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Mi hermosa lavandería

El amor y la muerte según Baldwin

Isabel Coixet

Viernes, 21 de Marzo 2025, 10:18h

Tiempo de lectura: 2 min

Releer a James Baldwin es volver a encontrarme con mi yo adolescente de devoradora compulsiva de libros, a razón de uno al día. ¿Qué entendía yo de sus libros, comprados en ediciones de segunda mano de papel rasposo y amarillento? ¿Qué sabía yo del amor, la muerte, el sexo? ¿Cómo percibía la vida de este hombre apasionado, vehemente, sensible y lleno de inteligencia y talento? Recuerdo la portada de El cuarto de Giovanni con letras rojas y una cara en sombras. Recuerdo el impacto de Notas de un hijo nativo, donde describía el horrible peso del racismo en la vida de su padre y todas sus consecuencias en la suya propia. Recuerdo que, leyendo sus libros, el mundo me parecía un lugar temible, pero en el que la vida podía ser hermosa. Recuerdo apuntar en una libreta: «Muy poca gente en el mundo muere de amor, pero muchos mueren por la falta de este». 

Las personas se aferran –nos aferramos– al poder, al dinero, a los viajes espaciales, al deporte, al alcohol, a la posteridad para no enfrentarse a la mortalidad

En su ensayo de 1963 The fire next time, James Baldwin escribe una de sus afirmaciones más claras sobre el papel de la muerte en la vida humana. Observa que «la vida es trágica simplemente porque la tierra gira y el sol sale y se pone inexorablemente, y un día, para cada uno de nosotros, el sol se pondrá por última, última vez». La muerte, sostiene, es el único hecho inevitable de nuestra existencia. Gran parte de los problemas humanos, sugiere Baldwin, proviene de nuestros intentos desesperados por negar este hecho. «Tal vez la raíz de todos los males sea que estamos dispuestos a sacrificar toda la belleza de nuestras vidas... para negar el hecho de la muerte, que es la única certeza que tenemos», escribe. En otras palabras, las personas se aferran a ilusiones de permanencia –ya sean ideologías, jerarquías raciales o dogmas religiosos– para evitar enfrentarse a la mortalidad. Se aferran –nos aferramos– al poder, a los coches, a hacer dinero, a las propiedades, a los viajes espaciales, a las vitaminas, al deporte, a las drogas, al alcohol, a los hobbies, a la posteridad.  Baldwin pensaba que esta negación era peligrosa porque nos lleva a «encarcelarnos en tótems, tabúes... razas, ejércitos, banderas, naciones», todo para crear una falsa sensación de seguridad. 

Las novelas de Baldwin suelen dramatizar los encuentros con la muerte para ilustrar sus temas filosóficos. En Otro país (1962), el impactante suicidio de un joven negro (inspirado en parte por el amigo de la vida real de Baldwin que se quitó la vida) obliga a los personajes sobrevivientes a reevaluar sus vidas. La novela profundiza en su culpa, ira y búsqueda de conexión después de la pérdida. La habitación de Giovanni gira de manera similar en torno a una muerte –la ejecución de Giovanni– que deja al protagonista, David, atormentado por el arrepentimiento de no haber abrazado abiertamente su amor por Giovanni. La reflexión final de David antes del amanecer, mientras espera noticias de la ejecución, está cargada de desesperación y comprensión existencial. A través de los ojos de David, Baldwin muestra cómo negar el amor (por miedo y tabú social) conduce a la muerte espiritual mucho antes del fin físico. Vuelvo a leer los libros de Baldwin, a ver sus entrevistas y me arrepiento de no haberlo releído y escuchado antes.