Hablan las estrellas de la película Humor sin barreras La «apabullante humanidad» de los protagonistas de Campeonex
Lo han vuelto a hacer. Prejuicios por el suelo a base de risas y una enorme capacidad de emocionar al espectador. Se ha estrenado Campeonex, la secuela de la popular comedia dirigida por Javier Fesser que consiguió cambiar la mirada hacia las personas con discapacidad. Hablamos con sus protagonistas sobre sus verdaderas historias de superación.
Más carcajadas, más ternura, más deporte y, sobre todo, más normalidad en el trato a las discapacidades. En esta segunda parte, el equipo abandona el baloncesto para adentrarse por error en el mundo del atletismo. «Estamos trabajando con las personas mejor dotadas del universo para hacernos llorar de la risa al mismo tiempo que nos emocionan con su apabullante humanidad», explica su director Javier Fesser. Y con ellos nos encontramos: algunos ya conocidos, como los actores Gloria Ramos, Sergio Olmos o Jesús Vidal, y otros nuevos como el streamer Brianeitor2002, un ejemplo de actitud positiva ante la vida.
Brian Albacete Oliver
Con movilidad únicamente en dos dedos de las manos por su atrofia muscular degenerativa, el nuevo fichaje es uno de los gamers más conocidos, una auténtica estrella en las redes sociales.
Brian tendría que haber muerto a los 6 años. Y el año pasado, otra vez. Y, entremedias, muchas más. Son tantas las ocasiones en las que podría haber ocurrido que, cuando llega otro aviso, ya ni se despeina. Pasa de ronda. Porque a estas alturas, y con 21 años, Brian ha cumplido muchos de sus sueños. «Tengo atrofia muscular degenerativa con espina bífida, pero mírame: el año pasado casi me muero y ahora tengo más de dos millones de seguidores en las redes y he rodado una película y un documental sobre mi vida».
Solo puede mover dos dedos de las manos, y los sustos vienen de sus dificultades respiratorias. Porque Brian es Brianeitor2002, el conocido gamer y streamer ('jugador de videojuegos que retransmite en directo', para los boomers) que se suma al equipo de este año y con el que el cachondeo habitual de los campeones se desparrama hasta límites insospechados.
«Perdona que no me levante», bromea Brian desde la silla eléctrica en la que permanece desde los 4 años. «Si yo soy el espermatozoide que ganó la carrera, ¿cómo serían los otros?», dice su personaje, con una ironía que parece escrita por el propio actor. Porque, para él, el humor es básico: «Me encanta reírme de mí mismo. Es verdad que a algunas personas mayores todavía les impresiona que bromee con mi enfermedad, pero creo que es porque no están acostumbradas a ver a gente como yo disfrutar tanto de la vida».
Y no es que haya sido una vida fácil. Apenas tenía 40 días cuando su madre falleció por un derrame cerebral. A los 6 meses, sus abuelas se dieron cuenta de ya no podía mover las piernas y le diagnosticaron la atrofia muscular. Seis años de vida le dieron los médicos. Y ahí empieza la epopeya. Una pérdida paulatina de fuerza. Una operación de traqueotomía que le engancha para siempre a una máquina que le permite respirar. Una familia humilde de Almería que lo saca adelante. Un padre que cumple su deseo de pedir un crédito para comprar un ordenador y un amigo que lo anima a subir vídeos a las redes mientras juega. «Lo intenté y, en cosa de tres meses, ya tenía un millón de seguidores y me ha fichado Heretics, el mejor equipo de esports (deportes electrónicos) del mundo».
Y, para rematar la jugada, en otoño llegará el documental La vida de Brianeitor, del director Álvaro Longoria, que recoge su historia de superación. Porque, sin duda, la especialidad de este streamer es sortear con maestría los obstáculos que se interponen en el camino que transita entre el humor, la tragedia y la ternura: «En estos meses he descubierto que todos los campeones son unos superdotados emocionales. Tienen más capacidades que una persona normal para expresar emociones», explica. «A lo mejor es por vergüenza o porque creemos que no hace falta, pero un buen 'te quiero' a tiempo puede alegrarte el día. Por ejemplo, a mis abuelas, que son las personas a las que más quiero en el mundo, se lo puedo llegar a decir veinte veces en una tarde», remata.
Gloria Ramos
Fue nominada al premio Goya como mejor actriz revelación en 2019 por su papel de Collantes. Ahora tiene 30 años y está deseando volver a pisar la alfombra roja.
«Me encanta que me reconozcan por la calle», confiesa mientras se le ilumina la cara. Y, aunque insiste en que ella nada tiene que ver con esa personalidad ácida y cortante de su personaje, algo de eso sí que hay: un sentido del humor inteligente y mordaz que provoca la carcajada general allá donde lo vuelca. «Ahora, cuando salgas, te das una duchita», le dice a un miembro del equipo, al que los calores de este verano le han hecho sudar mientras hacemos las fotos.
No para de reírse y posa como una estrella, pero su mirada va cambiando a medida que cuenta cómo han sido estos años desde que se convirtió en la primera actriz con discapacidad intelectual en optar a un Goya. Y durante la charla pasamos de la emoción («volver a encontrarme con mis compañeros en este rodaje fue como volver a casa») a la sensatez («falta información sobre las discapacidades. Tener síndrome de Down significa que todo te cuesta un poco más, por ejemplo, aprenderse un guion»), para detenernos en el anhelo: «Me encantaría independizarme para irme a vivir con mi novio. Quiero formar mi propia familia y tener un hijo».
De momento, Gloria vive con sus padres, trabaja en una tienda de deportes en Madrid, ha seguido actuando en películas y series y ha estado de gira con la obra Campeones de la comedia. Algunos sueños ya se han cumplido. A otros todavía les falta un empujón: «Si quieres algo, tienes que ir a por ello», concluye categórica.
Jesús Vidal
Es actor, filólogo y periodista. Tiene 48 años y todavía resuenan los ecos de su discurso cuando recogió el Goya como mejor actor revelación en 2019.
«Inclusión, diversidad, visibilidad… ¡Qué emoción!», decía para referirse a la importancia de que la Academia reconociera el trabajo de las personas con discapacidad. Aunque el actor aclara que él prefiere hablar de 'capacidades diferentes': «¿Por qué tenemos que definirnos por las cosas que no podemos hacer? ¿Te imaginas si presentáramos a alguien como 'el que siempre llega tarde' o 'el que no tiene sentido del humor'? Y, sin embargo, a las personas con discapacidad enseguida se les pone el sambenito de lo que no pueden hacer».
Y, aunque la película Campeones sirvió para quitarnos mucho prejuicio de encima, Jesús Vidal cuenta que todavía se siguen oyendo apelativos como 'la paralítica', 'el Down' o 'el ciego'. Y sabe de lo que habla. Además de actor, es filólogo y periodista y lleva años aclarando que él no tiene una discapacidad intelectual como su personaje. Lo suyo es miopía magna y ceguera total en el ojo derecho: «Pero tendré que seguir explicándolo siempre, a cada persona que se me acerca, me pellizca el moflete como a un niño y me dice 'ayy, majooo'». Y añade: «Una vez, una mujer me preguntó que si había estudiado y, cuando le dije que soy filólogo, le comentó a su marido, como quitándole importancia, 'seguramente será algo para ellos'. Pero ¿quiénes son 'ellos'?», bromea.
«El paternalismo y la falta de empatía son nuestras principales barreras. Se tiende a infantilizar a las personas con discapacidad y eso les resta importancia». Y, aprovechando que estamos en un día tan electoral, Jesús deja un mensaje muy contundente: «Este actor ciego pide a los políticos amplitud de miras».
Sergio Olmo
Es el protagonista indiscutible de esta nueva entrega. Su trayectoria vital y su afán de superación tienen mucho en común con los de su personaje.
Tiene 34 años, vive en un piso tutelado en Madrid y juega en la LaLiga Genuine, la competición de fútbol formada por personas con discapacidad intelectual: «Y encima tengo la suerte de jugar en el equipo de mi barrio, que es el Rayo Vallecano», explica el actor. Este año, su personaje adquiere un gran protagonismo y eso lo llena de orgullo: «Sobre todo, quiero que la gente entienda bien el mensaje de esta película: la diversidad dentro de la discapacidad».
Y precisamente eso es lo que se encuentra su nueva entrenadora en esta secuela, que los recibe con una frase irrebatible: «Las cosas no siempre son fáciles y vosotros lo sabéis mejor que nadie». Y Sergio certifica cada palabra. Él, al igual que su personaje, también ha tenido que pasar por algunos capítulos complicados: «En alguna ocasión han abusado de mi discapacidad y me han engañado. Una vez iba con unos amigos y, cuando me quise dar cuenta, estaban robando en un garaje. Nos pillaron, me dejaron solo y acabé dos noches en el calabozo».
Y, aunque ahora todo el mundo quiere hacerse fotos con él y le recalcan lo importante que ha sido para dar visibilidad a la discapacidad intelectual, la marcha vital de Sergio se parece mucho a una carrera de vallas: «En el colegio y en el instituto, me hicieron bullying. Era la única persona con discapacidad en la clase y abusaban de mí por mi forma de expresarme. Me tiraban cosas, me dejaban solo, me ignoraban… Tenía dificultad para los estudios, pero, en lugar de ayudarme, me ponían en la última mesa y pasaban de mí».
Afortunadamente, su madre consiguió que lo cambiaran a un instituto de educación especial y todo mejoró: «Ahí es donde de verdad empecé a aprender e hice buenos amigos. He tenido mucha suerte, pero conozco gente a la que le da miedo salir a la calle porque los insultan con palabras como 'subnormal' o los miran raro».
Tras los estudios, Sergio trabajó como jardinero y ahora está en un centro ocupacional «donde fabricamos productos que nos mandan las empresas como perchas, estropajos o ambientadores». Pero tiene claro que lo que más le gusta es la pantalla, cine o series, y también su futuro con su novia: «Llevo viviendo en un piso tutelado con compañeros desde los 15 años, pero ya me quiero ir a vivir con ella. Nos gustaría formar una familia, pero los pisos están muy caros».
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