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Encarna Castaño. El Norte
Coronavirus Valladolid: «El virus te pega una paliza en el cuerpo que no te deja ni mover»

«El virus te pega una paliza en el cuerpo que no te deja ni mover»

Encarna Castaño, de 59 años, superó la covid-19 en marzo y anima a «no venirse abajo». «Se pasa mal, pero hay que cuidarse y tirar para adelante por nuestra gente»

Eva Esteban

Valladolid

Jueves, 5 de noviembre 2020, 07:08

A Encarna Castaño Valiente, de 59 años, «nunca» se le olvidará el 27 de febrero de este año. Ese día, Sanidad confirmó los dos primeros casos de infección por coronavirus en Castilla y León. Uno en Segovia (un estudiante italiano) y otro en Valladolid, en el parque tecnológico de Boecillo (un ingeniero iraní que llevaba una semana en la provincia). Fue también ese jueves, tras leer la prensa, cuando esta vallisoletana comenzó «por fin a atar cabos». Llevaba «varios días» con malestar general en el cuerpo. Febrícula, «cansancio generalizado y un dolor muy fuerte de articulaciones».

Pero como entonces la nomenclatura de la covid-19 sonaba «tan lejana» en tierras castellanas y leonesas –«recuerdo ver la tele y pensar: 'Seguro que aquí no llega'», incide–, ni tan siquiera se planteó que pudiera tratarse de este virus. «Pensé que era una gripe, pero me notaba rarísima. No podía salir de la cama y me costaba respirar. Sabía que no era normal lo que tenía, porque no me venía como un catarro normal o una gripe como las que pasé otros años;era todo rarísimo», asevera.

Era finales de febrero y por entonces Castaño no se «imaginaba lo que estaba por venir». El Gobierno aún no había decretado el estado de alarma y esta vallisoletana, maestra de desarrollo personal y meditación, sabía del coronavirus lo que veía y leía en los medios de comunicación. «Para no molestar a los médicos», apostilla, decidió dejar que pasaran las horas y «esperar» a ver si los síntomas remitían. «Me subió la fiebre, no mucho, me tomé un paracetamol y me bajó. Soy una persona con mucho aguante, nunca me ha gustado ir a molestar a los médicos y dije: 'Bueno, con reposo se pasará'. Pero pasaban los días y, lejos de mejorar, empeoraba; me costaba mucho respirar y empecé a tener unos dolores muy fuertes en las piernas que no eran ni medio normal y una tos seca que jamás había tenido», continúa. Tuvo, además, infección de orina.

Pero, «sin duda», lo que más alarmó a esta mujer fue el hecho de que, «de repente», perdió el gusto y el olfato. «Me asusté muchísimo, no sabía qué me pasaba. A los síntomas tan extraños que tenía se añadió eso y la verdad, no sabía ni qué hacer ni qué era lo que le estaba pasando a mi cuerpo. Se pasa bastante mal», reconoce Encarna Castaño.

«No tengo ni idea de dónde me pude contagiar, la covid estaba más extendida de lo que todos nos pensábamos»

Nunca le llegaron a hacer la prueba pero, en base a los síntomas que presentaba, el profesional sanitario le confirmó que se trataba de coronavirus. «Me dijo que seguramente fuera eso, pero no es como ahora, que ya enseguida lo atribuyes a ello, sabes los síntomas y te haces una idea. Entonces, cuando yo lo tuve, no había ni teléfono covid ni se tenía apenas información sobre este virus, era muy difícil que te atendieran y ni te hacían pruebas ni nada», argumenta.

Estuvo «casi un mes fastidiada». Sin apenas moverse de la cama «porque la covid no me dejaba, estaba agotada» y con la «esperanza» de que el virus le diera una tregua. «Es cierto que nunca llegué a tener fiebre muy alta, pero me dolía hasta cuando me levantaba de la cama, aunque sí que es verdad que a partir de la segunda o tercera semana la tos desapareció, pero el resto de síntomas continuaba. Es cansado y asusta ver cómo pasan los días y tu estado de salud no empeora, pero tampoco mejora;hay que ser fuertes mentalmente».

Aquellos días fueron «realmente malos». Encarna Castaño, divorciada y sin hijos, pasó sola el confinamiento en su casa de la capital vallisoletana, aunque confiesa que «no lo pasé mal por eso, al contrario, me tranquilizaba saber que no podía contagiar a nadie ni que antes podía habérselo pegado porque estuve sola casi todo el tiempo». «Soy una persona muy tranquila y me relajo, pero se pasa mal porque te pega una paliza en el cuerpo que no te deja ni moverte», subraya.

Ahora, ocho meses después, se congratula de que «prácticamente» no le queden secuelas. «Me encuentro más o menos bien y por suerte no tengo secuelas, aunque sí pasé un par de meses complicadillos porque casi no me movía y estaba cansada, no tenía ganas de hacer nada y no era ni medio normal, cuando yo soy una persona bastante activa y que está todo el rato de un lado a otro».

Asimismo, aprovecha el «altavoz de los medios de comunicación», como se refiere, para mandar un mensaje de ánimo «a todos aquellos que estén siendo víctimas de esta pandemia». «No hay que venirse abajo. Se pasa mal, pero hay que ser fuerte porque no es fácil y a cada persona le coge de una manera; hay que cuidarse mucho y tirar para adelante por nuestra gente», insiste.

Miedo y angustia

Pese a todo, afirma que «no era consciente» de la gravedad del virus que había 'invadido' su cuerpo. «Miro para atrás y digo: 'Caray'. Podía haberme quedado sin respiración y haber fallecido porque además ya soy de riesgo», sostiene Castaño, al tiempo que incide en el «miedo» que entonces sintió pese a no saber «casi nada» de la covid-19.

«Ahora tienes toda la información y sabes cómo evoluciona, que a unas personas les coge más fuerte que a otras... Pero entonces no sabías lo que te estaba pasando, era angustioso saber que estaban pasando cosas raras en tu cuerpo y no podías hacer nada porque se sabía muy poco al respecto», añade. Además, desconoce cómo pudo contagiarse porque «no soy mucho de salir ni de ir por ahí». «No tengo ni idea. Puede ser que lo cogiera en un autobús, en el hospital o comprando, porque son los únicos sitios a los que iba, pero vete tú a saber... Estaba más extendido de lo que todos nos pensábamos», concluye.

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