Actos vandálicos, incívicos y desmesuradamente escatológicos. A eso se han tenido que acostumbrar en la empresa JCDecaux, que se encarga de la gestión y limpieza de los baños públicos instalados en Valladolid hace solo diez meses en la plaza de Poniente, en la acera ... de Recoletos y en la plaza del Ejército. «Nos tienen fritos. Podemos tener ahí una persona limpiando las 24 horas del día, que si se descuida un momento, nos lían alguna». Con esta franqueza hablan desde la adjudicataria, que se encuentra «cansada» de los ataques que se perpetran cada semana en estos novedosos lugares, que ahora se presentan llenos de remiendos para recuperar una funcionalidad que perdieron por la acción de los vándalos.
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Un tuit del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha puesto el foco sobre estas acciones dirigidas a destruir lo que es de todos y desde JCDecaux aseguran que este tipo de actuaciones son algo habitual. «A la semana de montar el que hay en la plaza de Poniente nos arrancaron la barra de minusválidos, nos dieron una patada a un espejo metálico, lo doblaron y también nos rompieron el lector de tarjetas y el cambiador de bebés», explican desde la concesionaria, que además han tenido que limpiar infinidad de pintadas. «Pintan grafitis día sí y día también. Lo podemos limpiar cuando lo hacen en el acero inoxidable, pero hay unas partes de un material poroso que ahí da igual el producto que uses, es casi imposible eliminar una pintada de ahí», añaden.
Los baños están dotados de un sistema de autolimpiado que, de manera automática, llega incluso a fregar el suelo una vez que se ha cumplimentado el número entradas al aseo estipuladas por la empresa. Además, personal de limpieza acude de manera presencial a cada uno de los baños -los tres anteriormente citados y los instalados en julio en la calles Tórtola y Soto-. Limpian los lunes, miércoles y viernes y, cuando coincide un festivo en uno de esos días, «se adelantan o retrasan las limpiezas para que el servicio esté en las mejores condiciones para el que lo necesite», explican desde JCDecaux.
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La media de usos por día en los tres baños instalados en las zonas más céntricas de la ciudad roza la veintena -22,5 usos diarios en Plaza Poniente, 24,1 usos diarios en acera de Recoletos y 13 usos diarios en la plaza del Ejército-. Con estas cifras, el concejal encargado, Luis Vélez, se muestra satisfecho. «Los números nos revelan que el servicio está siendo útil para los ciudadanos. Se ha atendido una demanda histórica de los vecinos de Valladolid. Teníamos tres que estaban inutilizados antes del año 2015. Eran baños muy obsoletos y el contrato de explotación publicitaria nos permitió que la empresa tuviera la obligación de instalar estos cinco aseos, con lo cual no ha tenido coste para el Ayuntamiento -ni la instalación ni el mantenimiento-», explica Vélez, que pide civismo ante los numerosos actos vandálicos registrados. «Están preparados contra el vandalismo, pero los casos que hemos detectado solo se pueden evitar con concienciación y mayor educación. No tiene sentido que nos encontremos con determinadas situaciones provocadas que impidan a otras personas usar el baño», añade.
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El Ayuntamiento ya ha contratado un aseo público más, que estaba presupuestado para este año. El coste de este espacio es de unos 54.000 euros y la idea que tiene el Consistorio es instalarlo en un punto de la ciudad en el que no existan más urinarios cerca. «Esperamos que pueda estar instalado entre finales de este año y principios del que viene en una ubicación que nos permita abarcar toda la ciudad», afirma Luis Vélez, que añade que el objetivo es dotar a otra zona de un nuevo servicio. «Hay tres aseos instalados en la zona centro, otro en Pajarillos-San Isidro y uno más en la Rondilla en respuesta a una demanda del Parque Ribera de Castilla. Trataremos de que el sexto dé servicio a otra zona de la ciudad», asegura el concejal.
¿Y no hay una manera de sancionar a los que dañan estos espacios? «Es complicado. El vandalismo se provoca dentro de los aseos y ahí no podemos poner una cámara porque iríamos contra la intimidad de las personas. Hay que insistir mucho más en la concienciación para corregir estas conductas que nos perjudican a todos», señala el concejal.
20 céntimos. Eso es lo que cuesta entrar al baño a aquellos que no tienen bonobús y no se pueden aprovechar de la gratuidad del servicio. Y ese es el dinero que introdujimos -primero el periodista y después el concejal- para realizar esta información en la plaza de Poniente, pero nada. La puerta no se abría. Periodista, concejal y fotógrafo optaron entonces por golpear la ranura con la mano en busca, al menos, de la devolución del dinero, pero no hubo suerte. Entonces apareció en escena un vecino que pasaba por allí. «Hay que darle más fuerte para que salga la moneda», afirmó el hombre, que hizo las veces de técnico para, con la precisión de un cirujano, asestar dos golpes a la máquina y que, por fin, salieran los 40 céntimos. «Esto va muy mal. No abre», dijo el vecino al concejal y poco después Luis Vélez señaló que «se lo comunicaremos a la empresa para que lo corrija. Las cuestiones tecnológicas a veces fallan, como es lógico. Son las incidencias normales que ocurren en cualquier instalación y estamos satisfechos con el servicio que está ofreciendo la concesionaria», afirmó Vélez, que dio el aviso y al día siguiente la incidencia estaba solucionada.
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Además de este fallo, que ha generado problemas a los usuarios, muchas reclamaciones llegan al Ayuntamiento porque el sistema de apertura es diferente al que había antes y eso genera confusión. Anteriormente, se abría de forma automática, pero en los nuevos aseos este mecanismo es distinto: cuando el usuario utiliza la tarjeta de bonobús para acceder forma gratuita o introduce una moneda de 20 céntimos, la puerta se desbloquea durante unos segundos. Pero los nuevos dispositivos no se abren automáticamente y esto hace que muchos vecinos se quejen de que la máquina ha recibido su dinero sin ofrecer el servicio por el que pagaron. Desde la empresa aseguran que, para acabar con estos problemas, han pensado colocar unos vinilos en la puerta que indiquen cómo funciona el mecanismo, aunque reconocen que no los han puesto antes porque temen que los vándalos hagan de las suyas.
Una de las opciones que se podrían barajar para evitar estos ataques es aumentar el precio de entrada, para disuadir a los vándalos, pero esta medida tiene lagunas según Luis Vélez. «No lo veo. Es mejor tener algún problema de vandalismo o de incivismo, pero dar acceso universal a la gente, que no haya personas que no accedan porque no pueden pagar lo que vale», concluye el concejal para dejar claro que el problema de los actos vandálicos perpetrados en los baños públicos de Valladolid pasa por la educación de la ciudadanía y ahí «el Ayuntamiento no tiene competencias».
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