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El bloc del cartero

Cárceles

Lorenzo Silva

Viernes, 05 de Abril 2024, 10:17h

Tiempo de lectura: 7 min

A nadie le obligan a trabajar en una cárcel, pero no hay sociedad que pueda pasar sin ellas. Aunque lo ideal, estaremos de acuerdo todos, es que tengan el más bajo número posible de inquilinos, cuesta concebir que este sea igual a cero. Y en cada recluso hay un ser humano, del que hay que cuidar preservando sus derechos y a la vez el cumplimiento de la pena en condiciones de seguridad para él mismo y el prójimo. No es opcional ni el problema queda resuelto invisibilizándolo. A los profesionales de diversa índole que asumen esa responsabilidad por cuenta de la sociedad no se los puede dejar desamparados ante sus riesgos y desafíos. Nos lo recuerda un lector a propósito del asesinato de Nuria, la cocinera de la prisión de Mas d'Enric, en Tarragona. No debió suceder. No puede volver a suceder.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Palabras para Nuria

El pasado 13 de marzo, Nuria López –jefa de cocina en el Centro Penitenciario Mas d'Enric, Tarragona– era fríamente asesinada por un recluso que cumplía condena por haber matado en 2016 a otra mujer. Nuria tenía 46 años, una hija a la que adoraba, una perrita, una familia, unos amigos y una vida llena de esperanzas. Alguien decidió que no la viviera y le arrebató nuestro bien más preciado, el derecho a la vida. Nuria ya no volverá a sonreír ni a abrazar a su niña ni a cocinar ni a disfrutar de sus amigos. Algo o alguien ha fallado. La salud mental en las cárceles es el problema más importante y el que peor se afronta. La falta de recursos psiquiátricos en el ámbito penitenciario ha convertido las prisiones en auténticos manicomios. En nuestro país solo hay dos hospitales psiquiátricos penitenciarios, el de Sevilla y el de Alicante. La depresión, el trastorno de personalidad, la bipolaridad, las conductas antisociales son enfermedades frecuentes entre la población reclusa y tenemos 0,2 psiquiatras por cada mil reclusos. Los funcionarios de Prisiones son el grupo de funcionarios públicos que más agresiones anuales sufre. Llevan años solicitando la consideración de 'autoridad pública', de la que disfruta un conductor de autobús, una enfermera, un profesor de instituto, un inspector de Consumo o de Hacienda y que hasta hoy no han conseguido. Ojalá la brutal muerte de Nuria no caiga en el olvido y sirva al menos para mejorar las condiciones de seguridad en el trabajo de sus compañeros y para que otro hecho como este no se vuelva a repetir.

Francisco Santiago Román. León


¿La mili para cuándo?

Advierte Margarita Robles, ministra de Defensa, que existe una amenaza total de una guerra, más cuando Rusia ha renovado a Putin en las últimas elecciones. Dinamarca ha implantado la mili de once meses para hombres y mujeres; Suecia alerta a su población de que debe prepararse para una posible guerra; Macron declara en Francia que hay que estar preparado por si Rusia ataca, lo mismo que Von der Leyen en la UE. El presidente del Consejo Europeo ha declarado que debemos pasar a una economía de guerra y reforzar la defensa de la UE ante la amenaza de Rusia y la posible no participación de Estados Unidos, de modo que si queremos la paz debemos estar preparados para la guerra. ¿Pero qué es lo que hace la ministra Robles? Contarnos el cuento de los tres cerditos... Pues le digo que, sin una buena planificación, sin medios materiales y humanos, difícilmente se construirá una defensa. Aznar se cargó la mili en un ataque de progresismo, como comenta el juez Emilio Calatayud. Un enorme error: todo ciudadano debe tener una mínima preparación para la defensa de su país. Señora ministra, en vez de advertir, prepare a la población. ¿La mili para cuándo?

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


El faraón

Hoy ha sido para mí un día emotivo y sorprendente. Cuando voy a cuidar a mis nietos, todavía en 3º y 4º de primaria, les pido que me enseñen sus cuadernos y deberes por si en algo puedo ayudarles.  Me explican con todo detalle los dibujos, a modo de  cómic, donde aparece un faraón egipcio y me dicen que llevaban los faraones una coleta tipo moño en el pelo, se sentaban erguidos y pagaban bien a los jornaleros que hacían las pirámides. Luego me hablan de sus proyectos, de sus collages y trabajos de plástica. Hasta preparan incluso menús originales, siempre en teoría, como un cerdito hecho con salchichas y orejas de patatas fritas que luego exponen ante sus compañeros. A veces, les pregunto si conocen bien el río Ebro, el río más importante de nuestro entorno, o la sierra de Toloño o de Cantabria, tan cercanos a nuestro pueblo de veraneo riojano, y lo único que saben es lo que les hemos contado nosotros. Y esto me da qué pensar.  ¿Estarán recibiendo nuestros nietos la educación correcta? Pero me consuela ver su cara de satisfacción cuando me recitan de memoria los diálogos de los cómics, su seguridad y entusiasmo y también su orgullo. Y mi corazón se resigna cuando pienso en lo mucho que han cambiado los tiempos y a buen seguro que para bien, aunque me cueste reconocerlo.

Olga Fernandez de Landa Altuna. Vitoria-Gasteiz


Hablemos de ansiedad

Según un estudio de la universidad de La Rioja, 6 de cada 10 españoles se sienten temerosos, tristes, preocupados o deprimidos. Cuatro de cada 10 reconocen no tener buena salud mental y 2 de cada 3 jóvenes sufren ataques de ansiedad. Parece que es como cuando cambiábamos cromos: yo sipi, yo nopi. Porque sí, actualmente es un tema recurrente en conversaciones de trabajo, amigos, familiares o incluso de casualidad. Porque a esto de la ansiedad le hemos puesto nombre (y le hemos restado tabú, menos mal). Me preocupa lo que viene: las nuevas generaciones. El pasado curso escolar participé en la iniciativa Talento Mozo en la que profesionales en la treintena se acercan a los institutos a contar “cómo es la vida en realidad desde su punto de vista”.  Una de las primeras preguntas que recibimos fue que cómo hacíamos para gestionar la ansiedad. Una niña de entre 14 y 16 años estaba pronunciando una palabra que yo, por lo menos a su edad, si tenía los síntomas, no sabía ponerle nombre. Dos aprendizajes que saco: algo estamos haciendo bien cuando ya hablamos de esto abiertamente, y más los adolescentes. Pero algo estamos haciendo mal si ya tenemos a la ansiedad despierta de compañera de viaje tan pronto como para cuestionarnos sobre ella en edades tempranas. Qué la genera da para otra reflexión.

Leticia Río Dovao. A Coruña


Pasen y vean

Dicen que el hombre no debe perder jamás la capacidad de asombro, creer que ya lo ha visto todo, porque de lo contrario sería un muerto en vida. Abro el periódico, echo un  sucinto primer vistazo antes de leerlo en profundidad y una noticia me impacta: El régimen del Emirato Islámico de Afganistán envía invitaciones para presenciar en los estadios las ejecuciones públicas; familias al completo, niños incluidos, acuden al evento a presenciar flagelaciones, amputaciones, ahorcamientos y lapidaciones. El aforo se sobrepasa y uno se imagina el graderío enfervorizado jaleando el espectáculo mientras consume refrescos, perritos calientes de cordero y dulces. A buen seguro, los latigazos ejercen de teloneros mientras que las ejecuciones son el plato fuerte de tan macabro espectáculo. La población, ávida de emociones, de disfrutar de unas horas de asueto con los amigos, acude gozosa cual si de un partido de fútbol se tratase, mientras que el gobierno considera que el evento es, además, didáctico: educa, forma, instruye y sirve de aviso a navegantes. Hemos visto algo parecido a lo largo de la historia: Edad Media, Revolución Francesa, Oeste Americano, siglo XIX, etcétera, pero lo que contemplamos a día de hoy en tierras afganas no es una ucronía, tampoco una distopía, sino un régimen vesánico vigente ante el que Occidente ha reculado y huido con el rabo entre las piernas. Mucha IA, pero los desharrapados y astrosos talibanes han vuelto a ganar la partida. «Distinguido público: pasen y vean el mayor espectáculo del mundo». Pero dicho en pastún y dari.

Francisco Javier Sáenz Martínez. Lasarte-Oria. Guipúzcoa


LA CARTA DE LA SEMANA

Y TIENE RAZÓN

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+ ¿Por qué la he premiado?

Porque desde siempre los humanos escucharon con atención a los viejos de la tribu.

Acaba de cumplir 98 años. Ha sobrevivido a una devastadora guerra civil y a una terrible posguerra. Ha superado una pandemia, con dos contagios, pero casi sin síntomas, haciendo gala de una salud envidiable, la misma que hoy mantiene sin más achaques que una leve sordera que sobrelleva de forma ejemplar. Es lógico pensar que, en esos 98 años, ha vivido toda clase de experiencias y que está curada de espanto, pero no: la bajeza moral de ciertos políticos actuales no deja de espantarla. Con demasiada frecuencia algunos, en sus intervenciones, dicen una cosa y hacen lo contrario, y ella exclama (con razón): «No solo nos mienten: además, nos toman por tontos». Y, al ver ataques personales en lugar de discrepar ideas, también (con razón) dice: «No tienen vergüenza, y están perdiendo la dignidad. Se están perdiendo las formas, los políticos de antes al menos se respetaban». Tiene motivos para escandalizarse, y deberíamos escandalizarnos todos. Al fin y al cabo, somos quienes los hemos puesto ahí. Deberíamos dejarles claro que no todo vale. El cargo exige obrar con dignidad. Y no lo están haciendo. Mi suegra tiene razón.

 Francisco Almendros. Correo electrónico

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