La iniciativa de Emilia Matilla de poner en marcha un taller creativo después de volver a vivir a su pueblo, Pozoantiguo (Zamora), tras jubilarse ha derivado en la confección de un Belén a base de materiales reciclados y naturales que alcanza unos siete metros de ... largo y que esta semana están colocando en la iglesia parroquial de San Juan de cara a que esté expuesto durante la Navidad.
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Se trata de un montaje al que no le falta detalle porque han pensado desde la confección de los edificios hasta en las cestas con los alimentos que portan sus personajes. Y es que en la fachada del castillo del Rey Herodes se enciende la luz, simulando antorchas, y hasta su puerta se abre y se cierra. Por la cascada corre agua y los letreros de las construcciones están escritos en hebreo, como el que anuncia que esa pequeña casita de fachada blanca alberga la posada.
Pero este Belén esconde otra pequeña particularidad: está confeccionado con materiales reciclados y algunas materias primas naturales. Cajas de leche, porexpán, bandejas de la carne, cajas de los langostinos, tierra, ceniza, café,... son algunos de los principales materiales que las vecinas de Pozoantiguo han utilizado para realizar este Belén sostenible que no sólo pone en marcha la creatividad de quienes lo realizan, sino también la economía circular.
Las cestitas están hechas a base de palillos o cuerda; las hojas de las palmeras, con cinta de carrocero pintada. Las pipas se han convertido en sardinas a las que les han pintado ojos y boca, las semillas sirven para representar uvas, y la pasta de maicena ha tomado forma de palomas, verduras, frutas, pequeños panes o ristras de chorizos. Se trata de pensar en todo y no desaprovechar nada.
También han utilizado escayola para construir algunas de las casas que salpican el montaje, en el que hasta han recreado el pozo y las pilas del pueblo alrededor de las que algunas de las integrantes del grupo recuerdan cómo jugaban cuando eran pequeñas. O en el caso Eusebia Fernández, ha reproducido la fachada de su casa en Pozoantiguo para que todos puedan admirarla a pequeña escala.
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Todo comenzó allá por el mes de septiembre. «Hablé con ellas y les dije: estamos muy aburridas en el pueblo y hay que hacer cosas y moverse», explica Emilia Matilla, la ideóloga de esta actividad creativa que «es más que una manualidad». Matilla reconoce que, al principio, pensaba que sólo dos o tres personas se animarían a seguir su propuesta, pero, para su sorpresa en aquel momento, un total de 15 mujeres de diferentes edades ha estado participando en la confección del Belén desde entonces; primero, una tarde a la semana y, estas últimas semanas en las que ya apremia el tiempo y hay que rematar todos los detalles, se han puesto manos a la obra todas las tardes. Algunas, incluso, reconocen que se han llevado tarea para hacer en casa por las noches.
Dirigidas por Matilla, quien asegura que «toda la vida ha sido muy creativa» y siempre ha tenido «curidosidad por saber cómo se hacen las cosas», cada una se centra en una parte del montaje para que todo esté listo a la llegada de la Navidad. «¿El porexpán que va detrás de la puerta tiene que ser un poco gordo para hacer el escalón?», se acerca a preguntarle una de ellas. «Solamente debe ir al ras de lo que se ve en la puerta, coge la altura atrás», le responde Matilla.
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Para poder desarrollar a cabo esta actividad colectiva beneficiosa para el pueblo, el Ayuntamiento les ha facilitado un local ubicado en las antiguas escuelas de Pozoantiguo y también se ha ofrecido a costear los materiales que han necesitado adquirir para la realización del Belén; así como el párroco «ha aportado figuras que tenía del Nacimiento». «Tengo a todo el mundo alterado», sentencia Matilla.
Emilia Matilla asegura que «la satisfacción más grande» es que «estamos entretenidas», mientras que otra de las participantes destaca que lo mejor es «la convivencia que se crea entre todas».
Además, han dedicido que también van a poner iluminación en las puertas y Matilla asegura que, desde el Ayuntamiento, también le han pedido que les diga «cómo tienen que poner los árboles de Navidad, que hay que adornarlos ya».
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Una Judea a pequeña escala en un pequeño pueblo de Zamora que no cuenta con más de 200 habitantes, pero a la que quieren darle continuidad en años próximos. «Me apetece seguir. El año que viene les voy a proponer hacer figuras», afirma Matilla, dejando ya la puerta abierta a la preparación del Belén del año que viene.
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