La casa es un ir y venir de gente. Las llamadas de teléfono no cesan. El timbre de la puerta suena una y otra vez. Todo el mundo quiere felicitar a Natividad Sanabria. No es para menos. La veterana vecina de Villabrágima cumple 102 ... años de su nacimiento en aquel lejano 7 de mayo de 1917.
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Natividad, que habla con unos y con otros, ha superado el siglo de vida con una memoria envidiable que le permite recitar numerosas canciones, rezos y poemas. A poco que se esfuerce, recuerda sus años de niñez cuando en la escuela eran un centenar de niñas y jugaban en el patio a la rueda, la juventud con los bailes en la plaza, el noviazgo con el que iba a ser su marido, Patricio Alonso, que tuvo que ir a la guerra durante tres largos años. También tiene recuerdos hacia su padre, Francisco Sanabria, y a su oficio de esquilar, «por el que cobraba tres perras por una oveja». Con gran orgullo y detalle, rememora que su padre y el de su marido, Domingo Alonso, trabajaron en la construcción del canal de Panamá.
Pero el mayor orgullo de Natalia es su familia. Sus hijos Esperanza, Rafaela, Begoña, Natividad, Miguel Ángel, Conchi, Ignacio y María Jesús (de entre 81 y 62 años), sus 26 nietos (de entre 58 y 25 años) y sus 30 bisnietos (de entre 33 años y algunos pocos meses), a los que en breve se sumará Óscar. De todos ellos, Natividad recuerda las fechas de sus cumpleaños. Durante años, hasta que la vista se lo permitió, leyó El Norte de Castilla, quizás con el orgullo de saber que sus hijos Ignacio y Miguel Ángel trabajaban en el centenario periódico de linotipistas. Pero, junto a muchos instantes de gran alegría, la veterana vecina de Villabrágima también ha pasado momentos de dolor, como cuando tuvo que decir el último adiós a su esposo y, años después, a su hijo Patricio, con 64 años, mellizo de Jesús, que ya había muerto décadas, antes al poco de nacer; pero también al conocer el fallecimiento en accidente de su nieta María Paz con 31 años.
Su vida discurre con la tranquilidad que le da su longevidad, cuyo secreto quizás haya que buscarlo en la ensalada de lechuga, que tiene que estar presente todos los días a la hora de la cena, a la vez que se bebe el aderezo, según explica su hija María Jesús, con la que vive, junto a sus esposo, Even, desde hace muchos años. Sin embargo, «su mayor preocupación es no dar que hacer e incluso ayuda a algunas labores como rallar el pan o doblar la ropa». Sus hijos están de acuerdo en destacar que su madre «es la mejor del mundo», que ha sido muy trabajadora, que pasó mucha penurias para sacar a toda la familia, que cuidó a sus padres hasta que murieron.
Ahora, Natividad no duda en desear salud para que todos lleguen a su edad, que sus hijos siempre se lleven bien, que cuando falte, «que me perdonen». Unos deseos que siempre solicita al Corazón de Jesús, «al que se lo pido todo». De ahí su gran alegría cuando este sábado vio a toda su familia reunida para celebrar sus 102 años. Mientras tanto, en el día de su cumpleaños, el pasado martes, como ha hecho siempre, la centenaria vecina de Villabrágima se ha levantado con cada visita para acompañarla hasta la puerta sabiendo que «estamos aquí y lo sigo contando».
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