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Uno de los pilares fundamentales sobre los que se sostenía la lucha contra el cáncer se ha caído. Su desmoronamiento afectará no solo a las campañas de prevención, sino también incluso a los tratamientos, según prevén los expertos. Tiempo al tiempo. Un macroestudio realizado por ... el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos desvela que el mayor riesgo de los hombres a padecer un tumor no se debe tanto a la mayor tendencia de los hombres a tener hábitos tóxicos, sino a su género.
No se trata por tanto de que los varones fumen más, beban más y, en general, se cuiden menos que las mujeres, que también influye, claro. Lo determinante, según se sabe ahora, es que frente a las enfermedades oncológicas ellos son más débiles y ellas más fuertes. «Estamos ante un estudio muy importante. Sabíamos que el cáncer era mucho más frecuente en los hombres, pero siempre lo habíamos atribuido a que estaban más expuestos a factores de riesgo», explica la especialista Ruth Vera, coordinadora de la Comisión de Mujeres en Oncología de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). «Pero al ajustar los datos con un análisis estadístico han descubierto que no es así. El trabajo, además, se ha realizado con un grupo de población muy grande, que es lo que lo hace aún más interesante», argumenta ilusionada la experta, jefa de Oncología del Hospital Universitario de Navarra.
La investigación contó con la participación de nada menos que 171.274 varones y 122.826 mujeres con edades comprendidas entre los 50 y 71 años, que en la vida es la etapa crítica para la aparición y desarrollo de patologías tumorales. Profesionales sanitarios siguieron de cerca a todos ellos durante dieciséis años, entre 1995 y 2011, tiempo durante el que fueron diagnosticados 17.951 nuevos cánceres en hombres y 8.742 entre las mujeres. La idea era, lógicamente, comparar la incidencia de enfermedades tumorales comunes a los dos sexos. Quedaban excluidos, en consecuencia, patologías como cáncer de próstata o de cérvix.
Lo que vieron al analizar con detalle todos los datos recabados, es que solo había dos tipos de tumor que eran más frecuentes entre la población femenina, los de tiroides y el de vesícula biliar. En el resto, perdían con creces los hombres. Su riesgo, en función de la enfermedad, era de 1,3 a 10,8 veces superior al de las mujeres en todos los sitios anatómicos; y no debe olvidarse que las enfermedades tumorales son más de doscientas diferentes.
Para colmo de los investigadores, el riesgo de los hombres seguía siendo mayor después de haber ajustado una «amplia gama de comportamientos de riesgo y exposiciones cancerígenas». Cuentan los científicos que ambos factores solo representaron «una proporción modesta del predominio masculino en la mayoría de los cánceres, que van desde el 11% para el tumor de esófago al 50%del de pulmón».
El hallazgo llevó a los científicos a la conclusión de que en la aparición y desarrollo de las neoplasias no solo interviene una vida llena de excesos de todo tipo, sino también otros factores. Razones biológicas, fisiológicas y de tipo inmunológico y genético marcan la diferencia. «Nuestros resultados evidencian que no se trata solo de una cuestión ambiental. Es mucho más», afirmó la especialista Sarah Jackson, investigadora principal del trabajo, que se ha publicado en la revista 'Cancer', de la Sociedad Estadounidense del Cáncer.
Los resultados de este trabajo resultan tan revolucionarios que en un futuro próximo están llamados a cambiar no solo las campañas de prevención, sino incluso los tratamientos, cada vez muchísimo más personalizados, según dicen los gestores de 'Cancer', que dedican al estudio la editorial de la revista. «Examinar y abordar las disparidades sexuales es una búsqueda continua», defienden. «La inclusión estratégica del sexo como una variable biológica debe aplicarse a todo el proceso del cáncer, desde la predicción del riesgo y su detección hasta el tratamiento y manejo del paciente».
Ruth Vera, de la SEOM, comparte este planteamiento. La comisión que dirige, detalla, nació hace años por una cuestión fundamentalmente de género. El grupo buscaba, sobre todo, ver cómo estaban posicionadas las oncólogas frente a los varones a nivel profesional. La evidencia conocida con el tiempo sobre la distinta manera en que la enfermedad impacta en uno y otro sexo fue ampliando el fin de su misión. La Comisión de Mujeres en Oncología de la SEOM realiza en la actualidad un estudio sobre el grado de conocimiento que existe entre los profesionales médicos sobre todas estas cuestiones.
«Todo va a tener que cambiar», vaticina la especialista navarra. «Desde las campañas de prevención precoz a los tratamientos. Quizás no sea necesario someter a determinadas pruebas a un tipo de pacientes y quizás para otros haya que hacerlo con mayor intensidad. Muy posiblemente, análisis genómicos, hormonales y del sistema de defensas nos apunten a que determinadas pruebas y terapias deben hacerse de distinta forma en hombres y mujeres. A día de hoy parece impensable, pero la medicina personalizada es el futuro y avanza por ese camino», concluye Ruth Vera.
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