Una trabajadora de un supermercado coloca la sección de frutas y verduras. Rodrigo Jiménez

Los vallisoletanos llenan el carrito del súper de marcas blancas para capear la inflación

Cada vez son más los que peregrinan por diferentes supermercados para buscar las mejores ofertas

Laura Negro

Valladolid

Sábado, 13 de agosto 2022, 13:25

Es habitual ver cómo los clientes revisan con especial atención sus tiques de la compra tras pagar en el supermercado. Lo hacen en busca de cualquier error en el cambio, un artículo contado dos veces o una promoción no aplicada. Se trata de un hábito, que además de muy aconsejable, se realiza cada vez con más minuciosidad y detalle. Con un IPC que ronda el 12%, los consumidores han de ingeniárselas para que la inflación derivada de la Guerra de Ucrania, de la escasez de materias primas, y del encarecimiento de los combustibles y de la energía, no haga tanta mella en su cesta de la compra. Todo ha subido tanto que, con el mismo dinero, podemos comprar mucho, mucho menos.

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Según diferentes estudios, cada vez son más, los que optan por incluir en sus carros marcas propias, de distribuidor o, coloquialmente denominadas, marcas blancas, que, por lo general, son más baratas. También ha aumentado la frecuencia de visita a las tiendas, sin embargo, las compras realizadas son de menor importe. Esto se debe, principalmente, al intento de buscar siempre la mejor oferta y evitar el desperdicio de alimentos y otros productos al hacer compras grandes. Según un informe publicado por la consultora Gelt, especializada en compra inteligente en el sector de gran consumo entre junio de 2021 y junio de 2022, los ciudadanos adquieren un 23,6% menos de artículos cada vez que hacen compra. El gasto promedio ha subido un 8,3% en este año, de manera que los consumidores se ven obligados a hacer compras de menor tamaño con el mismo dinero o con un presupuesto ligeramente superior.

«Ir al supermercado cada vez da más miedo. Los precios de la carne, el pescado, los huevos… no dejan de subir. Yo no sé dónde van a llegar», dice el vallisoletano Mario Abellón, padre de familia numerosa. Y los datos le dan la razón. Así, por ejemplo, el Índice de Precios al Consumo (IPC) que hace público el Instituto Nacional de Estadística (INE), en Castilla y León, muestra que el precio de los aceites ha sufrido un incremento en el último año, de un 37,9%, (un 26,8% desde enero hasta junio de 2022). Con los huevos ocurre lo mismo. De junio de 2021 a junio de 2022 el incremento ha sido del 30% (un 24% en lo que va de año). En cuanto a las frutas frescas, el encarecimiento de un año a otro se cifra en un 21,7%. «Una barbaridad», opina Abellón.

Esta subida de precios de los últimos meses ha disparado el consumo de marcas blancas frente a las premium o del fabricante, no obstante, esta categoría tampoco se libra del encarecimiento. Según un estudio de la consultora NielsenIQ, en el mes de junio el gasto en marca blanca en España ha crecido más de seis puntos, pasando de un 10,8% en 2021 a un 17,1% en 2022. Los precios de las marcas de distribuidor también se han visto afectados por la inflación. De hecho, han subido más que los de fabricante. En el primer caso, los precios aumentaron un 8,5%, mientras que en el segundo lo hicieron un 7,9%. No obstante, la diferencia de precios entre ambas categorías sigue siendo notable, lo que hace que la marca de distribuidor se haya convertido en la opción elegida por más de la mitad de las cestas.

Según una encuesta de hábitos de consumo incluida en el último barómetro de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Acecoc), el 52% de los hogares españoles, aseguran haber comprado productos de marcas de distribución en los últimos meses. Esta cifra, en el 2021, se situaba en el 30%, mientras que en mayo de 2020 era solo del 23%. Según el informe 'Marcas de distribución: Hábitos de compra, valor de marca y sostenibilidad', de EAE Business School. Los clientes eligen las marcas blancas principalmente para los productos de higiene del hogar (75,8%), lácteos, yogures y postres (74,5%), alimentos envasados (61,9%) y los productos de higiene personal (60,7%). Las categorías de productos en las que se prefiere consumir la marca del fabricante, frente a la marca blanca del distribuidor, son principalmente lácteos, yogures y postres (42,7%), productos de higiene personal (40,3%) y agua, bebidas y refrescos (39,7%).

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Ir más veces al supermercado

En Castilla y León, esa tendencia también se cumple. Según la Asociación de Supermercados de Castilla y León (ASUCYL), en estos meses se ha notado un incremento en las ventas de las marcas de distribuidor, igual que ya ocurriera en la crisis del 2008. «También estamos viendo que hay más visitas a los establecimientos y que el tique medio ha bajado. Los clientes acuden y compran solo lo necesario como forma de controlar más el gasto», explica Isabel del Amo, gerente de ASUCYL, entidad que también está elaborando un informe sobre el comportamiento de los consumidores y que verá la luz en breve. «La cuota de penetración de la marca del distribuidor ha subido de forma generalizada y ronda el 50% en la actualidad, pero varía de unos productos a otros. Así, por ejemplo, en los productos de droguería tiene más peso, que por ejemplo en las bebidas refrescantes», puntualiza.

«Los clientes acuden y compran solo lo necesario como forma de controlar más el gasto»

Desde la patronal de supermercados, perciben también como los alimentos de cuarta gama (los que se presentan listos para cocinar, como las bolsas de ensalada y verdura), y los de quinta gama (los que se presentan listos para consumir como las tortillas, lasañas, gazpachos…), también han aumentado sus ventas. «El congelado, por ejemplo, se vende más porque resulta más económico que consumir productos frescos, pero también por ahorrar tiempo y por su facilidad en el consumo. Es una tendencia que continúa desde hace algunos años», afirma del Amo.

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Cada cadena de supermercados hace sus propias apuestas. Mientras que algunas prefieren ser conocidas por sus bajos precios, otras optan por diferenciarse ofreciendo marcas premium y otras por su política de fidelización de clientes a través de los clubes privados y las tarjetas de fidelización, que tienen como objetivo animar al consumidor a llenar más sus cestas de la compra. «Es una tendencia creciente que cada vez utilizan más empresas. Se trata de una estrategia de marketing para fidelizar y ampliar su cuota de mercado. No todas las empresas tienen tarjeta de fidelización. El consumidor, en situaciones de crisis, agudiza el ingenio y se deja llevar más por las ofertas para ahorrar», explica la gerente de ASUCYL.

Mario Abellón | padre de 4 niños

«Estoy abriendo más el abanico de establecimientos y me fijo más en las ofertas»

Mario Abellón con la compra recién hecha LAURA NEGRO

En casa de Mario Abellón y su mujer Sara Delgado, él es el encargado en casa de realizar todas las compras de alimentación, productos de higiene y de limpieza. Conoce al dedillo las ofertas de cada supermercado. Con cuatro hijos de entre 11 y 16 años, se las tiene que ingeniar para mantener los gastos a raya. «Todo sube, excepto los sueldos, así que, como la alimentación es de primera necesidad, hemos recortado de otros sitios, como, por ejemplo, del ocio», dice este padre de familia numerosa. «Sara, mi mujer, es celiaca, y muchos de los productos sin gluten que ella toma, los tenemos que comprar de marca de fabricante, porque no los encontramos de marca blanca. Para el resto, siempre compramos marcas blancas porque son mucho más baratas. Sólo tenemos una manía, que es comprar la mayonesa de una marca determinada», prosigue.

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Se gasta entre 650 y 700 euros mensuales en supermercado. El año pasado por estas mismas fechas, gastaba entre 550 y 600 euros. «La diferencia es grande. Hago una compra semanal y a diario voy para pequeñas cosas que se nos van terminando. Para capear la inflación, ahora compramos más pescado congelado que fresco. En cuanto a la carne, hasta hace unos meses consumíamos mucha ternera, ahora lo intercalamos con carne de cerdo, que es más económica», dice vallisoletano que estaba acostumbrado a realizar sus compras en dos supermercados principalmente, uno para los productos sin gluten y otro, al lado de su casa, para el resto de productos. «Estoy abriendo más el abanico de establecimientos y me fijo más en las ofertas. También me he sacado tarjetas de fidelización de todas las cadenas, porque hacen más descuentos», afirma.

Jaime Olfos Velasco | Vive solo en Torrelobatón

«Me he pasado a la marca blanca en productos como el agua, el pan de molde, los batidos y yogures»

Jaime Olfos en su casa de Torrelobatón con las bolsas de la compra LaURA NEGRO

«Llevo tres meses en los que cada vez que voy al supermercado a hacer la compra, me siento atracado. Cuando no han subido un precio, han subido otro y así es imposible ahorrar», dice rotundo Jaime Olfos. Él tiene 36 años, trabaja en el sector del aluminio y vive él solo en su casa de Torrelobatón. «Esta botella de aceite de girasol me venía costando, 1,70 euros. Ayer la he pagado a 4,25», continúa este joven, quien reconoce haber tenido que cambiar sus hábitos de compra y alimenticios a raíz de la subida de precios de los últimos meses. «En fruta, carne y pescado fresco sigo comprando lo mismo que antes, sin embargo, he eliminado de la cesta de la compra otros productos que considero más de capricho, como croquetas congeladas, patatas fritas y bollería», dice. «Los precios se están saliendo de madre. Antes me compraba un montón de productos para desayunar, la mayoría de primeras marcas. Ahora compro un solo tipo de cereales y de galletas. Las marcas blancas no las escogía casi nunca, porque no me inspiraban mucha confianza, la verdad. Ahora, me he pasado a marca blanca en determinados productos como el agua mineral, pan de molde, de hamburguesas y perritos, barritas de cereales, batidos y yogures. También en el desodorante. En cambio, la leche, sigo comprando la marca de siempre», comenta este torreño, que hace compra mensual y que una vez por semana, acude a por fruta y embutido. «Antes no miraba los precios y compraba cecina, jamón serrano o lo que me apeteciera. Ahora lo miro mucho y veo que, aunque compre menos cantidad, me cuesta mucho más. Escucho a la gente quejarse de la subida del precio del combustible, pero es peor el encarecimiento de la alimentación», dice.

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Anteriormente Jaime realizaba sus compras en dos cadenas de supermercados principalmente. «Ahora, sólo voy a una de ellas, porque los precios de la otra, se han disparado. Además, con la tarjeta de fidelización, me hacen descuento. En la última compra, me rebajaron 6 euros, que está fenomenal», informa.

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