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Guillermo Elejabeitia
Viernes, 4 de agosto 2023, 18:41
Dicen los entendidos que la cocina de Pedro Sánchez –el cocinero, el de Bagá, el del sentido del humor reposado y acento de Jaén– brilla más por sus ideas brillantes que por la suntuosidad de su despensa o la sofisticación de sus técnicas. Al fin y al cabo, en 40 metros cuadrados, con ocho cubiertos y una cocina «casi de juguete», Pedrito tiene que agudizar el ingenio si quiere sorprender como sorprende a un público que le ha encumbrado como uno de los chefs más interesantes de su generación. En su casa –nombrada hace un par de meses el cuarto mejor restaurante de Europa según la lista Opinionated About Dining– se comen platos con dos o tres ingredientes, y lo mismo pasa cuando termina el servicio y el chef se pone a cocinar para la familia.
El aperitivo que nos propone es un ejemplo de planteamiento sencillísimo, que, sin embargo, puede cambiar la distinción clásica que hacemos entre frutas y hortalizas, postres o ensaladas. Se trata de una sandía aliñada como si fuera un tomate «con su vinagre, su buen aceite de Jáen, sal y unas hojitas de albahaca». También añade un poco de tomate rallado y cebolleta fresca picada, quizá para evocar la ensalada original que le inspira. Si la sandía no es de su agrado, prueba con melón, y si no tiene tomates maduros a mano para la ralladura, prepara una salsita de yogur y sustituye el vinagre por zumo de limón, «pero las hojitas de albahaca que no falten». Apetecible, ¿verdad? Pues se le ocurrió inventando maneras de que comieran fruta sus sobrinas, «que son unas elementas para comer y tengo que andar engañándolas».
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