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Los hombres acuden cada vez más a las clínicas de estética. No es que se haya dado una avalancha, pero sí que en la última década, los centros especializados han comenzado a recibir cada vez a más varones preocupados por su aspecto exterior. Lo curioso de esta tendencia, que aún es poco más que un repunte, no es tanto el mayor o menor número de pacientes con nombre masculino, sino las razones que les llevan a cruzar el umbral de las consultas. La demanda entre ellos ha crecido empujada por la cirugía del pecho entre los asiduos a gimnasios, unos porque lo desean más pronunciado y otros porque se los quieren quitar, y también, cómo no, por una mayor coquetería. Les gusta mirarse al espejo y sentirse satisfechos.
«Tradicionalmente la cirugía estética ha parecido una especialidad dirigida a la mujer, pero esos clichés se están rompiendo poco a poco», explica la especialista Marisa Manzano Surroca, de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE). El envejecimiento de la población también está contribuyendo a ello. Una vez que se llega a cierta edad, uno no sólo se deja de prejuicios, sino que, además, tiene mayores recursos económicos para destinar, si lo desea, a su imagen. «La estética se está desestigmatizando entre los hombres», considera.
Si se trata de un varón, el especialista suele adivinar el tratamiento que va a demandar en función de su edad. Con frecuencia, los más jóvenes acuden a las consultas con las fotografías que sus ídolos han colgado en las redes sociales con su aspecto antes y después de pasar por el quirófano. Se equivocan.
«Quieren la nariz y los pectorales que se ha hecho el cantante, actor o famosete al que siguen en Instagram y eso es imposible. Nuestra obligación es darles la solución más acorde a sus rasgos físicos», explica el terapeuta Fernando Salagre, también de la SECPRE. Los profesionales los conocen por el acrónimo de Simones (Single, Immature, Male, Over-expectant, and Narcissistic), de soltero, inmaduro, expectante y narcisista.
La cirugía estrella en este grupo de edad es una técnica que se ha bautizado como 'six pack', el 'pack de seis'. El número es un juego de palabras que alude a los seis anillos que sujetan las latas de cerveza y, al mismo tiempo, al de los músculos que quedan definidos cuando uno luce un torso vigoroso. Los amantes del culturismo lo consideran lo más y quienes quieren conseguirlo con solo pagar las cuotas del gimnasio recurren a las clínicas de estética para que les hagan uno. Manzano Surroca dice que no es «muy partidaria» de esta técnica porque «resulta muy poco natural».
«Es una especie de teatro que tienes que hacer con la grasa del paciente con el fin de que parezca que lo que se marca es el músculo, pero en realidad no lo es», detalla la especialista catalana. «A eso se añade que muchas veces esos músculos quedan descompensados con el resto del cuerpo del paciente, que no está tonificado. Imagínese un tipo delgadito con un pecho así...»
Otro tratamiento similar, también en moderado auge, son los implantes pectorales. La cirugía busca, en este caso, un resultado parecido al 'six pack' mediante la colocación de un implante de silicona, en la línea del que se usa para el aumento mamario, pero de mayor consistencia. La intervención, que concede una mayor proyección del pecho, requiere anestesia general.
Lo más rocambolesco de todo son los que acuden a la cirugía reparadora, y estos sí que son cada vez más, pidiendo una solución a su ginecomastia, o lo que es lo mismo, al agrandamiento patológico de sus mamas. A algunos les pasa porque sufren un desarreglo hormonal natural. Su cuerpo no funciona como debería. Pero la mayoría de los que llaman a la puerta del plástico lo hacen porque se han machacado en el gimnasio y, no contentos con ello, se han hinchado a anabolizantes y otras sustancias que 'alguien que sabe, todo un experto' les ha dicho que son buenísimas y luego les crecen las tetas», explica de manera gráfica Fernando Salagre. «Todo medicamento tiene sus efectos adversos y el de los anabolizantes es que contienen hormonas esteroideas» muy parecidas a las sexuales, según detalla. Hasta el punto de que si se abusa de ellas de forma continuada no sólo crecen los pechos, sino que además atrofian los testículos.
Las tres cirugías son una tendencia, pero no una moda. Lo que de verdad piden los varones que recurren a la cirugía estética es lo de siempre, que les arreglen los párpados, la nariz y las orejas. La mayoría de ellos son no ya jóvenes, sino hombres maduros, «de 50 años o más», que buscan una mejora general de su imagen, según detalla el cirujano bilbaíno.
La que mayor demanda de las tres ha experimentado en los últimos años es la otoplastia, que permite corregir lo que tradicional y popularmente se ha conocido como las orejas de soplillo ¿Qué ha ocurrido para que se dé este despegue? Pues algo tan sencillo como que la cirugía ha evolucionado, se ha vuelto tan sencilla que ya no requiere llevarlas vendadas durante quince días como antaño; y necesita sólo unos pocos días de baja. Lo que se hace ahora es colocar en el interior del cartílago un clip que dobla la oreja y visualmente evita el efecto soplillo. «Ya no hay que estar todo el día dando explicaciones a todo el mundo, por eso se han disparado este tipo de intervenciones», argumenta Manzano Surroca.
¿Para que ha servido toda esta 'revolución'? Para aumentar cinco u ocho puntos, del 12% al 20% como mucho el número de varones en las clínicas de estética. «No mucho más», coinciden los expertos consultados de la SECPRE. Hasta las cremas que usan ellos las siguen comprando mayoritariamente ellas. La mayoría de las empresas de cosméticos han sacado sus líneas específicas para hombres, pero quienes las llevan a casa son en una mayoría abismal sus parejas. «Las mujeres siguen conformando el grueso de nuestros pacientes. La realidad está cambiando, pero lo hace lentamente». Como en todo.
La de la cirugía plástica y reparadora es una especialidad curiosa. A diferencia de lo que ocurre en todos los ámbitos de la medicina, la profesión está copada en este sector por hombres que atienden sobre todo y por amplia mayoría a mujeres. Por eso ellas, que siendo menos no son pocas –en torno al 25% del colectivo–, acaban de formar una asociación propia de cirujanas plásticas, que lidera la catalana Marisa Manzano Surroca. El grupo, bautizado como WOPRASS, organiza dos jornadas anuales que combinan, de manera alternativa, ciencia con actividades culturales o de tipo deportivo. «Y todo comenzó por un grupo de whatsapp», recuerda Manzano Surroca.
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