Viernes, 14 de Julio 2023, 08:04h
Tiempo de lectura: 4 min
Pone una lectora el acento en la que tal vez sea la cuestión fundamental de nuestra sociedad y nuestro tiempo. Ni las opciones ni los recursos ni las expectativas ni, por tanto, las creencias ni las prioridades de los más jóvenes son los mismos que los de sus mayores. Todavía están estos a los mandos de la nave, fijando no solo su rumbo, sino las reglas y las categorías que conducen a la toma de decisiones. Por eso tienden a contentarse a sí mismos, a dar por bueno lo que convalida y respalda su visión de las cosas, también del pasado, el presente y el futuro. Sin embargo, a medida que avanza el tiempo y van cayendo los contingentes más añosos, se revela esta estrategia más conflictiva. Urge empezar a tramar consensos y solidaridades entre unos y otros. La alternativa es la enmienda por derribo. Mala para todos.
Las cartas de los lectores
Veranos sesenteros
Qué lejos quedan aquellos veranos sesenteros. Qué suerte tener una abuela con una casa en un pueblo de Burgos. La víspera no dormíamos de la emoción. Nos recibían con los brazos abiertos y todo era ternura, cariño, calor, botijo y vino con gaseosa. Ya no queda ninguno de mis tíos. Pertenecían a esa generación perdida de niños de la guerra que tanto sufrieron y tanto trabajaron y que un mes al año los que tenían casa en el pueblo (la mayoría) volvían para recordar que ellos también fueron niños una vez, aunque les robaran su infancia.
Carlos Fernández Espinosa. Bilbao
Transición generacional
Hablamos de sostenibilidad y transición energética. Se nos llena la boca con el cuidado del planeta y todo tiene que ser ecofriendly. La agenda 2030 marca nuestra hoja de ruta, pero hemos olvidado que existe un cambio generacional que es el encargado de garantizar y dar continuidad a estos objetivos. De los eternamente becarios pasamos a la nueva generación de adultos formados para contribuir y ser independientes, pero su poder adquisitivo no está a la altura de las nuevas circunstancias. No podemos buscar el reflejo en nuestros padres que, con 30 años, ya tenían una propiedad y un desarrollo profesional. Somos la generación que debe tener un trabajo, una casa, tiempo para ir al gym y comer saludable, pero vamos al banco y las ayudas de las Administraciones no nos avalan porque no hay garantías de pago. Mientras los precios suban pero no los sueldos, la transición generacional que tiene que garantizar el desarrollo sostenible está truncada.
Leticia Río Dovao. A Coruña
Vagos y maleantes
Así se denominaba una infame ley (de la época republicana) y que fue 'recreada' durante la dictadura franquista (año 1954) como ley de peligrosidad social, para represaliar a homosexuales e invertidos (no se mencionaba a las lesbianas, que también vivieron en la máxima represión). Aquella ley denigró y estigmatizó a cuantos pensaban y amaban 'diferente'. Se crearon centros de 'rehabilitación', verdaderos campos de concentración, por el riesgo que representaban para la moral de la sociedad. Todo esto sucedía durante una dictadura, donde los derechos sociales eran impensables, no solo para homosexuales y lesbianas. Ahora, en el siglo XXI, se constituyen gobiernos municipales y pactos autonómicos, muchos de los cuales llevan el 'sello' de aquellos nostálgicos de la ley que les describo, convenientemente 'disfrazada' de buenos deseos y, en algunos casos, con la connivencia de los que dicen respetar esos derechos tan trabajados a lo largo de años. Veremos dónde nos lleva todo esto, pero no podemos retroceder ni un paso hacia aquel pasado. No lo olvidemos.
Olga Santisteban Otegui. Zalla (Bizkaia)
Troya ardiendo a las espaldas
En la camiseta pone, en letras poco visibles, «If you don't remember, it didn't happen», y lleva serigrafiadas, en su parte trasera, a la altura de la nuca, también con un dibujo que se confunde con el propio color de la camiseta una calavera con su par de huesos debajo. Pero por desgracia sí que ocurrió, y todos tenemos una Troya ardiendo a nuestras espaldas y hemos ido perdiendo fuerzas en la batalla que es la vida. Hemos ido perdiendo amistades porque es difícil en grado extremo encontrar una verdadera amistad que dure toda la vida. La que dejamos atrás, y la que con los años vemos cada vez más confusa delante —y alrededor— de nosotros. Todo esto es duro de «agárrate y no te menees» porque así es la existencia humana: frágil, finita, fatal a menudo. Difícil cada día que pisamos el suelo, desde el mismo nacimiento hasta la extenuación de nuestro cuerpo. Del tiempo que se nos ha otorgado y que no debiéramos malgastar en desatender el pequeño espacio que ocupamos en una esquina de la galaxia. De un universo infinito que habrá de repetirse, pero con otro orden de las piezas.
Jaime Ramírez Morales. Correo electrónico
Por qué la he premiado… Porque cada uno tiene su Troya incendiada, con la que conviene aprender a convivir.
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