Valladolid es, basta con fijarse un poco, un zoológico inesperado de leones de bronce, de osos de piedra, de peces de metal. Una pajarera llena de palomas esculpidas y de cigüeñas atrapadas al vuelo por el lazo de un aerógrafo. Un safari de leones al ... pie de José Zorrilla y de tigres en un cuadro de la luz. Valladolid sorprende al paseante con rebaños de ovejas, caballos desbocados, un león que escala por la escultura de Colón. La ciudad ofrece curiosas estampas donde los animales toman protagonismo en las fachadas de edificios históricos, en medianeras con forma de mural, en esculturas públicas. Ahora que el artista callejero Banksy ha diseminado por Londres varios grafitis con forma de animal, es un buen momento para recordar cómo el arte ha utilizado, a lo largo de la historia, Valladolid como lienzo, jaula, aprisco o redil. Este es un recorrido artístico por el zoológico pucelano.
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La ruta puede comenzar por esas fauces de león en las que tantos vallisoletanos han metido alguna vez sus manos. Son las fieras que reciben con la boca abierta las cartas en el Palacio de Comunicaciones, la sede que Correos abrió, en 1922, diseñada por Jerónimo Arroyo. El trío de bestias, de bronce dorado, anuncia los destinos de 'Interior', 'Correos península' y 'Correos extranjero', mientras come a diario los sobres y postales que se envían desde el centro de Valladolid.
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La de los leones es quizá la iconografía animal más repetida en el espacio público vallisoletano. Tal vez los más evidentes son los que decoran las columnas situadas frente a la iglesia de San Pablo (trece, con el escudo del Duque de Lerma) y el edificio histórico de la Universidad (18). Estos últimos fueron tallados por José de la Portilla y Santiago González (entre 1724 y 1726) y el adagio universitario dice que aquel que los cuente nunca terminará sus estudios. No hay problema en decir que son 18, ya otros los han contado antes por nosotros. Estas columnas leonadas marcaban el límite de jurisdicción especial de los espacios religiosos o universitarios. Y leones hay también en los jardines interiores del Palacio de Santa Cruz. O en el perímetro de la Fuente de la Fama. O en las dos grandes estatuas que abrochan los extremos de la Acera de Recoletos. El leonado animal se asoma a la base de la escultura de Zorrilla (obra de Aurelio Rodríguez Vicente Carretero, inaugurada en septiembre de 1900) y también trepa por el monumento de Colón (de Antonio Susillo, 1905), mientras con una de sus garras arranca el inicio de la frase 'Non plus ultra'. Para quitar el 'non' de la expresión y demostrar que, después de Colón, sí que había tierras más allá.
Hay leones (como símbolo guardés) en edificios residenciales, como en el de la Unión y el Fénix (atención también a su emblemática figura alada), la Casa Mantilla o en una de las ventanas del Palacio de los Valverde (en la calle San Ignacio). Puede escucharse su rugido pétreo en los pilares que enmarcan el acceso al Paseo del Príncipe del Campo Grande, como recuerda el cronista Jesús Anta, quien ha seguido las huellas leoninas por la ciudad. Y además, el gran escudo central de la fachada del colegio de San Gregorio está sujetado por dos leones rampantes. No son los únicos animales que pueden verse en el tapiz pétreo del Museo de Escultura, ya que allí también están el águila de San Juan y, si uno se fija bien, un pequeño caracol.
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Para descubrir el caracol hace falta paciencia y, si no se tiene buena vista, un potente zoom de móvil. Pero ahí está, como símbolo de la pereza que se debía combatir con el estudio y trabajo en el Colegio de San Gregorio. Hay un caracol más, pequeñito, en el Campo Grande. Está en la escultura 'Muchacha sentada mirando a un caracol', un trabajo en cemento con imprimaciones, de 1969, situado en uno de los caminos laterales junto a la biblioteca. La pieza es obra del escultor salmantino Agustín Castillas, quien también esculpió un oso polar que puede verse en el perímetro del parque, en la Acera de Recoletos.
Sin salir de esta zona, hay una jauría de perros en el mural que decora el acceso al aparcamiento subterráneo de Zorrilla. La obra, del artista brasileño Eduardo Recife, se titula 'The blind march' y plantea «cómo los avances de la globalización, los gobiernos autocráticos y las grandes tecnológicas marcan la marcha hacia un progreso distópico», explicaba el autor de una obra donde también puede verse un mono.
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Casi enfrente, al otro lado del Paseo de Zorrilla, desfilan las crines de bronce del 'Monumento a los héroes de Alcántara', el grupo escultórico de Mariano Benlliure (1931) que inmortaliza un momento de la Campaña de Marruecos. La cabeza de un caballo se asoma en Fuente Dorada. Y hay también poderío equino en los mosaicos azulejados del Palacio de Pimentel. Allí están reflejadas varias escenas de la historia de Valladolid y son muchos los caballos que las ilustran.
Hay toros sueltos en las calles de Valladolid. Por ejemplo, en el arco de astados (formado por cuatro cabezas de toros en bronce) que desde el 13 de mayo de 2007 decora, con la firma de Carmen Tablada, las inmediaciones del coso de Zorrilla. O el morlaco que desde 1999 contempla el tráfico que pasa por la glorieta del antiguo matadero (es obra de José Luis Medina). Hay también toros y bueyes en el mural que decora uno de los laterales de la ermita de San Isidro, en la zona donde la hermandad custodia un museo de aperos. En ese mural, que recrea varias estampas labriegas y ganaderas, hay también ovejas representadas. Y un rebaño es el protagonista de 'La mesta', el conjunto escultórico de Miguel Escalona, de doce metros de largo, que recuerda el recorrido de la Cañada Real justo al inicio de esta calle en Valladolid. Las 24 ovejas (churras, merinas y ojaladas) están acompañadas por dos perros y el pastor.
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Hay más canes en las calles de Valladolid. El más colorido está en la plaza San Antonio de Padua, en el Pinar de Antequera, junto a la calle Espliego. Allí, con una pose simpática, descansa el perro azul ('Blue dog'), con aires de pop art, que Romero Britto trabajó en aluminio, con policromía y esmaltado. Este cachorro tiene su gemelo al otro lado del Atlántico, ya que una escultura similar se colocó en Orlando, con motivo del hermanamiento de Valladolid con aquella ciudad de Estados Unidos.
Más ladridos podrían escucharse en una de las placas que decoran el muro exterior de la Casa de Cervantes, con vistas a la calle Miguel Íscar. En 2005, la escultora Belén González trabajó en un bajorrelieve que recuerda la obra cervantina 'El coloquio de los perros'. En otro de esos relieves, 'El casamiento engañoso', pueden verse pájaros.
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Los pájaros son uno de los grandes reclamos del zoo pucelano. Está la ilustración de la cigüeña al lado de la placa de la calle Cigüeña. Las aves gigantes de la plaza Joaquín Díaz. El cisne de la fuente del Cisne. La abubilla con que la artista Eva Mena ha ilustrado una medianera en López Gómez. La paloma en escultura (en piedra artificial y granito) del parque de la Paz. Los pájaros (y jaulas) de Manolo Sierra en Juan Mambrilla.
Hay patos (y peces) en uno de los murales que el muralista Nano Lázaro ha dibujado en la calle Cigüeña y este autor es también el responsable de la decoración en el remodelado anfiteatro de Parquesol, donde ha plasmado pájaros, conejos y mariposas.
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Los pájaros coloridos se asoman a uno de los cuadros de la luz que Tamara Anegón ha revitalizado con sus 'Cuentos urbanos'. El de las aves está en la plaza de Garrido Capa. Hay otro, en la plaza de España 8, con un simpático tigre y un ratón, ambos con aires de animación infantil, ya que uno de los objetivos de la autora es reivindicar el espacio público también para los más pequeños.
Una parte importante de estas ilustraciones en paredes y medianeras de Valladolid ha llegado de la mano de proyectos artísticos como Creart o Distrito Vertical, que también han incluido intervenciones en infraestructuras grandes, como el Arco de Ladrillo. Allí puede verse (aunque las obras actuales y el paso del tiempo lo complican un poco) una ballena jorobada, en un juego de perspectivas propuesto en 2021 por el arquitecto y muralista Eduars, que navegó por las antípodas vallisoletanas para sumergirse en el mar de Tasmania, cerca de Nueva Zelanda. Y allí navega esta ballena, habitual en la zona austral, acompañada por otros peces autóctonos. De la misma convocatoria es el mural de la artista Aida Garrido 'Dyca', con un zorro (abrazado por una mujer) en la calle Fray Luis de León.
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El Arca de Noé tiene otras paradas en los parques infantiles, donde en ocasiones los columpios toman forma de animal (ahí están las mariquitas de la plaza del Caño Argales). Sin salir de los parques, hay que ver nadar a los peces que en 1999 ideó Cristóbal Gabarrón para las barandillas del Ribera de Castilla.
Este safari por las calles de Valladolid ofrece, por si fuera poco, ejemplos de animales fantásticos (hay dragones en las puertas de Miguel Íscar, 17) y reptiles. Luis Santiago aprovechó en 1996 el sinuoso trazado de la calle Sierpe para extender por el suelo, con adoquines cerámicos y elementos metálicos, una serpiente, cuya cabeza mira hacia Cánovas del Castillo y la cola hacia Regalado.
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Pero este recorrido por el zoológico pucelano tiene seguro más paradas. Por eso, invitamos a los lectores de El Norte de Castilla a participar. Si conoce más imágenes de animales representadas en calles y monumentos de Valladolid, puede enviarnos un mensaje de Whatsapp (al teléfono 682 74 51 86), con su nombre, una fotografía y lugar de ubicación.
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