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Sorpresa y asombro entre los vecinos del edificio de la calle Tórtola 19, en el barrio vallisoletano de Pajarillos, al conocer el fallecimiento repentino esta semana de una de sus moradoras.
Concepción Caballero Yenes, de 83 años, fue localizada por los bomberos en su dormitorio del 5º B después de que la joven que la atendía desde hacía meses avisase a la Policía al estar preocupada por la falta de respuesta al llamar al timbre.
«Nadie lo esperaba puesto que era una persona muy alegre y para nada representaba la edad que dicen que tenía. Era muy elegante y no se sentía anciana. Siempre se la veía acompañada de una chica, a la que había contratado para que le asistiera todos los días. Yo la había visto este martes, a las doce de la mañana, y le dí un beso, y sí que la noté triste», explica la vecina que vive una planta más abajo del inmueble.
Otra asegura que hace unos años Concha sufrió una caída en el supermercado y su movilidad se redujo.
«Llegó a estar ingresada y al salir del hospital fue a una residencia de mayores para que la atendieran temporalmente, puesto que estaba sola», recuerda otra vecina del sexto.
Concepción, «aquí la conocíamos como Pura», explica una mujer, vivía sola y había llegado al barrio, procedente de Barcelona, hace unos años tras enviudar. El hecho de que tuviera una hermana residiendo en Valladolid fue determinante para que comprase el piso de dos habitaciones y lo reformase para vivir.
Desde los servicios forenses se insiste en que estas muertes «son, desgraciadamente, cada vez más habituales y deberían ser los Servicios Sociales los que estuvieran atentos para comprobar el estado de estas personas mayores».
Pero en este caso, no hubo desatención por cuanto Concepción había decidido contratar hace meses a una joven canaria, que además de darle compañía, le ayudaba en las tareas del hogar de mayor dificultad.
De no haber sido por esta circunstancia, quizás, el cuerpo de la mujer hubiera podido permanecer sin que nadie reclamase la atención más días. «Ha sido una muerte natural», apostillan desde la Policía, cuyos agentes están acostumbrados ya a estos 'servicios' domiciliarios.
«Nosotros llevamos poco tiempo viviendo aquí, cuatro años en la misma planta, y sí que la veíamos salir al ascensor, pero claro en realidad todos somos 'desconocidos' y no nos preocupamos más allá de lo necesario por quién vive en la puerta de al lado», explica un hombre de unos 45 años, que pide excusas e interrumpe la charla «porque llegó tarde al trabajo».
Las prisas, siempre las prisas, que tanto cuentan para las personas de mayor edad.
«Solo nos decimos hola y adiós, cuando nos cruzamos en el portal o vamos en el ascensor», reconoce una residente.
La 'normalidad' del edificio se vio alterada este jueves por la esquela de la funeraria en DIN A4 colocada en el cristal principal de la puerta de entrada. Sin hijos y dos hermanas mayores, el cuerpo de Concepción fue incinerado este jueves en el tanatorio de El Salvador.
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