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r. parrado
¿Dónde acaban los productos de Amazon que devuelvo?

¿Dónde acaban los productos de Amazon que devuelvo?

Algunos van directamente a la basura

sara borondo

Martes, 29 de junio 2021, 19:05

Tirar sin usar. Productos nuevos que no se venden y acaban en el vertedero. ¿Es posible? La cadena británica ITV News ha hecho pública una investigación que demuestra que cada año se destruyen millones de objetos de Amazon, ya sea stock no vendido o devoluciones de clientes: aparatos eléctricos, joyería, libros... La mayoría en buen estado y sin estrenar.

No es una práctica excepcional, y en el sector de la moda se viene haciendo desde hace un tiempo. Hasta el punto de que el Gobierno español está preparando una Ley de Residuos y Suelos Contaminados, con la que se pretende impulsar el modelo de economía circular para reducir, así, las emisiones contaminantes. La ley, que todavía no está en vigor, incluye la prohibición de destruir «excedentes no vendidos de productos no perecederos, tales como textiles, juguetes y aparatos eléctricos, entre otros, salvo que deban destruirse conforme a otra normativa».

No es la primera vez Amazon recibe críticas por deshacerse de productos en buen estado. En 2019 fue un documental francés el que denunció esta práctica y se armó un gran revuelo, lo que obligó a la empresa a introducir algunos cambios en su política de reducción de stock. Tras la salida a la luz de la denuncia de la cadena británica Amazon publicó el pasado día 22 una declaración en su blog en la que explicaba el proceso que sigue a la devoluciones por parte de clientes insatisfechos. Si el objeto devuelto «cumple con los altos estándares de calidad, se etiqueta como 'nuevo' y se vuelve a vender». En el caso de que no sea así hay tres destinos. Por un lado, algunos se comercializan como objetos reacondicionados en Amazon Warehouse, otros se donan a organizaciones benéficas (Cruz Roja, Bancos de Alimentos) y, solo como último recurso –aseguran desde la empresa de venta 'online'– se destruye. En Amazon cifran en un 1% el total de objetos devueltos que acaban en la incineradora.

Basura electrónica

En el caso de los productos de vendedores externos (más de la mitad de los comercializados en Amazon), son esos vendedores los que deciden qué hacer con el producto que ha sido rechazado por el cliente. La tienda digital ofrece un servicio llamado 'Fullfilment by Amazon' para que estos socios de ventas «elijan opciones de eliminación sostenibles en lugar de la eliminación, como la reventa o las donaciones».

Entre la enorme variedad de productos que vende Amazon –y otras muchas empresas físicas y 'online'– se encuentran los tecnológicos. Y, con ello, se ha generado un nuevo problema: la basura electrónica. El tercer informe Global E-Waste Monitor 2020, elaborado en colaboración con la ONU, calcula que en España se generaron en 2019 hasta 19 kilos de basura electrónica (residuos de aparatos eléctricos electrónicos, llamados RAEE) por habitante, medio kilo más que en 2015. Un dato: cada año se tiran a la basura 20 millones de teléfonos.

A nivel mundial, las previsiones para 2050 es que los residuos electrónicos alcancen los 75 millones de toneladas de residuos, casi el doble de los que se gereraron en todo el planeta en 2019 (53 millones de toneladas). La basura electrónica (teléfonos, frigoríficos, ordenadores…) se ha convertido en una grave amenaza para el medio ambiente, ya que, con el tiempo, se pueden filtrar al suelo y al agua elementos tóxicos con los que se han fabricado estos aparatos, como mercurio o plomo. Por eso los RAEE no se pueden arrojar a la basura normal, sino que hay que depositarlos en un punto limpio o entregarlos en el establecimiento en el que se compre otro nuevo, ya que ellos tienen obligación de recoger la basura electrónica para tratarla de la manera adecuada.

Las recomendaciones pasan primero por utilizar al máximo estos productos (donándolos o vendiéndolos de segunda mano cuando esa persona ya no lo quiera) y, en el momento en que no se puedan utilizar más, reciclarlos, ya que se pueden extraer metales como aluminio o cobre y hasta metales preciosos como oro, paladio o plata.

Dos robots

El problema que se presenta es que resulta caro desmontar los residuos electrónicos para reutilizarlos, así que se suelen enviar a países en desarrollo, donde la mano de obra es más barata, lo que tiene un coste ambiental porque se genera en ese transporte más gases de efecto invernadero. Por no hablar de las precarias condiciones laborales de los empleados de estas zonas.

Algunas empresas optan por invertir en este reciclado de sus productos, como Apple, que se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de emisiones en 2030, lo que supone que cada dispositivo que la empresa venda tendrá un impacto climático cero. No es una tarea fácil, ya que para llegar a ese objetivo se hace necesario reducir las emisiones actuales en un 75%. No obstante, hay un camino emprendido y en los últimos once años la empresa ya ha reducido la energía promedio necesaria para sus productos en un 73%.

Entre los proyectos con los que busca conseguirlo se incluyen dos robots para desmontar sus aparatos y reutilizar los componentes. Uno es Daisy (que lleva en funcionamiento desde hace un tiempo), tiene unas dimensiones de unos 20 metros y desmonta unos 200 iPhone cada hora para, posteriormente, extraerse los minerales y darles un nuevo uso. El otro robot es Dave y desmonta el Taptic Engine del iPhone (el que crea la vibración cuando se toca la pantalla del teléfono) para extraer los elementos químicos denominados tierras raras y tungsteno, así como para permitir que se recicle el acero. Para potenciar el reciclaje la empresa ha establecido el program Apple Trade In, una especie de plan renove por el que se reduce el precio de un producto nuevo al entregar uno antiguo, de manera que el viejo aparato pase al programa de reciclado.

Apple ha creado también un Programa de Eficiencia Energética para proveedores por el que estos se comprometen a utilizar energía 100% renovable.

Medallas olímpicas con materiales extraídos del vertedero

Han tenido en Tokio un gesto altamente ilustrativo sobre la necesidad de reducir los residuos. Las medallas de los Juegos Olímpicos que se disputarán allí este verano han sido fabricadas con el oro, la plata y el bronce que se han obtenido tras recoger miles de toneladas de dispositivos electrónicos que habían acabado en la basura. Esta iniciativa surgió en el año 2017. Entonces empezaron a recogerse estos metales de gadgets que habían acabado en los puntos de desecho de hasta 1.600 municipios japoneses. Tras la selección del material al que podía dársele este segunda y significativa vida se procedió a la fabricación de las medallas que lucirán los ganadores olímpicos.

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