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J. C.
Jueves, 25 de mayo 2023, 00:09
Es tal la necesidad que nos hemos creado de mantenernos conectados –ya sea para revisar las publicaciones de nuestros amigos en las redes sociales, para estar al tanto de las aplicaciones de mensajería o para conocer las noticias de última hora– que una de las ... primeras cosas que contratamos cuando nos vamos a instalar en una casa nueva es la conexión a Internet. Lo solemos hacer con nuestra operadora de confianza o bien con aquella que nos ofrezca el precio más ventajoso en ese momento.
La instalación de la fibra óptica suele ser un proceso que todos tenemos por farragoso, así que lo único que queremos es que el técnico se marche de casa lo antes posible y sin ensuciar demasiado. Sin embargo, casi nunca nos preguntamos si el equipo que ha dejado conectado resulta el más idóneo para nuestras necesidades en lo que respecta a la velocidad de conexión, capas de seguridad...
Nos referimos, claro está, al router, esa caja de luces parpadeantes que mantenemos conectada a la red las 24 horas de los 365 días del año. Por lo general, nos quedamos con el que nos ponen, sin considerar cambuiarlo por otro más avanzado. El precio de estos aparatos varía tremendamente: desde los 60 euros de los más económicos hasta los 500 de los modelos más sofisticados, por lo que no todo el mundo está dispuesto a realizar ese desembolso, sobre todo cuando no sabe si notará la diferencia.
Guillermo Marín, country manager de la firma devolo en España, arroja un poco de luz sobre este asunto: «Muchas veces, los usuarios no están contentos con el rendimiento del WiFi del router que los proveedores de Internet instalan en sus hogares o centros de trabajo. ¿Por qué? Porque al tratarse de un dispositivo gratuito, a menudo la calidad del hardware no es la idónea y esto puede causar problemas con el WiFi», advierte.
La ventaja más evidente de cambiar de aparato es la actualización del WiFi estándar por otra más reciente. «La nueva versión puede ser compatible con una mayor cantidad de dispositivos con capacidad WiFi más reciente y con el hardware de red actualizado». Esto se traduce en que nuestro flamante ordenador portátil puede que sea compatible con el nuevo estándar 'WiFi 6E', que permite una mayor velocidad de navegación y transferencia de datos, pero si el dispositivo de casa no es compatible, no podremos sacarle todo el partido.
Un router más potente también permite aumentar la cobertura de la señal, «haciendo que llegue a más habitaciones y con mejor fluidez». En cualquier caso, si tenemos problemas de conexión en nuestro hogar existen algunas comprobaciones que deberíamos hacer antes de meter la mano en la cartera para comprar un nuevo dispositivo.
Los expertos recomiendan colocar el router en un área central de la vivienda (o en una planta intermedia, si la casa tiene varios pisos), de forma que la señal alcance el mayor número de estancias posible. También debemos evitar poner el dispositivo cerca de muros de piedra, metales o cúmulos de agua, ya que causan interferencias.
Otro aspecto del router al que tampoco solemos prestar mucha atención es la antena: si tiene una, lo mejor es disponerla en vertical (apuntando al techo) y si lleva dos, los entendidos recomiendan colocar una en vertical y la otra en horizontal formando una L.
«Los routers más recientes –añade Guillermo Marín– también suelen ofrecer mejores aplicaciones y son más fáciles de usar, lo que permite comprobar y ajustar la configuración de Internet de manera más eficiente. Además, ofrecen amplias funciones de software para ajustar el nuevo sistema WiFi a las necesidades individuales de cada hogar».
Entre estas últimas destaca la seguridad, ya que proteger nuestra red doméstica (y todos los dispositivos conectados a ella) es fundamental: «Se recomienda que cualquier router cuente con un cifrado basado en los estándares actuales, al menos WPA2 (acceso WiFi protegido 2). Sin embargo, una actualización del router puede ofrecer el estándar de seguridad más moderno: el WPA3», que son las siglas que deberíamos buscar en la caja del aparato al acudir a cualquier tienda especializada.
Además de dificultar posibles intrusiones (con el peligro que suponen para nuestro historial de navegación, datos e información privada), los routers de terceras marcas se actualizan con más frecuencia. Sus fabricantes lanzan parches de seguridad que se instalan de forma automática, sin intervención alguna por nuestra parte, lo que garantiza una protección continuada.
Sin embargo, los aparatos suministrados por las operadoras de telefonía pueden permanecer en casa más de diez años sin que nadie de la compañía nos inste a sustituirlos, con el riesgo que eso supone: cuanto más antiguo es un dispositivo, más fácil resultará para los ciberdelincuentes encontrar brechas por las que colarse.
Otro motivo interesante para deshacernos de un router ya viejo es que los modernos ofrecen más opciones de control parental, esto es, sistemas para impedir que nuestros hijos accedan a páginas web inapropiadas: contenido pornográfico, casas de apuestas, tiendas 'online'... Si los padres quieren, también pueden programar los dispositivos de su hijo para que únicamente se conecte a Internet en un horario previamente definido.
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