![Orgullo 'afro': de melena odiada a deseada... ¡y reivindicada!](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202303/06/media/cortadas/afro-kLhD-U190799906441j5D-1248x770@RC.jpg)
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Solange Vázquez
Lunes, 6 de marzo 2023, 07:38
Durante muchísimos años, en nuestro entorno, el que nacía con un pelo muy rizado -fuese niño o niña- tenía ya de por vida unas cuantas tareas: la de 'disimularlo' con cortes o peinados, la de alisárselo (muchas veces con resultados terribles) y, sobre todo, la ... de aguantar la presión y pesadez de la gente, muy preguntona ('¿es natural?', '¿por qué no te lo planchas?', '¿ya puedes peinarte?'). Y, lo que es peor, soportar el toqueteo, porque parece que la curiosidad humana no se satisface del todo si no palpamos. «¡Mi pelo es mío! ¡Pero qué necesidad hay de que venga una persona desconocida y nos toque la melena! Es un auténtico rollo, la verdad. Es como cuando estás embarazada y la gente con la que no tienes confianza va y te acaricia la tripa...», cuenta Joana Kanpazar, una chica 'curly' ('rizada'), como ella misma se define. Luce una buena mata de bucles, salvajes y con mechas, que son su 'marca' personal y su orgullo. Además, son naturales -«mi padre también tiene el pelo así»- y está encantada con ellos. Y más ahora que este pelo se ha puesto de moda y muchas chicas y chicos van a la peluquería para conseguir un estilo que se conoce popularmente como afro y que ha pasado de ser odiado por muchos -incluso por personas de raza negra- a ser deseado y reivindicado.
Así lo explica la escritora Emma Dabiri, de madre irlandesa y padre nigeriano, en su libro 'No me toques el pelo' (Capitán Swing), todo un tratado sobre cómo algo tan aparentemente trivial como el cabello puede encerrar conceptos tan profundos como el control social o los vestigios colonialistas. Ella lo aborda desde la perspectiva de las personas negras «a las que se les transmite la idea de que su pelo hay que 'manejarlo', lo que funciona como una poderosa metáfora del control social sobre nuestro cuerpo». De hecho, cuenta cómo en Sudáfrica, en 2016, hubo revueltas en un instituto de Pretoria porque unas alumnas pequeñas querían dejarse su pelo natural, algo que para el centro escolar era una cosa 'sucia' e inadmisible. Ahora mismo, fuera de estos escenarios donde aún imperan estereotipos racistas, precisamente el pelo afro es visto como un grito de libertad, un signo de diferenciación frente a lo establecido... y algo favorecedor por ese mismo halo natural y desafiante que evoca.
«Cuando me lo he alisado, lo cierto es que nunca me he visto bien, no soy yo. No me gusta, lo veo falto de volumen, de algo...», dice Joana de corrido. Claro, ha tenido que repetirlo muchas veces a lo largo de su vida. Y ahora que tiene dos niñas de 4 y 6 años, ambas con el pelo muy rizado, ve que esta característica física, en su caso familiar, sigue suscitando comentarios y preguntas a pesar de que está de moda. Hay cosas que nunca cambian. Pero algo sí que ha variado. En su infancia, recuerda, no faltaba quien hiciese referencia al pelo genital para referirse a su melena. Ahora, al menos, eso está más superado. Y el hecho de que sea tendencia en pasarelas y revistas ayuda.
Yvonne Iturgaiz, fotógrafa, es una de las que se han apuntado a esta moda. Ella, con su pelo liso, estilo 'Amelie', siempre había ido contracorriente y perdido la cabeza por los rizos. «Tanto que a los 16 años, aunque en aquella época se llevaba el pelo superliso, fui a la peluquería con mi madre para que me hiciesen una permanente y ser 'supercurly'. Y la estilista me dijo 'ojo, que eso es como hacerse un tatuaje en medio de la cara para toda la vida'. Me llevé un disgusto de la leche», recuerda Yvonne, que se quedó sin rizos. Pero no cejó en su idea y hace unos años , por fin, se lanzó y fue a una peluquería, enseñó una foto de la actriz Halle Berry y les dijo que lo quería igual. «Me espetaron '¡pero si es negra!'. Evidente. Así que se extrañaron, pero lo hicieron. Y me encantó. Me da mucho 'rollo', me veo diferente, no me gusta ir como los demás, en plan rebaño», añade la joven, que, como es 'curly' de nuevo cuño, aún tiene paciencia para contestar a las preguntas de los curiosos. ¿Es complicado para peinarse? «No, voy a la 'pelu' cada tres o cuatro meses para mantenerlo y luego con lavarlo una vez a la semana y usar algún producto para reactivar el rizo ya está», asegura. ¿Le gusta a la gente? Ella cree que resulta muy sexy, aunque admite que, tradicionalmente, a los chicos les gustan las mujeres con el pelo largo y liso. Un aspecto que la autora Emma Dabiri aborda en su libro, donde pone de manifiesto que culturalmente el pelo afro ha estado ligado a un aspecto «inadecuado» (según los estándares europeos de belleza). Esta es, precisamente, su gran baza ahora mismo: la rebeldía que conlleva. «Sólo recibo comentarios positivos, eso sí, casi todo el mundo piensa que es mío, natural», admite Iturgaiz.
Es decir, la idea de que alguien se haga el pelo afro como marca estética aún llama un poco la atención. Aunque en los salones de belleza es cada vez más común. «Hace ya algunos años que empezó a moverse el tema 'chica rizada'... Se necesitaba desde hace tiempo una revolución en este aspecto, ya que todas las que teníamos cabello rizado salíamos de los salones disgustadas y con cortes y flequillos imposibles de mantener en casa», afirma la estilista Patricia Casta, de Personal Look, quien advierte de que este tipo de pelo «requiere mucha formación y concienciación para aprender a trabajarlo». Ella lo hace en su salón previo 'trato' con el cliente o la clienta que quiere una permanente o moldeado afro: «Debe ser consciente de que necesita una hidratación y unos mimos extra», apunta.
Hay escalas para saber qué tipo de pelo tenemos según su ondulación: el tipo 1 es liso, el 2 es ondulado, el 3 es rizado y el 4 muy rizado. Mientras los dos primeros son fácilmente manejables y versátiles, los rizados (que forma bucles o espirales más o menos apretadas) corren riesgo de perder la forma y encresparse si no se hidratan bien. Y los muy rizados, que se disponen en 'cadenetas' con ricitos en forma de 'Z', muy cerrados -lo habitual en el afro clásico-, precisan de un extra de humedad -los aceites capilares de coco, argán... son sus grandes aliados-, ya porque poseen menos capas de cutícula y están, por tanto, menos blindados (pierden agua).
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