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Crece el poliamor y las voces que piden regularloRelaciones abiertas
Crece el poliamor y las voces que piden regularloFermín Apezteguia
Jueves, 13 de abril 2023, 17:57
Una nueva forma de amar ha llegado con el envejecimiento de la población. La llaman poliamor y nada tiene que ver con infidelidades y caprichos afectivos. Quienes lo defienden aseguran que las relaciones de pareja tradicionales, con una única persona y para toda la vida, ... pertenecen al pasado. Ha comenzado, según cuentan, un nuevo tiempo de enlaces entre varias personas no solo consentidos sino también estables.
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No hay en el poliamor espacio para los engaños, ni las deslealtades; y sí, al menos en teoría, para la transparencia total entre todos y cada uno de los miembros del grupo. Hasta un 5% de los ciudadanos estadounidenses mantiene lo que también se conoce como «relaciones no monógamas consensuadas». Un trabajo publicado recientemente asegura incluso que esta manera de vivir el mundo amoroso puede tener tantos beneficios afectivos como el de las parejas convencionales. Hay incluso quien va más allá. En España ya han aparecido las primeras voces a favor de su regulación.
Una de ellas es la de la psicóloga Laura Montero Ramos, del Colegio de Psicólogos de Bizkaia. «No puede hablarse de una tendencia, porque éste es un fenómeno social que existe desde hace ya un tiempo, sólo que no estaba tan visible», explica la experta. Lo que revela su crecimiento aparentemente imparable es, a su juicio, la necesidad creciente de poner orden legal a la situación: «Lo mismo que se hizo con las parejas homosexuales, llegará el día en que será necesario dar cobertura legal a este tipo de relación y organizar los hijos, las hipotecas, las herencias... todo».
«Los poliamorosos corren el riesgo de ser despedidos, de que se les niegue la vivienda o la ciudadanía o que les quiten a sus hijos debido a su identidad o estilo de vida», defiende el profesor de filosofía de la Universidad de Santa Clara Justin Clardy, uno de los mayores estudiosos de este fenómeno en Estados Unidos. En el país de las barras y estrellas, cada vez más expertos en Derecho y la política abogan por introducir reformas legales para que se reconozca ésta del poliamor como «una más entre la amplia variedad de relaciones personales íntimas en las que los humanos pueden prosperar».
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El poliamor no es fácil. Hay que tener la mente muy bien amueblada para vivir en una relación a varias bandas en las que todos los participantes saben perfectamente dónde están y cuál es su papel. Hay que tener muy claro que si no hay forma de amar en la que quepan los celos, en está mucho menos. Podrían convertirse en una auténtica pesadilla. «Si la comunicación es fundamental en una relación de pareja, mucho más ha de serlo entre un grupo de personas que comparten afectos, intimidades y sexualidad de manera cruzada», explica la especialista del Gabinete L'amor Psicología de Bilbao.
Existen muchas formas de poliamor, pero todas ellas se basan en la confianza. Lo más común es que haya una pareja principal sobre la que pivotan una serie de personas, quizás cambiantes, que den forma al grupo amoroso. Otras veces no hay unos líderes definidos, sino simplemente una serie de gente, hombres y mujeres, dispuesta a amar y dejarse amar. A querer a cada uno de los miembros de la comunidad de una forma madura, en la que más allá de la necesaria tensión sexual figuren también el respeto, la entrega y el compromiso.
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Hay veces en que los miembros de ese grupo son siempre los mismos. y ocasiones en que van cambiando. Lo que no vale en el poliamor es que haya alguien del colectivo que no sepa que está inmerso en una relación poliamorosa. «Eso son cuernos», defiende tajante la terapeuta.
Todos han de jugar con las mismas cartas. Lo que sí puede ocurrir es que en una pareja convencional uno de sus miembros sienta de pronto la necesidad de abrirse a una nueva experiencia. «Pero eso ha de hablarse mucho y hay que dejar a la otra persona el tiempo que necesite para que acepte o rechace la oferta», detalla la psicóloga. «Intentar convencer a alguien de que se involucre en algo así de la noche a la mañana está condenado al fracaso».
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El mundo de las relaciones afectivas ha cambiado de forma radical en las últimas décadas. «Estoy muy acostumbrada a oír hablar de infidelidades a mis clientes monógamos», explica Montero Ramos. «La monogamia –argumenta– es fruto de una convención social. La sociedad apostó por ella en un momento de la Historia en que el linaje, las tierras y la propiedad le llevaron a pensar que ésa sería la mejor fórmula de organización. Pero con anterioridad, los seres humanos vivían en tribus y no se planteaban esa necesidad. Hoy vivimos una existencia más larga. La idea romántica de un amor para toda la vida resulta cada vez más difícil de llevar a la práctica».
Justin Clardy, autor de la investigación 'Por qué está bien no ser monógamo', recogida en un libro del mismo título, asegura incluso que las familias poliamorosas pueden resultar más beneficiosas que las convencionales para la educación de los niños. «Puede que no se necesite un pueblo entero para criar a un chaval, pero es lógico que, en igualdad de condiciones, tener más de un padre o madre puede ser aún mejor para satisfacer las necesidades de un menor. Los niños –argumenta el autor– pueden ser amados y nutridos en familias no convencionales. Quizás, incluso, la existencia de más de dos cuidadores sea el arreglo de crianza superior», aventura. Quizás.
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