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Iratxe Bernal
Jueves, 30 de enero 2025, 00:50
En 2001, la profesora de la Yale School of Management Amy Wrzesniewski comprobó que personas con idénticas funciones dentro del servicio de limpieza de un hospital tenían puntos de vista totalmente opuestos sobre la dedicación que requería su trabajo; frente a quienes no le daban ... la menor importancia estaban los que, por el contrario, creían que realizaban una labor que requería un alto grado de cualificación. ¿Cómo era posible tal disparidad de criterios ante las mismas tareas y condiciones laborales? La respuesta dio lugar al nacimiento del 'job crafting', una técnica que invita al trabajador a hacer pequeños cambios en su 'parcelita' y que un reciente estudio de la Universidad de Deusto relaciona con beneficios que trascienden el ámbito profesional.
Tras entrevistar a unos y otros, Wrzesniewski supo que los empleados que creían que su trabajo no aportaba gran cosa se ceñían a hacer lo que la empresa les pedía. Llegaban, limpiaban y se iban. En cambio, quienes sí daban valor a su cometido se relacionaban más tanto con los sanitarios como con los pacientes y sus familiares, quienes a veces les trasladaban, por ejemplo, la necesidad de que cambiaran el momento en que pasaban por las habitaciones. Y era ese trato lo que, según Wrzesniewski, les hacía pensar que su trabajo no era «sólo limpiar» sino «contribuir al bienestar de los enfermos durante el ingreso».
«La motivación y satisfacción que sentimos con nuestra actividad laboral puede depender de la capacidad y predisposición que tengamos nosotros mismos para emprender pequeños cambios en ella», resume Alejandro Amillano, investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto, autor del estudio junto a Onintze Letona-Ibáñez, Silvia Martínez-Rodríguez y María Carrasco. «La importancia de estos cambios va más allá de lo meramente laboral porque al final generarán beneficios que impactan de forma positiva en nuestra satisfacción general. Reducen el estrés y, con él, el conflicto entre el trabajo y otros ámbitos de la vida», añade.
«Por lo general, al describir teóricamente el 'job crafting' nos vienen a la cabeza ejemplos de puestos de trabajo con un alto grado de autonomía, diversidad de tareas o con la posibilidad de relacionarse con personas diferentes. Sin embargo, es aplicable en cualquier puesto. Un operario de una línea de producción podría proponer un cambio en la disposición de las herramientas para reducir el tiempo de montaje, pero también ofrecerse a supervisar a los nuevos empleados para facilitar su integración o enfocarse en tareas más complejas y que requieran precisión dejando las más repetitivas a miembros del equipo con menor experiencia», señala.
Así pues podemos modificar la manera en que realizamos alguna de nuestras tareas diarias, cómo nos relacionamos con los compañeros o la forma en que percibimos lo que hacemos, el valor que nosotros mismos le damos y lo que creemos que aportamos con él. Pero, ataquemos por donde ataquemos, lo importante, destaca el experto, es que lo hagamos de forma proactiva. Que seamos nosotros los que evaluemos cómo podemos mejorar nuestro desempeño y decidamos qué acciones vamos a tomar para hacerlo. Que seamos nosotros los que determinemos, por ejemplo, qué tareas nos resultan más tediosas y estudiemos la posibilidad de abordarlas por separado o en un momento o día en el que estemos menos cansados o atropellados por otros quehaceres. «No es tanto una cuestión cuantitativa, de hacer mucho, como cualitativa. Está bien cambiar lo que se pueda cambiar», matiza Amillano.
Claro que no hay que olvidar que hay otra parte, la empresa, que también ha de ver con buenos ojos nuestros cambios y permitirnos delegar tareas, pedir ayuda o asumir nuevos retos. «En un contexto en el que la salud mental está gravemente amenazada, las organizaciones pueden desempeñar un papel crucial en la promoción del bienestar de las personas», explica el experto al tiempo que advierte de que «si el 'job crafting' no se realiza adecuadamente podría resultar frustrante para el trabajador.
«Si encontramos comportamientos de 'job crafting' en nuestra organización estamos identificando buenas prácticas que deberíamos proteger. Lo ideal es que esto ocurra en una cultura organizacional favorable y que los trabajadores cuenten con la formación y el acompañamiento de expertos en metodologías respaldadas por la evidencia científica. En un escenario así, quienes utilizan adecuadamente estas estrategias pueden ser agentes de cambio que promuevan y acompañen a otras personas», aconseja el investigador.
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