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24 min.
La inteligencia artificial (IA) sigue copando titulares alrededor del globo; la mayoría de veces para resaltar los cientos de miles de puestos de trabajo que podrían quedar en la estacada, fruto de la automatización de numerosos procesos. Hasta entonces, seguimos familiarizándonos con los grandes ... modelos de lenguaje (ChatGPT y similares): responden a cualquier pregunta con una capacidad de síntesis infinitamente superior a la de los buscadores tradicionales, al tiempo que aportan una información adicional que tan siquiera sabíamos que necesitábamos.
La clave tras estos chatbots radica en su método de aprendizaje: usan todo el conocimiento albergado en la red (y nuestras propias interacciones) para incrementar su 'sabiduría'. Esto puede derivar, sin embargo, en respuestas inexactas o diametralmente falsas, que debemos estar alerta para discernir. Resulta crucial aprender a comunicarnos con la IA; saber qué decirle para obtener justo lo que precisamos y no revelarle demasiada información personal.
A este último respecto, conviene saber que las inteligencias artificiales tienen memoria y que nuestros datos podrían terminar revelándose a terceros o recopilándose con propósitos oscuros. Estas son las diez cosas que debemos evitar mencionar a una IA según la comunicadora experta en tecnología Kimberly Ann Komando, recogidas por el medio estadounidense USA Today:
1.
No importa el contexto de la conversación: nunca han de revelarse a una IA nombres de usuario, contraseñas o códigos de desbloqueo. En caso de caer en malas manos, cualquiera podría acceder a nuestra cuenta de correo electrónico, banca digital o redes sociales en segundos, sustrayendo información sensible para chantajearnos o utilizando a nuestros contactos para perpetuar toda clase de estafas.
2.
Tampoco hay justificación alguna para comunicar alegremente nuestros apellidos, la dirección de casa o un teléfono de contacto. Los chatbots no se han diseñado para tratar convenientemente la información de índole personal, por lo que no tenemos forma de controlar quién terminará viéndola. «¡Invéntate un nombre si lo prefieres!», sentencia Komando.
3.
Ojo con incluir números de cuentas corrientes o detalles de tarjetas de crédito en imágenes o documentos de texto que pensemos suministrar a una IA. Si no los compartiríamos en una sala abarrotada de personas, ¿por que hacerlo a un modelo de lenguaje al alcance de todos?
4.
Muchos españoles siguen consultando síntomas en Google para identificar sus dolencias antes de acudir a la consulta del médico (craso error). Si nos vemos tentados a hacer lo mismo con una IA, mejor ocultar nuestra identidad: esos datos podrían terminar llegando a compañías de seguros y similares, capaces de apoyarse en ellos para rescindir contratos o autorizaciones de tratamiento. Parece ciencia-ficción, pero no estamos tan lejos: en algunos países estas aseguradoras se sirven de la información recopilada por pulseras de monitorización para ajustar sus condiciones.
5.
Suena a perogrullo, pero preguntarle a un chatbot por los tipos de veneno más efectivos o el mejor método para evadir impuestos no solo conllevará el silencio como respuesta (los términos de servicio de las IA les impiden hablar sobre ilegalidades); también podría colocarnos en una situación comprometida si las autoridades consiguen acceso a dichas conversaciones tras la comisión de un delito.
6.
Como bien explica Komando, «las IA no ofrecen carta blanca para esparcir negatividad a base de injuriar o dañar a terceros». Si tendemos a escribir opiniones homófobas, xenófobas o misóginas (por citar tres ejemplos), podrían terminar vetándonos del chatbot de marras.
7.
Compartir con una IA secretos profesionales, detalles de clientes o información protegida por las leyes de propiedad intelectual también podría meternos en un buen lío: ésta sería indexada al momento y podría ofrecerse a usuarios de cualquier parte del mundo, lo que motivaría una investigación (y consecuencias judiciales, si cupiesen) por parte del equipo legal correspondiente.
8.
Aunque cada vez se estilan menos, las preguntas de seguridad siguen resultando útiles para recuperar determinadas contraseñas. Como siempre en estos casos, los expertos aconsejan no responder cosas obvias y, por supuesto, no proporcionarle a la IA el contexto necesario para deducirlas, lo que podría caer en manos de los ciberdelincuentes.
9.
Los mentados términos de servicio de numerosos chatbots prohíben la difusión de material pornográfico o explícito, sobre todo si implica contenido no consensuado, ilegal o violento. Esto es así para «evitar un mal uso de la tecnología, cumplir con regulaciones legales y mantener un ambiente seguro para todos los usuarios», leemos en el pliego de OpenAI. Las cuentas de usuario de quienes hagan caso omiso pueden ser clausuradas.
10.
Compartir datos de terceras personas sin su consentimiento es ilegal, también en el marco de la IA: «No solo estarás quebrantado las leyes de protección de datos; también la confianza que había depositado en ti la otra persona», sentencia Komando, quien recomienda igualmente no iniciar sesión en chatbots usando nuestras cuentas de Facebook o Google (lo que les proporciona datos adicionales) y desactivar la opción de 'memoria' al interactuar con ellos siempre que sea posible.
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