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El barrio de La Rondilla de Valladolid ha amanecido este domingo entre un fuerte contraste. En las calles Linares y Marqués de Santillana, donde el día anterior fueron hallados tres cadáveres (dos de ellos con signos de violencia) en dos viviendas en las que ... también se declararon dos incendios, se comentaban los sucesos a la par que varios vecinos levantaban el cuello para ver los pisos en los que se encontraron sin vida a Eva María Asensio y María del Carmen González (Calle Linares, 32) y a Juan Carlos Palomino (Marqués de Santillana, 2). «Aún no nos lo creemos, vivimos cerca y ni nos enteramos hasta que vimos salir los cuerpos», relataban casi 24 horas después de los hechos.
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Era doblar la esquina y el suceso se difuminaba en calles aledañas. La rumorología de las posibles causas se esfumaba en detrimento de los saludos que se escuchan cada mañana en La Rondilla. «Buenos días, Pili», «buenos días, Tere». Se saludaban dos vecinas a la par que continuaban con los quehaceres diarios como la compra del pan.
Si el comentario del triple crimen se escuchaba en los lugares de los hechos y se perdía en el entorno, este se recuperaba en la Calle Góngora, donde fue detenido sobre las 23:00 horas un varón de 43 años, marido de la fallecida Eva María Asensio, después de que agrediera a dos matrimonios de avanza de edad con el objetivo frustrado de acceder a sus viviendas.
La primera de estas agresiones se produjo sobre las 22.30 horas en la calle Amor de Dios y la segunda, a las 22.50 horas, en la calle Gutierre de Cetina. Esta última pareja tuvo que ser trasladada al hospital debido a las lesiones que sufrió.
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Diez minutos después, el agresor e investigado por el triple crimen, se dirigió a la calle Cardenal Torquemada, entró en una tienda de alimentación y compró una botella de agua. «A esas horas estaba con cuatro clientes. Suelo cerrar un poco más tarde. Accedió, cogió una botella de agua y me dejó el dinero sin decir ni una palabra. No me percaté de que fuera el hombre que instantes después fue detenido. Del miedo que tenía, cerré la tienda y me fui a mi casa», recalca la dependienta, que hoy ha vuelto a levantar la persiana con el susto aún en el cuerpo.
Tras comprar el agua, el agresor, según relatan los vecinos, se escondió entre los dos coches más cercanos a la esquina con Cardenal Torquemada. «Sin darnos cuenta, aparecieron los agentes y fueron a por el hombre agachado entre los dos vehículos. Venían con armas de fuego, se dirigieron a él al grito de 'no te muevas, estás detenido», afirma una vecina que presenció la escena desde la calle y que en un primer momento vio al varón sin sospechar que se estaba escondiendo.
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