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En apenas mes y medio la pandemia del coronavirus ha arruinado tres años de recuperación del mercado laboral. Castilla y León batió esta semana el récord histórico con 214.000 personas que ya cobran el paro.
En la región se han contabilizado más de 33.000 Expedientes de Regulación Temporal de Empleo por fuerza mayor que afectan a más de 190.000 trabajadores. Entre tanto, el Ministerio de Trabajo ha tramitado hasta el 30 de abril el 78,5% d e las 185.000 solicitudes presentadas a esa fecha. Aunque los bancos se han comprometido a adelantar sin coste el cobro de la prestación a medida que se vayan tramitando los expedientes, en muchos hogares se vive una situación límite por la falta de ingresos mientras las peticiones de ayuda se disparan ante las administraciones públicas y entidades como Cárittas o Cruz Roja.
Por encima de la lectura estadística, las historias de Víctor, Ester y Deborah ponen rostro y circunstancias a las dificultades cotidianas a las que se enfrenta un colectivo cada vez mayor de damnificados por la crisis.
Francesa de Toulouse, Deborah Russilly lleva residiendo en Valladolid casi 26 de sus 47 años. Llegó con una beca Leonardo Da Vinci para estudiar durante tres meses, se sintió a gusto y se quedó para siempre, con su título de diplomada en Turismo. Aquí se casó, nacieron sus hijos, se divorció, ha tenido varios empleos y negocio propio en un herbolario con una persona contratada hasta que un revés vital se llevó la estabilidad por delante. Una vida que ha conocido épocas más gratas y que ahora encara sin trabajo, con tres hijos que viven una semana con ella y otra con su exmarido.
Pletóricos de optimismo y fuerza de voluntad, Víctor y Ester se habían puesto manos a la obra para emprender un proyecto de vida independiente a una edad en la que muchos otros no contemplan abandonar el nido. Sin gran estabilidad laboral pero muchas ganas estaban poniendo los cimientos de su futuro cuando el
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