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Hace 60 o 70 años pocos ansiaban una piel muy bronceada, porque los que así lucían no se habían 'tostado' generalmente en la playa, sino labrando en el campo, morenos a la fuerza por la solana, mientras que las pieles blancas se asociaban a las ... clases pudientes que no tenían que trabajar la tierra. Hoy, y desde hace mucho, el bronceado está de moda y lo de evitar el sol ya no tiene que ver con ser más o menos pudiente, sino con estar más o menos concienciado sobre su efecto perjudicial. «El bronceado saludable no existe. A la vez que la piel se broncea, se estimula el fotoenvejecimiento y se produce un daño en nuestras células». La advertencia la hace la dermatóloga Andrea Combalia, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Ahora que ya tenemos muchos días que parecen verano, la especialista da consejos y aclara dudas sobre la protección solar.
¿Cuánta crema hay que echar?
La cantidad recomendada por los especialistas es de 2 miligramos por centímetro cuadrado de piel. ¿Y eso cuánto es? «Un adulto de talla media necesitaría entre 35 y 40 gramos de crema, lo que equivale a entre 6 y 8 cucharillas de café... cada dos horas», advierte la doctora Combalia, autora también del libro 'Piel sana in corpore sano' (edit. Grijalbo).
¿Hay que esperar 30 minutos?
«Realmente no se necesita tanto tiempo, solo el suficiente para que la crema se evapore –unos 5 o 10 minutos– y se forme una película sobre la piel», resuelve una duda muy habitual Raquel Marcos, doctora en Química y autora del blog Ciencia y Cosmética.
¿Una camiseta blanca o negra?
Fíjese en cuánta gente va de negro a la playa y cuántos visten de blanco. ¡Es que los colores oscuros dan calor! Sí, es cierto que el negro «absorbe más calor», pero es un mal menor. «Las tonalidades oscuras de ropa reducen también el riesgo de sufrir cáncer porque bloquean mejor la radiación ultravioleta», aclara la doctora Combalia. Así que olvídese del blanco en verano: «¡Es el color que menos nos protege!».
De joven me ponía más morena...
No es solo una sensación, advierte la especialista. Es verdad. «Con el paso de los años, la producción de melanina disminuye, de manera que la capacidad de broncearse no es la misma con 20 años que con 40. A medida que nos hacemos mayores, tenemos menos tolerancia al sol, nos quemamos más y sufrimos un mayor daño en nuestras células».
¿Water resistant o waterproof?
Ambos productos conservan la protección bajo el agua. La diferencia es que un protector 'water resistant' la mantiene 40 minutos y uno 'very water resistant' (antes se llamaban 'waterproof') lo hace durante 80 minutos.
¿Me puedo quemar si entra el sol por la ventana?
Decimos rayos ultravioletas, así en general, pero en realidad hay tres tipos. La radiación UVC, que es la más dañina y nos abrasaría de manera instantánea –es bloqueada casi por completo gracias a la capa de ozono y no llega a la superficie de la Tierra–; las radiaciones UVA, que representan el 95% de toda la radiación ultravioleta que llega, y la UVB (5%). «Los rayos UVA pueden pasar sin dificultad a través de la capa de ozono, de las nubes y de la niebla, e incluso atravesar vidrios y ventanas», orienta la dermatóloga. Así que en casa, tras una cristalera, debemos protegernos, y también en el coche.
¿Y bajo el agua?
¿Para qué me voy a echar crema si me voy a meter al agua? Pues por eso precisamente. «La radiación atraviesa el agua, así que hay que protegerse antes», insiste la doctora Combalia.
¿Por qué nos quemamos en la playa y en la piscina?
De nuevo, es efecto de los rayos UVB, cuya intensidad varía en función de la superficie donde se refleja. «La arena y el agua los reflejan de manera considerable, de forma que, en las playas y piscinas, el efecto del sol es mayor». La altitud también influye y «aproximadamente cada 1.000 metros, la intensidad de la radiación UVB aumenta un 10%». De ahí que el efecto de la nieve, «que refleja el 80% de esta radiación», a la hora de quemarnos sea mayor en la montaña.
Mezclar la hidratante con la de sol
No es buen remedio: «Hay que esperar a que se evaporen los ingredientes de una antes de aplicar la otra», advierte Raquel Marcos. Otra advertencia: «Si la crema tiene SPF 30 y el protector SPF 50, no se suman ambos».
Color del pelo: «Igual que ocurre con el tono de la piel, cuanto más oscuro es el pelo, más protección ofrece», explica la dermatóloga Andrea Combalia.
Fotoprotectores orales: «Son suplementos alimenticios con altas concentraciones de antioxidantes, vitaminas y minerales que nos ayudan a proteger y reparar la piel del daño oxidativo. Pero no son sustitutos de la crema solar, son productos complementarios».
After-sun: «No significa 'after-burn'. Debe aplicarse tras la exposición solar, no solo cuando nos quemamos». Un truco: «Ponlo en la nevera y aplícalo frío».
Sombrero: «Se recomiendan los de ala ancha de más de 7 u 8 centímetros».
Uñas pintadas: «La crema solar puede arruinar la manicura. Esto se debe a que los disolventes ayudan a solubilizar los filtros solares».
Sí, existe diferencia entre cremas solares de protección 15, 30 y 50. Aunque no tanta como la que los números dan a entender. «Valores de SPF 15, 30 y 50 absorben un 93,3%, un 96,7% y un 98,3% de la radiación UVB, respectivamente», explica Raquel Marcos, autora del libro 'Belleza con ciencia' (Martínez Roca). Propone hacer otra lectura de este valor: «En vez de comparar cuánta dosis de radiación absorbe cada una, comparemos la dosis que absorbe la piel cuando aplicamos una u otra. Si la crema es un SPF 15, supondría que la piel absorbe un 6,7% de la radiación ultravioleta; un SPF 30 se traduce en una absorción del 3,3% y del 1,7% si es SPF 50». O sea que «la piel recibirá la mitad de la dosis UVB con un protector 50 que con uno de 30».
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