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Solange Vázquez
Jueves, 9 de marzo 2023, 07:25
Cuántas veces hemos dicho eso de que los bebés no vienen al mundo con un manual de instrucciones. Y cómo nos aliviaría a veces que así fuese, ¿verdad? No saber cómo 'funcionan' nos genera una tremenda angustia. Por eso, madres y padres vamos de agobio ... en agobio (como Tarzán de liana en liana, soltando uno para agarrar otro) y sólo en el primer año de vida del bebé acudimos a Google unas 2.000 veces para solventar dudas.Así lo recoge una reciente encuesta realizada en Estados Unidos por la agencia de investigación de mercado internacional OnePoll. ¿Sobre qué eran las búsquedas? Más del 80 %, de alimentación y productos infantiles, el 38 % estaban relacionadas con el llanto de los pequeños y el 37 % con su sueño (más bien con su insomnio). Además, el 70 % de los progenitores estuvo de acuerdo en que no habría 'sobrevivido' a esa etapa tan confusa sin Internet o sin echar mano de libros de expertos en crianza. «Hay 'reels' de 60 segundos para atajar una rabieta, 'posts' de diez imágenes para poner límites... y, bueno, bienvenida toda la información. ¡Pero debemos adaptarla a nuestra forma de vida, no al revés!», afirma la psicóloga perinatal Paola Roig, que acaba de publicar 'La crianza imperfecta' (Bruguera). De su mano, repasamos el ranking de los cinco principales agobios clásicos de padres y madres para 'desmontarlos'.
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Parece que cuando se trae una criatura al mundo hay que elegir bando, el de la teta o el del biberón, que, al parecer son irreconciliables. «¡Este debate está más en las redes sociales que en el tú a tú.Las madres, cuando se juntan, tienen más cosas en común que diferencias. Cada mujer tiene su historia y sus motivos para optar por una cosa u otra... y cara a cara se comprenden», asegura la experta. Así que lo mejor es no dejarse llevar por guerras ficticias.También ocurre con otros temas, especialmente con el colecho (dormir en la cama con los padres): «Cada cual que escoja la manera de dormir que mejor le funcione, nuestras abuelas y bisabuelas practicaban el colecho por necesidad, hoy podemos elegir». Y con el BLW (baby led weaning), la introducción de alimentos sólidos sin triturar, con grandes fans y detractores. ¿Qué hacer? Pues no caer en eso de «la opción que yo elijo es la mejor». «La primera norma para no agobiarnos es dejar de juzgar con dureza a otras por lo que hacen y por lo que no, sobre todo porque muchas veces esta reacción, como todas las posiciones muy polarizadas, vienen de nuestra propia inseguridad», añade Roig, cuyos 'consejos' le han proporcionado más de 80.000 seguidores en Instragram.
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Nos suele quitar el sueño que los peques tengan rabietas y que nosotros, los adultos, gritemos y perdamos los nervios. Y buscamos en Internet fórmulas mágicas. Roig afirma que vivimos con un enorme miedo «a que nuestras criaturas se traumaticen por las cosas que nosotros hacemos». Y anima a que dejemos de ser tan dramáticos: una madre o un padre es mucho más que esas personas que de vez en cuando se vuelven gritonas.
Y añade un consejo: en lo que se refiere a la crianza hay que huir de dos palabras: 'siempre' y 'nunca', «ya que así evitamos cargar con más culpas de las necesarias». Muchas personas antes de tener hijos se hacen una agenda de lo que nunca o siempre harán. Pues bien, pasaporte al fracaso. Criar personas requiere flexibilidad.
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Celos entre hermanos, la necesidad de echar mano de abuelos o de alguien del entorno porque ya no llegas a todo con ese segundo bebé, falta de tiempo... La llegada de un segundo hijo sume a veces a los adultos es una espiral de angustia. Las herramientas que hemos logrado habilitar con nuestra primera experiencia posiblemente ya no nos sirvan y caemos, de nuevo, en la inseguridad. «Quizá teníamos la ilusión de que llegábamos a todo... y vemos que no y debemos aceptarlo.Mejor rebajar las espectativas», apunta Roig.
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Pocas cosas angustian más a los adultos que tener que dejar a sus hijos en la guardería por motivos laborales. Hay hasta lloros (de adultos) en el momento de la separación y mucho estrés por ambas partes. «Es que es muy violento tener que dejar a un bebé a las 16 semanas en manos de otros. A veces, ocho horas al día...», admite Paola Roig. La experta asume que en la mayoría de los casos la escuela infantil «es una necesidad», pero «para los adultos, no para los niños». ¿Cómo afrontar este momento? Uno de los 'tips' es este: pensar que 'un poco es mucho'. Es decir, si hay que dejarlos no es lo mismo que sean 8 horas o 6, no es lo mismo si algún día pueden hacerse cargo los abuelos, no es lo mismo si podemos ir nosotros mismos a recogerles... Estas cosas marcan la diferencia.
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¿No tendría que andar ya? ¿Con cuántos meses se sienta? ¿Aún no va solo al baño? ¿Contamos cuántas palabras conoce para ver si todo está bien? ¡¡¡Stop!!! Cuántas desazones con el tema de los hitos en el desarrollo infantil. Es una de las principales preocupaciones en las consultas de los pediatras. «Ellos podrán hacerlo cuando estén preparados.Solo hay que esperar y dejar nuestra impaciencia a un lado», indica la experta. Aunque hay ciertos plazos que hay que vigilar, «estos suelen ser muy amplios», así que démonos margen antes de agobiarnos.
«Con la crianza pasa que estamos tan desorientados que necesitamos 'guide lines' ('guías') para tener la tranquilidad de que todo va bien. Pero, ojo, no hay que ser estrictos», añade Roig.
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