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«No me importa haber esperado casi una hora; tenía ganas de vacunarme, ya era hora de que nos tocara», decía este lunes por la mañana María Dolores Díez, vallisoletana de 65 años, tras recibir la primera dosis de AstraZeneca, a las puertas del centro cultural Miguel Delibes de Valladolid capital ... . No escondía su alegría y «tranquilidad» tras haber recibido el primer «pinchacillo». «No ha sido nada; al principio un pinchacillo y un poco de escozor, pero estoy bien», afirmaba, al tiempo que reconocía que «tenía ganas» de que le llegara el turno porque es profesora y «era preocupante que pudiera pasar algo con los alumnos».
Junto a ella, decenas de vallisoletanos nacidos en 1956 aguardaban desde primera hora de la mañana de este lunes, convenientemente separados, en la explanada del centro cultural para recibir la inmunización en el primer día de vacunación masiva del colectivo, que se prolongará hasta el jueves (el viernes se hará lo propio en Medina del Campo, para aquellos que estén empadronados en el citado municipio, Alaejos, Íscar, Olmedo y Serrada). Las colas eran abultadas. Por momentos bordeaban buena parte del Miguel Delibes, si bien transcurrían de forma fluida e iban menguando conforme avanzaba la mañana.
Vacunación masiva en Valladolid
El goteo de sexagenarios era constante durante toda la mañana. También de familiares que esperaban en uno de los accesos a que pasaran los quince minutos de rigor desde que a sus seres queridos se les inoculaba con AstraZeneca. Otras, como Ángeles Manso y Ángela Rojo acudieron solas, pero se hicieron «amigas de cola». «Esta ya es una amistad para toda la vida», bromeaban a la salida del centro. Ambas coincidían en que «no dolía nada» y que «había ganas», aunque también admitieron que, al principio, cuando les convocaron, sintieron «respeto». «He venido convencida porque hay que vacunarse, pero cuando me dijeron que me vacunaban con AstraZeneca...», comentaba la primera. «Es lo que hay que hacer. Ahora, a esperar a ver cómo resulta, pero contenta», añadía la segunda.
Muchos de los «afortunados», como coincidían varios de los convocados, acudieron con antelación. Pese a ello, tuvieron que guardar colas que, como en el caso de Rafael Cabezudo, rozaban los 45 minutos. No iba muy «convencido», pero estaba seguro de que «es lo que hay que hacer». «Es lo que hay; no estoy muy convencido, pero como es la vacuna que nos toca, pues adelante», señalaba. Quien también afrontaba la espera con «incertidumbre» era Ángel Rioja. Este militar jubilado, afincado en Valladolid «desde hace muchísimo», apuntaba que había vivido los días previos «mejor de lo que esperaba». Antiguos compañeros que ya habían recibido la primera dosis le advirtieron que «se vivía con nervios». Pero no. A él no le sucedió. «Estoy con un poco de incertidumbre; ya no sabes si pensar si la vacuna es buena, si no... Pero aquí estamos, hay que vacunarse», proseguía.
Otras, como María Jesús de Pedro, asistieron también con antelación. «Tenía ganas de vacunarme, creo que es la única vía para salir de esto», incidía, al tiempo que confiaba en que no le diera efectos secundarios. «Espero que no haya reacción, pero hay que ir a ello porque no queda otra; si mi hijo se ha vacunado, ¿cómo no voy a hacerlo yo?», se cuestionaba.
Elritmo de vacunación no parará en Valladolid. Hasta el jueves continuará la inmunización de los del 1956, si bien el viernes se hará lo propio para aquellos que, nacidos en ese mismo año, tienen su tarjeta sanitaria en Medina del Campo, Alaejos, Íscar, Olmedo y Serrada, en el polideportivo municipal de la primera localidad. Mañana martes será el turno para los nacidos en abril, mayo y junio; el 7, para los de julio, agosto y septiembre; y el 8, para los de octubre, noviembre y diciembre.
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