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«La libertad no es un regalo. Hay que conquistarla con esfuerzo»

Ai Weiwei

El artista chino nos recibe en su exilio en Portugal

«La libertad no es un regalo. Hay que conquistarla con esfuerzo»

Se ha convertido en la conciencia crítica de Oriente y de Occidente. Desde hace años, este artista no puede regresar a China por su posición contra el gobierno de su país, pero tampoco duda en alzar la voz ante las contradicciones «del mal llamado mundo democrático». Nos recibe en su casa de Portugal con motivo de la exposición de su obra en el MUSAC, de León.

Jueves, 31 de Octubre 2024, 13:07h

Tiempo de lectura: 10 min

Durante nuestra charla se oye el canto de un turaco, el ave de origen africano que el artista tiene en una jaula en su jardín. Con él conviven también varios gatos y dos grandes mastines, que se llaman Chico y Chica en chino. Ai Weiwei recibe a XLSemanal en su casa alentejana de Montemor-o-Novo. Venía de una estancia de un lustro en Berlín y asegura que le cautivó el sol portugués. El artista y disidente chino rechaza el término 'activista': «Es una palabra que no existe en chino», asegura. Pero en su obra y en su conversación sigue patente su defensa de los desprotegidos, de quienes, como él, han sufrido los abusos del poder. Creció literalmente en un agujero bajo tierra, en Heilongjiang, conocida como 'la Siberia china', donde las autoridades comunistas deportaron a su padre, acusado de derechista durante la Revolución Cultural de Mao Tse-Tung.

«En China están mis raíces, pero ya no lo llamaría 'mi hogar' porque me expulsaron. Ahora, mi casa es allí donde duermo»

Él ha vivido en sus propias carnes el encarcelamiento y el exilio forzoso. En 2005 inauguró un blog en el que criticaba duramente al Gobierno chino, al que acusaba (y acusa) de censura, corrupción y violación de derechos humanos. Particularmente polémica fue su investigación sobre las consecuencias de un terremoto en Sichuan en 2008. Murieron miles de niños, según Weiwei por la baja calidad de las escuelas construidas por el Gobierno. Ante la falta de transparencia decidió investigar él mismo y publicó los nombres de más de cinco mil menores fallecidos. Sufrió arresto domiciliario y vio poco después cómo se destruía su estudio. En 2011, cuando se disponía a volar a Hong Kong, fue detenido en el aeropuerto. Pasó 81 días retenido en un lugar secreto sin una acusación formal, más allá de vagas referencias a una supuesta evasión fiscal. Para obtener su libertad, se vio obligado a firmar una confesión que hoy niega. Y desde entonces vive en el exilio. Su biografía ha hecho de él el artista contestatario que hoy es. El 9 de noviembre se inaugura en el MUSAC de León la muestra que lleva por título Ai Weiwei. Don Quixote, una selección de obras, algunas realizadas con piezas de Lego, y películas.


XLSemanal. ¿Por qué se ha instalado en Portugal?

Ai Weiwei. No lo sé explicar. Primero voy a un lugar y después lo averiguo. Así es mi vida. En otros tiempos fue por la fuerza. Como cuando mandaron a mi padre al exilio. [Muestra una foto de su móvil: un agujero bajo tierra].

XL. Creció en un agujero.

A.W. Pasé cinco años. Pero puedes descubrir la felicidad incluso en las situaciones más complicadas. La gente las evita, pero yo no. Las alegrías y las penas están conectadas. Siempre.

XL. ¿Busca problemas?

A.W. No, pero si evitas las dificultades también evitas el aprendizaje, la conciencia y la alegría. Tienes que buscar tu propia realidad, y eso es algo que solo tú puedes hacer: ni tus padres ni tus profesores ni la sociedad…

XL. ¿Volverá a China?

A.W. Me encantaría. Allí están mis raíces. Aunque no lo llamaría 'mi hogar', porque me expulsaron desde que nací, con el exilio de mi padre. Pero mi familia sigue allí. Y es una gran pérdida.

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El mensaje de Goya. «Goya dedicó su obra a los pobres —dice Ai Weiwei—, a los que luchan contra la invasión». Su obra The third of may reproduce la pintura de Goya, pero reproduce el rostro del Ai Weiwei en uno de los fusilados, el que yace, ya abatido, en el suelo, en primer plano.

XL. Su madre, nonagenaria, vive allí.

A.W. Y hablo con ella a menudo. Le entristece que no pueda volver, pero ella misma me dice que no lo haga.

XL. Si China no es su hogar, ¿cuál es?

A.W. Mi casa es allí donde duermo. Cuando duermo, me olvido de dónde estoy, y ese es el lugar al que llamo 'hogar'. Siempre he vivido, y lo sigo haciendo, entre ruinas. Este lugar donde estamos ahora parece precioso, pero no lo he construido yo, no es mío. Solo soy un invitado.

XL. Pero sí ha creado aquí su estudio.

A.W. Precisamente para destruir esa idea de invitado y crear una relación con la tierra donde estoy.

XL. ¿Cuándo estará acabado su estudio?

A.W. No lo sé. Lo que me interesa es el proceso. Crear un problema para resolverlo. En China, nadie tiene una propiedad privada. ¿Y por qué? Porque, una vez que la tienes, puedes poner todo tu esfuerzo en cuidarla.

«No me veo como un traidor, sino como un inadaptado. Para ser traidor, antes tendría que tener una ideología. Y no la tengo. Solo creo en la humanidad y en la libertad individual»

XL. El dinero está para gastarlo, dice.

A.W. El dinero solo tiene sentido si lo gastas, sí. Tener un céntimo más no vale para nada. A cada céntimo hay que darle un significado. Puede ser dárselo a otro, a la sociedad, o invertirlo en tu arte o en cualquier otro esfuerzo.

XL. Ahora es libre para moverse… Pero sigue en el exilio.

A.W. Es mi destino. Y no solo en un sentido político. También en el cultural. He perdido la posibilidad de hablar mi idioma, la comida…

XL. Su hijo habla inglés y alemán, pero muy poco chino.

A.W. El suyo es un exilio todavía más profundo. Vivimos lejos de nuestras raíces. Tenemos que sobrevivir, aprender otros idiomas y culturas; no es fácil. Hemos perdido algo muy profundo.

XL. Ha dicho que su padre no fue un buen padre… ni usted lo es para su hijo.

A.W. [Piensa]. Mi padre vivió una purga política. Prestó poca atención a sus hijos, pero siempre fue amable. No pudo hacerlo mejor y yo lo respeto mucho. En mi caso, nos tuvimos que ir de China, mi hijo ha vivido en Alemania, Inglaterra… Ha crecido sin sensación de seguridad, de pertenencia.

«Vivo entre ruinas. Este lugar —Montemor-o-Novo, en el Alentejo— parece precioso, pero no lo he construido yo, no es mío. Solo soy un invitado»

XL. Conoció la historia de Don Quijote con su padre. Ahora es el nombre de su exposición en el MUSAC.

A.W. Era un gran admirador de Cervantes, una gran figura, romántica y heroica. Y también con mucho sentido del humor. Tanto mi padre como yo amamos esas cualidades.

XL. «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos», dice Don Quijote.

A.W. El significado de la palabra 'libertad' proviene solo de su defensa. No puede ser un regalo: si alguien te la da, ya no es libertad. Hay que conquistarla a través del esfuerzo.

XL. ¿Es usted libre ahora?

A.W. No. Es ridículo pensar que lo soy. Mientras un ser humano esté privado de libertad en el mundo, nadie es libre.

XL. Su arte está relacionado con la actualidad política.

A.W. Sigo muy de cerca la política del mundo, la guerra, las luchas… Si no prestas atención a este tipo de juego, te conviertes en víctima de las decisiones políticas.

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'Don Quixote' de Lego. «Soy un gran admirador de la obra de Cervantes, y el Lego me gusta porque es lúdico, juguetón. Además, es como un píxel».

XL. ¿Es usted una víctima?

A.W. Si no creamos nuestras propias opiniones y juicios políticos, todos nos convertimos en víctimas.

XL. La mayor parte de nosotros no estamos dispuestos a pagar el precio que ha pagado usted por esa lucha.

A.W. La lucha beneficia a otras personas. Con que una sola persona defienda los valores de una sociedad, todo el mundo se beneficia. Es como encender una vela en la oscuridad. No hace falta que todos luchen, pero hace falta alguien que encienda esa vela.

XL. En su arte aparecen las consecuencias de la guerra: exilio, refugiados… Pero no la propia guerra.

A.W. Ningún refugiado ha dejado su hogar por su voluntad. Se llevan a sus hijos a otro lugar sin saber cómo van a acabar, sin conocer el idioma del país al que se dirigen... Es un acto heroico. Poniendo el foco en ellos, nos preguntamos quién crea a esos refugiados: la guerra, el hambre, la pobreza.

XL. Hay nombres propios detrás: Putin, Netanyahu, Hezbolá…

A.W. Son las disputas entre la gente que ostenta el poder, que a menudo ignora a la gente ordinaria y sus condiciones vitales.

«Con que una sola persona defienda los valores de una sociedad, todo el mundo se beneficia. Es como encender una luz en la oscuridad. No hace falta que todos luchen, pero sí que alguien encienda la luz»

XL. Denunció la gran cantidad de niños fallecidos en el terremoto de Wuhan. ¿Cómo ve lo que está ocurriendo ahora en Gaza?

A.W. Este asesinato masivo ha ocurrido siempre en la humanidad. Lo que pasa es que hoy, en el mal llamado 'mundo civilizado y democrático', vemos muchas imágenes de esta maquinaria de asesinatos masivos… Y no es solo Gaza. Estamos ante una crisis humanitaria global que está haciendo que perdamos la esperanza, porque siempre hay algún loco que puede hacer lo que le dé la gana. La pregunta es: ¿es aceptable? Así de simple. ¿Podemos aceptar que niños y mujeres sean heridos? ¿Qué sentido tiene sobrevivir así?

XL. Dígame usted.

A.W. Sobrevivimos por la belleza de la vida, por la belleza desconocida. La naturaleza está ahí, con su generosidad: las plantas crecen, los pájaros vuelan. Esto es un milagro. Tenemos que sobrevivir para protegerlo. Y esto es todo.

XL. Ha recreado muchas obras de arte con piezas de Lego, incluyendo El 3 de mayo en Madrid, de Goya.

A.W. Goya es uno de los pocos artistas que ha dedicado su obra y su vida a la situación sociopolítica, la gente pobre, los que luchan contra la invasión… Es digno de admiración.

XL. En ese sentido, usted sería un Goya de nuestro tiempo.

A.W. [Ríe]. No puedo decir eso. Pero lo admiro mucho. Y puse mi cara en el rostro de uno de los fusilados.

XL. También ha reinterpretado La última cena, en la versión de Warhol. Y Judas tiene su cara. ¿Se ve como un traidor?

A.W. Me veo como un inadaptado. Para ser traidor, antes tendría que creer en algo, tener una ideología. Pero nunca he tenido unas creencias concretas. Solo creo en la humanidad y en la libertad individual. Y eso es algo a lo que nunca podría traicionar.

XL. ¿Es usted religioso?

A.W. De una manera formal, no.

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Los refugiados. «Ningún refugiado lo es por voluntad propia. Es un acto heroico». Aquí, la obra Surfing (After Hokusai), inspirada en La gran ola, de Hokusai.

XL. Es muy activo en redes sociales.

A.W. La tecnología nos ha otorgado una gran oportunidad: una sociedad civil mejor informada que puede expresar sus opiniones. Pero, al mismo tiempo, las autoridades buscan destruir la privacidad, controlar a la masa a través de la inteligencia artificial. Es un arma de doble filo.

XL. Elon Musk apoya a Donald Trump. ¿Qué cree que ocurrirá si gana las elecciones?

A.W. La política americana parece un culebrón televisivo. Y la pregunta que te haces al contemplarlo es: detrás de sus debates, ¿hay alguna idea, algún pensamiento profundo?

XL. ¿Qué opina usted?

A.W. No, absolutamente no. Se ha convertido en un entretenimiento. Y el entretenimiento es estupidez. Pero, salga quien salga, será quien represente las ideas democráticas de la gente.

XL. Ha vivido en Berlín y ha dicho que el nazismo todavía vive en Alemania.

A.W. El nazismo es una enfermedad humana, como el cáncer. No solo en Alemania. Puede surgir en cualquier sociedad. Es una combinación de ideología y del modo en que contemplamos a los otros. Algo muy común.

XL. ¿Todos tenemos un nazi dentro?

A.W. Sin duda. Todos podemos caer en el autoritarismo. Cuando prohíbes las ideas de otros, su voz... solo porque son distintas. Eso tiene consecuencias tremendas.

XL. ¿Y cómo ayuda el arte a evitarlo?

A.W. El arte se basa en la idea de ser diferentes. Nace de un individualismo auténtico, algo que va completamente contra la idea de nazismo. Es la mejor manera de destruirlo.

XL. Ha sido descrito como el artista más popular del mundo.

A.W. La gente insiste en decir eso. Quizá porque mi voz representa a la masa, a aquellos que no tienen voz.

XL. Usted les otorga esa voz.

A.W. Sí. Y sería un honor que mi existencia le otorgase algo de luz a su dignidad.

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Su estudio en el alentejo. Su nuevo estudio en Portugal es casi una réplica del que tenía en Pekín y que el Gobierno demolió. «No es una copia exacta. Giré el tejado, lo puse en diagonal. Solo con ese movimiento, todo cambia».

XL. ¿Lo está consiguiendo?

A.W. Estoy muy lejos de conseguirlo, pero lo intento.

XL. Dice que la obra resultante no le interesa, que el proceso es lo importante.

A.W. En mi estudio o en mi casa, nunca cuelgo mis obras. La decoración que hay en esta casa es la que tenía el antiguo propietario. Sigo viviendo en su casa. No tengo un sentido de pertenencia. Yo no pertenezco al lugar y las cosas tampoco me pertenecen a mí.

XL. ¿Dónde trabaja? ¿Tiene aquí un estudio, lo tiene en Berlín o…?

A.W. Ni siquiera lo sé. No necesito un espacio, un lugar. Mucha gente me pide que vaya a un sitio u otro por distintos motivos y yo voy. Me piden que haga algo, lo hago… Pero no busco la siguiente exposición. Nunca lo he hecho. Si nadie viene a buscarme, puedo seguir plantando árboles. Es lo que me gusta.