano el coche. Ya nos han dejado ir esta mañana a dar de comer a un perrito que tenemos, a las gallinas... Alrededor está todo quemado, pero lo que es el pueblo no, no hay casas quemadas. Bueno, a ver que nos encontramos», afirmaba ilusionada Ana, una mujer que solo quería ya montar en el coche para salir de Camarzana de Tera y llegar a su casa.

Los realojados, casi todos personas mayores, conversasn después de desayunar en Camarzana de Tera. En el centro, la Guardia Civil no deja circular en la N-631 a la altura del cruce de Litos. Abajo, preparando las camas por si hay que pasar otra noche más fuera de casa. El Norte

Pero no todo eran salidas. La orden de realojo en Mahíde, Pobladura de Aliste, San Pedro de las Herrerías, La Torre de Aliste y Boya, del término municipal de Mahíde; Palazuelo de las Cuevas, perteneciente a San Vicente de la Cabeza, y Cabañas de Aliste, del municipio de Riofrío de Aliste, casi coincidió con la decisión de desalojar Otero de Bodas, que junto a la zona de Ferreras de Arriba y Ferreras de Abajo eran donde se concentraban los principales esfuerzos de los servicios contra incendios.

Les avisaron por la noche, pero un cambio en la dirección del aire y la mejoría de la situación retrasaron el desalojo, que por otra parte se antojaba casi inevitable. Y llegó por la mañana. «Nos han convocado a los vecinos en la plaza y nos han dicho que deberíamos abandonar el pueblo. Había un autobús listo pero no ha hecho falta, porque la mayoría de la gente se ha desplazado a casa de familiares y amigos y hasta Camarzana de Tera solo hemos llegado unos 20 ó 30 vecinos en coches particulares», aseguraba Tino, vecino de Gijón pero que pasa el verano en Otero de Bodas, que no estaba muy contento.

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«Se han cargado la Sierra de la Culebra»

«Nos han dicho que teníamos que venir aquí o a Benavente. Yo tengo a mi suegra en silla de ruedas y ahí está en el coche, porque ahora mismo no sabemos si nos quedamos aquí o nos vamos», afirmaba. También tuvo palabras de crítica para las administraciones, «que no se hayan preocupado de limpiar toda la maleza que hay ahí. Se han cargado la Sierra de la Culebra. Es una vergüenza lo de la España vaciada, los políticos solo viene aquí para hacerse la foto pero no hacen nada», aseveraba Tino, pendiente de que otro cambio en la dirección del viento les permitiese volver a su casa en el pueblo.

La noche se hizo larga para los vecinos realojados en Camarzana de Tera, pero todos estaban encantados del trato que había recibido, aunque lo que se dice dormir habían dormido poco.

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Manuel Morán vive en Villardeciervos y salió de su casa «con lo puesto». Estaba bastante aliviado por que les decían «que las casas no están afectadas», pero no tenían «ni idea» de si iban a pasar allí otra noche. «La verdad es que nos han tratado fenomenal. Pero bueno, no es lo mismo que dormir en casa».

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También tiene casa en Villardeciervos, aunque nació en Codesal y vive en Boadilla del Monte, Isabel González. «A nosotros nos llamó un hijo, porque estábamos en la huerta y no sabíamos que iban a desalojar. Es nuestro entretenimiento y no sabemos si cuando podamos volver va a estar allí todavía. Parece que en el pueblo no ha llegado el fuego aunque también nos han dicho que se ha quemado una casa», asegura. Isabel habla emocionada de la belleza de la Sierra de la Culebra: «No habrá víctimas pero el desastre va a ser muy gordo. Mucha gente vive en la zona gracias a su belleza y riqueza natural, y esto se va a tardar en recuperar mucho tiempo», insiste, afirmando que quiere volver a casa «pero cuando sea seguro. Si esto sigue así, con el viento cambiando cada poco, mejor no ir, porque había mucho humo y no es bueno para la salud».

Críticas a la administración

Además de palabras de agradecimiento, también había desplazados con los ánimos bastante exaltados. Es el caso de José Antonio, de Ferreras de Arriba, que insistía y una y otra vez en que no se había hecho lo suficiente. «No hay personal suficiente, ni los medios necesarios, hasta los propios profesionales lo han dicho. Ahora toda la culpa es de la circunstancias extraordinarias del clima, que yo no digo que no lo hayan agravado, pero mucho de lo que ha pasado se podía haber evitado, es una vergüenza», afirmaba. El no ha había dormido en Camarzana de Tera. «He venido a desayunar, he pasado la noche en el coche, en una zona elevada viendo lo que estaba pasando y cómo evolucionaba el fuego, estoy indignado».

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Poco a poco se acercaba la hora de la comida y comenzaba a haber más gente a las puertas de la nave. Noemí, voluntaria de Cruz Roja, comentaba que la noche había sido tranquila «aunque con tanta gente, lo cierto es que es difícil conciliar el sueño. Además la mayoría son gente mayor, y aunque aparentemente parecen tranquilos, están nerviosos, parece que el fuego no ha llegado a las casas, pero ellos lo que quieren es verlo con sus ojos», afirma mientras dentro de la nave se organiza la cola para coger la comida (algo de carne con patatas fritas, ensalada y fruta). Fuera, no cesa el olor a humo y por momentos parece que caen cenizas pese a la distancia con el fuego.

Todos pendientes del viento y de la posibilidad de lluvia que se apuntaba para la tarde, pero con los ánimos bastante tocados porque la cifra de hectáreas seguía creciendo. «Parecía que esta mañana no había nada de aire y la cosa mejoraba pero en cuanto ha empezado a moverse la situación se ha complicado», afirmaban los agentes de la Benemérita, que impedía circular por la N-631 a partir del cruce de Litos.

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