Mamá quiero ser filósofo!» No sucede así. Se suele decir con la boca pequeña, «que todavía hay esa cosa de que un estudiante brillante se malogra haciendo Filosofía», lamenta Antonio Campillo, catedrático de la Universidad de Murcia. Lo sabe por experiencia propia –«mi padre quería ... que estudiase arquitectura o ingeniería, así que costó un pequeño disgusto en casa»– y ajena: «Hace unos años un colega de la Facultad de Medicina me contaba como si fuese una tragedia que su hijo quería hacer Filosofía en lugar de ser médico, como él, su padre, su abuelo... El año pasado, en la presentación de uno de mis libros, se me acercó un chaval y me dijo: 'Yo soy el hijo de aquel amigo tuyo'. Al final mi padre me convenció para estudiar Medicina y me especialicé en Psiquiatría. Pero ahora me he puesto a estudiar Filosofía'. Me gustó, porque aquel chico, aunque más tarde, había cerrado el círculo».
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La anécdota es muy ilustrativa de la consideración que tradicionalmente han tenido las clases de 'filo'. «Es una de esas materias que se ha estirado y encogido como un chicle en el currículo escolar. La famosa Lomce nos hizo mucho daño porque eliminó dos de las tres asignaturas sobre filosofía en Secundaria». La 'pelea' ahora es hacerles de nuevo hueco. No solo ahí...
«Filosofía ha sido un comodín, pero es como Matemáticas o Lengua, requiere varios cursos. En mates un año estudias álgebra, otro trigonometría... y se empieza desde niño». En España lo más cerca que ha estado Filosofía de la Educación Primaria fue aquella Ética como alternativa a la asginatura de Religión. «Aquello devaluó mucho la asignatura, era una hora por semana y se utilizaba la clase de Ética para hacer cualquier cosa», lamenta Campillo, filósofo, escritor y expresidente de la Red Española de Filosofía (REF).
– ¿Cómo acercar a un niño de 5 años a Platón?
– A esa edad no les hablas de Platón o de Aristóteles. Pero a un chaval de 5 o 6 años le puedes enseñar a reflexionar sobre conceptos como la verdad y la mentira, el bien y el mal... Hay cómics, relatos... personajes con los que se pueden sentir identificados y que les pueden ayudar a pensar, a reflexionar sobre lo que significa mentir a un compañero de clase, por ejemplo. Es un método muy 'socrático' en el que el profesor les 'saca' sus ideas, les muestra sus contradicciones, ejerce de intermediario más que de maestro. En Inglaterra hicieron un experimento: en 25 colegios incluyeron filofosía para niños y en otros 25 no. Estudiaron los resultados académicos durante los siguientes tres cursos y fueron mejores en los centros que la impartían.
Que no es una asignatura, insiste Campillo, sino «un aprendizaje transversal que conecta saberes, un espacio fronterizo muy formativo». Nada abstracto, muy concreto: «La Filosofía es una manera de capacitar a los alumnos para pensar por sí mismos, para que sepan debatir con sus compañeros, razonar... Son destrezas y habilidades que les van a servir en la vida y en cualquier carrera que hagan».
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Porque aunque un tercio de los graduados en Filosofía se dedican a la docencia, el resto «ejercen de editores, de periodistas, se dedican a la política, a la gestión cultural...». Y «quizá no ganan como un médico, pero tal vez sean felices» porque la Filosofía es algo «muy vocacional».
– ¿No ha sufrido esta carrera crisis de vocaciones?
– No, ni siquiera en plena crisis económica. Los estudiantes se mantienen más o menos estables, en torno al millar en las 24 titulaciones de Filosofía que hay en España. En la Universidad de Murcia donde estoy yo hay 60 plazas y todos los años se llenan de alumnos que la han elegido como primera o segunda opción.
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Quizá alguno de ellos se 'enganchó –«la Filosofía es como un virus»– en una de esas Olimpiadas filosóficas que se hacen en Secundaria: «Se parte de una noticia y se les plantea un dilema moral. Puede ser desde cómo transforma el móvil la relación con tus amigos o los criterios para asignar los respiradores que hay en un hospital entre todos los pacientes ingresados por coronavirus. La reflexión ética no es blanco o negro, tienen que aprender de la complejidad que implica tomar ciertas decisiones». Y la primera decisión es elegir esa carrera y no otras. «El 70% de los graduados asegura que volvería a elegir la misma carrera».
«La filosofía es reflexión y crítica. Estamos en tiempos en que la incertidumbre se cierne especialmente sobre las sociedades. Cada vez hay que hacer frente a problemas más complejos e inesperados o imprevistos. Y analizar lo que pasa no corresponde a ningún sector en exclusiva, sino que hace falta una mirada más general que es la que puede aportar la Filosofía». La reflexión la firma Victoria Camps, filósofa y autora de numerosas obras, la última 'La búsqueda de la felicidad' (Arpa Editores). Le pedimos una lectura para estos tiempos y nos remite a los estoicos: «Nos enseñaron algo fundamental para reaccionar adecuadamente ante las adversidades: tomar conciencia de nuestras limitaciones, aceptar lo inevitable y esmerarnos en abordar lo que puede ser evitado porque depende de nosotros. En la línea de los estoicos, la lectura de Montaigne siempre aporta algo interesante y aplicable a situaciones críticas».
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