Vuelta tranquila a las aulas pero sin descartar futuras incidencias

Choques de codos para saludar a los nuevos compañeros y abrazos reprimidos en los reencuentros con los ya conocidos. El inicio del curso en la Universidad de Valladolid estuvo marcado ayer por la expectación generada ante las medidas de seguridad que hay que seguir. Gel de manos al entrar en cada edificio, distancia señalada por líneas en el suelo y flechas que indican la dirección permitida en cada pasillo.

Los estudiantes y demás miembros que conforman la comunidad universitaria seguían atentamente las indicaciones para intentar respetar en todo momento la normativa. El rector de la UVA, Antonio Largo Cabrerizo, realizó ayer un recorrido por varias facultades para dar la bienvenida a los alumnos que, tras seis meses, vuelven a llenar las aulas. En su visita, reconoció que tanto él como su equipo directivo están «muy contentos e ilusionados de poder abrir los espacios universitarios». Además, destacó que «se va a hacer todo lo posible para preservar la salud de toda la comunidad universitaria». Aunque admitió que «sería un milagro que no hubiese ninguna incidencia», en palabras de Largo Cabrerizo.

Aún así, el rector aseguró ante los medios que la Universidad afronta el curso «razonablemente bien y como se había planificado». Recordó que entre todos los centros de la UVA se imparten 2.700 asignaturas y que más de 26.000 personas forman parte de la comunidad universitaria, por lo que «la estadística juega en nuestra contra». No obstante, y a pesar de ello, se mostró tranquilo y confiado ante este nuevo reto.

Algo más nerviosos se vieron en la mañana de ayer algunos de los alumnos que acudían a sus centros universitarios, especialmente los que lo hacían por primera vez. «Es mi primer día y tener que cumplir tantas normas hace que la experiencia se complique», reconocía visiblemente alterado uno de ellos, estudiante de Ingeniería Mecánica que se estrenaba en esta etapa educativa. Como él, el resto de compañeros y personal laboral y docente portaban mascarillas y se desinfectaban las manos al entrar en el centro.

El rector asistió a una clase impartida en lo que se ha denominado el aula espejo, una modalidad que permite que los alumnos que se queden fuera de la clase por motivos de seguridad sanitaria y, una vez alcanzado el cupo máximo de ocupación, se trasladen a otro espacio y puedan seguir desde allí las explicaciones del profesor en directo. Una vez iniciada la clase, pueden levantar la mano virtualmente –pulsando un botón– y el docente atiende a sus consultas. En Mecánicas lo estrenaron ayer aunque con dificultades iniciales en la calidad del sonido.

En la dirección que está siguiendo el equipo directivo de la UVA para modernizar los espacios se ha incorporado un nuevo sistema para controlar las personas que se encuentran en cada clase. Se trata de un código QR colocado en las mesas y que cada alumno, al entrar, tiene que escanear con su dispositivo móvil, rellenar los datos y enviar a un correo electrónico. Así, se conoce quién ocupa cada puesto en el caso de que algún alumno del aula haya dado positivo y se pueden controlar los contactos.

Por lo demás, en los pasillos se palpaba a partes iguales inquietud, pues el propio Largo Cabrerizo admitía que se esperan incidencias a lo largo de este curso tan extraño, y tranquilidad porque «se ha hecho un excelente trabajo, aunque todo es mejorable», puntualizó el rector.

No obstante, los alumnos destacaron que mantienen la confianza en que todo irá bien pero sin ocultar sus dudas en el primer día de un curso atípico para todos ellos.

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