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Benavente fue durante la época de Fernando II y Alfonso IX una de las principales villas del Reino de León. Su privilegiado emplazamiento convirtió a este enclave en un nudo importante de comunicaciones, lugar de paso obligado y punto de encuentro de los más variados flujos económicos y mercantiles.
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Los reyes leoneses favorecieron a la floreciente villa con fueros y privilegios, la eligieron repetidas veces como lugar de residencia de la familia real y de convocatoria de concilios y asambleas de carácter político.
De hecho, en Benavente se celebraron Cortes del Reino de León en 1202 y 1228.
La celebración de las Cortes de Benavente de 1202 nos es conocida a partir de un pergamino del Archivo de la Catedral de Zamora fechado el 11 de marzo. En él se recoge un ordenamiento establecido por Alfonso IX en esta asamblea. Se trata de una de las primeras Cortes documentadas en el Reino de León. En su introducción, el Rey menciona a los congregados con las siguientes palabras: «En Benavente, con la presencia de los obispos, de mis vasallos y muchos de cada villa, en plena curia». Se trataría, por tanto, de una representación de los tres estamentos.
Las disposiciones de la «curia plena» de Benavente pueden dividirse en dos asuntos principales. Por un lado, una serie de privilegios y regulaciones para las heredades de abadengo y, por otro, la cuestión de la «quiebra» de la moneda, es decir, la promesa del monarca de no devaluar la ley de la moneda durante siete años a cambio del cobro de un tributo alternativo: la «moneda forera».
En agosto de 1228, Alfonso IX volvería a convocar unas nuevas Cortes en este cruce de caminos. En ellas se trató principalmente sobre el paso de las heredades del realengo al abadengo.
1202: Se celebraron Cortes del Reino de León en Benavente, según consta en un pergamino del Archivo de la Catedral de Zamora de fecha 11 de marzo.
1228: En el mes de agosto de este año, Alfonso IX volvió a convocar unas nuevas Cortes en Benavente, en las que se trató el paso de las heredades del realengo al abadengo.
Siglo XVII: La fiesta del Toro Enmaromado tiene su origen en el siglo XVII. Su continuidad y raigambre a lo largo de 300 años ha sido posible gracias a la voluntad de los benaventanos.
Si hay algo que ha marcado la historia de Benavente es la fiesta del Toro Enmaromado, una celebración que cuenta con más de 300 años de antigüedad. Se trata de una tradición singular que retorna cada año a las calles de la población.
Estas fiestas están declaradas de Interés Turístico Regional y suelen durar una semana, aunque el día grande de las celebraciones es el miércoles anterior a la festividad del Corpus Christi.
En la tarde de esta jornada, los mozos, agarrados a una larga maroma sujeta a las astas de un toro bravo, recorren un itinerario prefijado por las calles de Benavente para cumplir con la tradición.
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El astado realiza una espectacular carrera desde el toril, precedida esta por el estruendo de tres cohetes o bombas que anuncian previamente el acontecimiento, poniendo con ello en aviso al público que llena las calles y abarrota los balcones.
Se viven momentos de gran emoción y vistosidad, que concluyen en el matadero municipal, donde es sacrificada la res al concluir su recorrido.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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