

Vida de barrio
La Victoria, un barrio que «mantiene su esencia» pero que reclama más limpieza y espacios para mayoresLugar de entrada a la ciudad de viajeros y mercancías procedentes de los pueblos del norte, la construcción del Puente Mayor lo convirtió en una zona de esparcimiento predilecta para los vecinos del otro lado del Pisuerga
La plaza de San Bartolomé, el convento de Nuestra Señora de la Victoria, la Dársena del Canal de Castilla... La Victoria guarda entre sus calles algunos de los edificios y zonas más emblemáticas de la ciudad. Es un barrio en el que se respira historia tan antigua como el propio Valladolid. Esto se debe a que, desde el momento en el que la aldea vallisoletana comenzó a crecer en la Edad Media, al otro lado del Puente Mayor se consolidó esta barriada.
Lugar de entrada a la ciudad de viajeros y mercancías procedentes de los pueblos del norte y alrededores, la construcción de este puente, un encargo de la condesa Eylo, esposa del Conde Ansúrez en torno al año 1080, unió de forma definitiva este barrio repleto entonces de conventos, monasterios y huertas con la villa del Pisuerga. Básicamente, el barrio se convirtió en la zona de esparcimiento predilecta para los vecinos del otro lado del Pisuerga.
Actualmente, La Victoria es un barrio que aglutina diversos asentamientos. La cuesta de la Maruquesa, las casas del Canal, el camino del Cabildo y Puente Jardín, que han supuesto una notable evolución del barrio con la llegada de nuevos comercios y un ligero rejuvenecimiento de la población.
La zona conserva aún esa esencia de comunidad que cada vez escasea más en las grandes ciudades. Con calles que han visto crecer a varias generaciones, comercios que sobreviven al paso del tiempo y vecinos que se saludan por su nombre, este rincón vallisoletano es, para muchos, su otra gran familia. Sin embargo, no todo es perfecto. Las voces de quienes lo habitan, especialmente las más veteranas, también alertan sobre el abandono institucional y la falta de atención a sus mayores.
«No tenemos una plaza limpia en la que sentarnos. Cada vez está más sucia«
Vecinos de La Victoria
«Llevamos viviendo aquí 60 años», cuenta orgullosa Nieves Barajas mientras se dirige con su pareja a dar su paseo mañanero a pesar del intenso calor. «Lo que es el barrio en sí estamos muy contentos, tenemos el Puente Jardín, variedad de comercios... pero está muy sucio» indica indignada por la falta de limpieza en algunas zonas.

Y es que en los últimos años, la suciedad en algunas plazas y calles, especialmente en los espacios donde se reúnen las personas mayores, genera malestar. «No tenemos una plaza limpia en la que sentarnos. Cada vez está más sucia. Es lo único que queremos que cambie» reivindica Nieves antes de continuar hacia el Canal de Castilla.
«Los mayores no tienen espacios para hacer actividades»
Noelia Carlón
Vecina de La Victoria
Noelia Carlón, que vive desde hace 17 años en Cuesta de la Maruquesa, situada en el inicio de la carretera de Fuensaldaña desde la carretera de Gijón, coincide con sus vecinos y asegura de forma tajante que, en su zona, hay «limpieza cero, no barren y no limpian nada». Además, añade otra preocupación, pues considera que los vecinos más veteranos «no tienen espacios para hacer actividades y reunirse».

Pero no todo son malas noticias en La Victoria. Pese a estas carencias, el sentimiento de comunidad y seguridad es la seña de identidad del barrio. Sus comerciantes bien lo saben, pues a diario reciben cientos de clientes con los que mantienen largas conversaciones en confianza después de verse tanto tiempo tras el mostrador.
María de la Torriente, de la tienda Deportes Open desde hace 20 años, y vecina de La Victoria, lo resume con claridad. «Es un barrio en el que se vive muy bien, muy tranquilo. Tenemos todo tipo de tiendas y de negocios y el ambiente es agradable» apostilla.
«El barrio está un poco estacando, la población es mayor y ya casi no hay niños»
María de la Torriente
Deportes Open
Sin embargo, también recalca que «está un poco estancado» ya que considera que «la población es mayor y ya casi no hay niños, aunque con la construcción de Puente Jardín parece que empieza a llegar gente más joven» concluye antes de atender a unos clientes en busca de ropa deportiva para afrontar el verano.

Como también ocurre con históricos como La Rondilla, Vadillos o La Rubia, muchos comerciantes definen el barrio como un pequeño pueblo en el que todos se conocen y la familiaridad se palpa al recorrer las calles de la zona.
María García y Noelia Sánchez-Rico, encargadas desde hace 30 años de la Panadería-Repostería El Arenal, destacan la cercanía que hay con los clientes y «lo agradable que es trabajar con vecinos que te conocen desde hace tanto tiempo». Además, Noelia también recalca que es una zona de la que «no hace falta salir para comprar porque aún se conservan muchos comercios».

Con una muy importante historia a sus espaldas, La Victoria no es solo un barrio, es un legado vivo de Valladolid. Entre conventos centenarios, negocios de toda la vida y sus veteranos vecinos, late una comunidad que resiste al paso del tiempo con orgullo y sentido de pertenencia.
La vida de barrio, tan escasa en las grandes ciudades, aún se respira aquí. Sin embargo, ese mismo arraigo choca con una realidad que preocupa. La falta de atención institucional, la limpieza deficiente y la escasa oferta para las personas mayores, aspectos que amenazan con desgastar lo que tan especial hace a la zona. Sus vecinos no piden grandes cambios, solo que se cuide lo que durante décadas ellos mismos han sabido conservar: un barrio con alma.
La próxima semana
Nos vamos al centro de Valladolid para hacer una visita al pequeño barrio de San Andrés
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