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Depende de cómo venga de frío el invierno pero, por muy beningno que se presente, calcule que de aquí al mes de abril gastará en calefacción entre 300 y 700 euros –en función de si tiene gas natural, gasóleo o electricidad (radiadores eléctricos o bomba ... de calor)–. Eso en el caso de un invierno con temperaturas normales para la época... y de un uso eficiente de la calefacción. Sobre lo primero no podemos intervenir, pero sobre lo segundo sí. Con un doble efecto: ahorro energético y ahorro en el bolsillo.
Porque subir un grado más en el termostato tiene efecto. Tanto como un 7% más en la factura a final de mes, advierten en la Organización de Consumidores y Usuarios –han hecho el cálculo tomando como referencia un hogar de 90 metros cuadrados–. Según sus cuentas, un hogar medio paga en el mes de noviembre 51 euros de calefacción si tiene gas natural y hasta 110 si la instalación es eléctrica. Así que subir el termostato de 23 a 24 grados, por ejemplo, implicaría pagar 4 y 8 euros más, respectivamente. Y otro tanto si se sube a 25, a 26, etc.
El incremento en la factura es un hecho objetivo y cuantificable. Pero no así la temperatura de confort. El Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios –una norma de carácter nacional– solo fija los grados obligatorios en oficinas y espacios públicos: entre 21 y 23 grados en invierno y entre 23 y 25 el aire acondicionado en verano.
De la temperatura en viviendas no dice nada, pero podemos tomar como una buena referencia esos 21, 22 o 23 grados, señala Arcadio García Lastra, secretario técnico de la Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (Atecyr). Eso durante el día. Por la noche, advierte, conviene bajarla y dejarla entre los 15 y los 18 grados.
«La temperatura de confort es algo muy personal, pero se calcula teniendo en cuenta algunas variables. En primer lugar, la actividad que se esté haciendo, ya que no es igual estar concentrado en la oficina que estar tumbado en el sofá. En este último caso se podría subir un poco el termostato, medio grado, por ejemplo, aunque este año hay mucha gente teletrabajando, así que a esos efectos es como si estuviese en la oficina. También hay que adecuar la ropa a la época del año, de manera que se esté en casa con un jersey ligero y no en pantalón corto en casa. Finalmente, influye si la vivienda tiene mucho cristal que permita la entrada de la radiación solar, lo que aumentaría la sensación de confort».
Aunque el invierno más duro está por llegar –enero suele ser el mes más frío– noviembre e incluso octubre en algunas zonas 'inauguran' el encendido del radiador en las casas, que no se suele apagar hasta abril. Medio año durante el que deberíamos tener la calefacción encendida. Todos los días y a todas horas, advierte el especialista. «Resulta chocante, pero es así. Está demostrado con creces que es la manera más eficiente de calentar la casa». Y explica por qué: «Los radiadores calientan el aire de la vivienda y las paredes. Si durante el día los tenemos a 22 grados y por la noche los apagamos se enfriará no solo el aire, también las paredes. A la mañana siguiente cuando nos levantemos y la volvamos a encender tendrá que volver a calentar ambos. El aire se calienta pronto porque es poco el volumen que hay en una casa, pero los muros del piso tardan mucho en calentarse».
Un ejemplo para entenderlo mejor: «En verano se está 'fresco' en las casas de piedra. ¿Por qué? porque aunque haya 35 grados en la calle esa pared gruesa no dejar pasar el calor. Y lo mismo sucede con las paredes que la calefacción ha calentado en invierno: no dejan pasar el frío de fuera, ya que hay tanta masa que hace de barrera protectora. «Si apagamos la calefacción por la noche, ese 'calentón' de la mañana siguiente gastará mucho, por no contar que la caldera tardará bastante más tiempo en alcanzar esos 22 grados que nos gusta tener que si por la noche la dejas a 17, por ejemplo».
Desde Atecyr aconsejan dejarla encendida incluso aunque nos vayamos a ausentar una noche de casa. Si nos vamos para más tiempo habría que apagarla.
– Hay quien sube o baja varios grados a lo largo del día, porque hay momentos en los que uno tiene más calor o más frío.
– Si has incrementado la actividad en casa y tienes calor de repente, aunque bajes dos grados vas a tardar en notarlo, precisamente por la inercia de las paredes, que mantienen el calor en el interior. Y lo mismo si sientes frío. Aunque la pongas a 25, el tránsito hasta alcanzar esa temperatura igual implica hora y media.
En estas circunstancias excepcionales que vivimos, la recomendación de ventilar los espacios privados es más que una recomendación. «Cuanto más se ventile, mejor. Aunque sea contraproducente para la eficiencia energética hay que abrir las ventanas», insiste Arcadio García Lastra. El ahorro, este año más que nunca, no debe venir de 'ahorrar' en ventilación, sino de no pasarnos con los grados. «Tener la casa a 21 grados en lugar de a 24 nos permitirá un ahorro de más del 20% en la factura», hacen la cuenta desde la OCU.
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