Aitor Martínez, en marcha de nuevo con la bicicleta eléctrica. Rodrigo Jiménez
Valladolid

Vuelve a patrullar siete años después del accidente: «Tengo secuelas, pero soy feliz»

El policía municipal Aitor Martínez recibe el alta para ejercer sus funciones en la calle y enfocar su carrera a la educación vial: «No quiero que nadie destroce su vida y la de sus seres queridos»

Álvaro Muñoz

Valladolid

Viernes, 28 de abril 2023, 00:01

La lleva debajo de su uniforme. Atada al cuello, pero no tiene reparos en enseñarla cada vez que habla del momento en el que su vida cambió para siempre. La suya y la de sus seres queridos. Es su otra placa de identidad y ... en ella brillan dos fechas. La primera, el 30 de marzo de 1973, la de su nacimiento; la segunda, el 25 de febrero de 2016, la del día en el que un camión le arrolló cuando montaba en bicicleta con un compañero (falleció tras el accidente) y mandó al protagonista de esta historia a la UCI para debatirse entre la vida y la muerte.

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Siete años después, Aitor Martínez, policía local de Valladolid, ha vuelto a la calle. Ha vuelto a patrullar. A seguir con sus funciones públicas sin tener que desempeñar únicamente labores burocráticas. Las mismas que completó durante los últimos cinco años hasta que en enero de este 2023 diera un paso más en su rehabilitación y recibiera el alta para ser policía de barrio de La Victoria. Eso sí, sin dejar de lado toda la labor educativa vial que ha llevado a cabo en el último lustro, pandemia mediante, con la coordinadora en Castilla y León de la Asociación Española de Lesionados Medulares, Mari Paz González. «Somos un equipo único en España, dos afectados por accidentes de tráfico y con un policía que ha sufrido esa situación para hablar en primera persona», recalca antes de describir su nueva vida profesional.

Porque Martínez rebosa felicidad. Lo hizo nada más salir de la UCI, y durante su año y medio de baja, y el lustro como policía en tareas administrativas; y ahora, por fin, en la calle. «He enfocado mi carrera profesional a la educación vial para que los jóvenes y futuros conductores no cojan el coche bajo los efectos del alcohol y las drogas, y no sean protagonistas de un siniestro vial que les va a quitar todas las libertades. Y sobre todo para que no destrocen sus vidas ni la de sus familias», agrega Aitor Martínez, que agradece el esfuerzo de la Jefatura de la Policía Municipal y del Ayuntamiento para que esté, otra vez, al servicio del ciudadano. Y eso se debe a que le han proporcionado un material especial para que su cintura, aún maltrecha, aguante el menos peso posible. «Me habrán quitado entre dos y tres kilos de carga. Ahora todo lo que llevo supondrá un kilo en total», apunta. Y es que su pistola, grilletes y su porra extensible son más ligeros.

Aitor Martínez muestra su medalla con las dos fechas de sus 'nacimientos'. Rodrigo Jiménez

«Me han quedado secuelas. No puedo correr largas distancias, ni más de un minuto. Se me contractura la espalda y la zona donde me impactó el camión sufre más. Ahora, valoro cosas como poder andar, vestirme solo, asearme, poder ir a ver a la familia o venir a trabajar. Cuando te arrebatan todo eso, uno lo echa de menos», añade ilusionado por sus nuevas funciones.

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«Todos pensamos que no vamos a tener un accidente de tráfico»

Trabajos que le han obligado a no tener huecos en su agenda. El mes de mayo estará copado con visitas a centros educativos para recordar a jóvenes que aún no tienen edad de conducir que piensen en un futuro cuando se tomen dos cervezas antes de coger el coche, o que cambien de canción en el móvil. «Todos pensamos que no vamos a tener un accidente de tráfico. Que piensen en sus padres y en todo lo que van a sufrir», agrega antes de indagar en esos recuerdos que aún le pellizcan el corazón.

Se acuerda de todo lo que sufrieron sus padres cuando tenía opciones escasas de salir con vida de la operación tras el accidente. «Cuando fueron al hospital pensaban que había fallecido. Cuando se enteraron de que estaba vivo, les dijeron que se pusieran en lo peor. Estaba muy mal. Les dieron la oportunidad de darme un beso de despedida antes de entrar en el quirófano. Me pusieron la mascarilla y se me hizo de noche. Contra todo pronóstico conseguí salir», rememora el agente, cuya vida cambió radicalmente.

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Ahora, sus despertares son similares. No hay mañana en la que no recuerde ese golpe y esos momentos de angustia en el arcén de la VA-30 sentido Arroyo de la Encomienda –entre las salidas hacia el paseo de Zorrilla y el Camino Viejo de Simancas– cuando un camionero de nacionalidad portuguesa les arrolló. «Aún tengo pesadillas. Abro el ojo y pienso en el accidente cada día. Y pienso un día más en que soy feliz. Quiero disfrutar de la vida. La vida es bella aunque tenga sus durezas. Hay que vivirla. Por ejemplo, no me he vuelto a enfadar porque no merece la pena. Hay cosas importantes que son volver a ver a tus padres, por ejemplo. Ellos han sufrido muchísimo», manifiesta desde la bicicleta con la que surcará los carriles bicis con la intención de dar ejemplo a los ciudadanos.

«Aún tengo pesadillas, me despierto y pienso en el accidente cada día»

Un medio de transporte al que le costó volver a utilizar. Sigue con ese respeto y sin la intención de salir a la carretera con ella «para que mi familia no vuelva a tener una situación similar, ellos son víctimas no reconocidas». «Tengo más respeto a la bicicleta. El primer día que monté en una de ellas tras el accidente, me derrumbé psicológicamente», concluye Aitor Martínez.

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