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Hace ya un puñado de años que el número de alumnos cae en las autoescuelas de la ciudad por encima de la natalidad. Un tiempo en el que los carnés nuevos expedidos decrecen a un ritmo paulatino. No hay una necesidad acuciante de obtener el permiso de circulación para moverse por la ciudad. No la hay, al menos, en la primera etapa de la juventud. Porque es ahora cuando además constatan que el perfil de quien se decanta por incorporarse al listado de conductores ha cambiado para aproximarse a los nuevos usos sociales: la mayoría de edad ya no se sopla con un pie dentro de la autoescuela. «Antes contábamos los días para obtener el permiso, ahora esperan a terminar sus estudios universitarios, los 24 ó 25 años, y lo ven como un requisito para el mercado laboral, para mejorar el currículum, pero no como necesidad. Porque además Valladolid es una ciudad cómoda, sin largas distancias, buen transporte urbano y cada vez más facilidades para la bici u otros objetos como el patinete eléctrico», resume Arcadio González Toquero, presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas y también de la federación autonómica de este sector.
La mentalidad está cambiando. El vehículo privado no es imprescindible para la generación de los años 2000. Pero tampoco para los vallisoletanos que de forma paulatina apuestan por otros medios de transporte acordes con la sostenibilidad que desde hace unos años inculcan las políticas de movilidad vallisoletanas. Son aún pocos. Cifras muy bajas en comparación con el total, pero los resultados a las medidas que ponen coto a los atascos, al ruido y a la contaminación empiezan a arrojar resultados: en cuatro años, y según los registros de las estaciones medidoras que maneja el área de Movilidad, el número de vehículos que a diario circulan por la ciudad han descendido en torno a 3.300. Son pocos, apenas el 1,7% menos, una mínima parte frente a los casi 190.000 que siguen transitando por las calles y plazas, pero un «mínimo resultado que nos dice que vamos en la buena dirección, que son cambios de uso que cuestan, pero que al final beneficia a todos», advierte al respecto el concejal de Seguridad y Movilidad, Luis Vélez. Los datos cobran más importancia si cabe al constatar que no responde a una reducción en el parque de automóviles de la ciudad que hubiera ido acorde con el descenso de habitantes en el padrón. Todo lo contrario. Según los recibos emitidos para el cobro del impuesto de vehículos de tracción mecánica por parte del Ayuntamiento la ciudad cuenta actualmente con un censo de 172.171, frente a los 166.274 que había en el año 2015. Es decir, los vallisoletanos tienen 5.897 vehículos más que hace cuatro años.
Hay así en Valladolid una tendencia de reducción del tráfico en el viario principal, especialmente en el número de vehículos que utilizan alguno de los trece puntos de acceso al centro y con especial incidencia en los que apuestan por el itinerario de la plaza de Poniente y Rinconada, que pierde de media 1.520 vehículos diarios. «Se han llegado a contabilizar hasta 21.000 en este punto y ahora hay días que no llegan a 13.000», señalan desde el área de Movilidad. Aquí influye la reducción de carriles en el puente y lacreación de un carril bici segregado que contribuye a conectar los ramales puestos en marcha para el fomento del vehículo de dos ruedas. «Y porque sabes que si tomas esa vía al final acabas en un embudo y al segundo día de que te ocurra eso optas por otras vías alternativas que te lleven al mismo punto pero sin cruzar el centro».
Hay así de forma paralela un ligero desplazamiento del tráfico hacia las rondas a través de vías como la Avenida de Zamora con el Polígono de San Cristóbal, que gana 735 vehículos diarios, y hacia la carretera de Madrid desde Arco de Ladrillo, con 917 más. «Pero también hay otros modos de transporte instaurados de forma paulatina, como el transporte colectivo, a pie o en bicicleta, e incluso una mayor ocupación de coches privados con uso compartido», añaden desde el área de Movilidad.
Aquí por ejemplo se enmarcan los cinco aparcamientos disuasorios, que ofrecen 1.310 plazas y ofrecen una ocupación media del 82,6%. También aquí se incluye la oferta de taxis, con una ordenanza reguladora para Valladolid y su área metropolitana de 24 municipios y la reordenación de nuevas paradas, pero también el uso del vehículo compartido en plataformas como Blablacar, donde los vallisoletanos se erigen en los segundos de la región en usar este servicio (registró 375.000 viajes en Castilla y León el pasado año).
La transición en la utilización del vehículo hacia otros medios más sostenibles pasa además en Valladolid por un ligero incremento en el uso de la bicicleta, que queda reflejado en las estaciones medidoras instaladas. Los dos últimos años han constatado un incremento cercano al 15% en Prado de la Magdalena, con 515 bicicletas diarias frente a las 450 anteriores, mientras que en la Avenida de Salamanca se contabilizaron 600 en 2018, diez más que en 2017. Un aumento que desde el Ayuntamiento relacionan más con bicicletas privadas, «motivado posiblemente por esa red viaria que venimos tejiendo para dar facilidad a los ciclistas». Aquí, por ejemplo, se enmarcan los diez kilómetros ya en marcha y los otros diez proyectados de ciclocarriles, que permiten una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora y donde están obligados a convivir los vehículos con las bicicletas. «Al final se consigue un doble objetivo, pues si tienes una reducción de velocidad obligatoria incrementas la seguridad para el ciclista y templas el tráfico. Se da más visibilidad a las dos ruedas y es una forma de dotarles de más espacio, porque al final ganar espacio en la ciudad es complicado», añade Vélez.
Vallabici 2.031 usuarios tiene el servicio de préstamos, con 260 bicis en alquiler.
Aparcamientos 57, con capacidad para 684 bicicletas
Ciclocarriles 20 kilómetros. Diez en marcha y otros diez previstos
En los ciclistas piensa así una ciudad que tiene 57 aparcamientos para 684 bicicletas, que dispone de 34 puntos para el alquiler en el servicio de préstamo Vallabici y que próximamente incorporará un estacionamiento cubierto las 24 horas para que los vehículos de dos ruedas se puedan depositar junto a la Feria de Valladolid. «El objetivo de la bici pública es potenciar la privada, su uso». De ahí que existan 260 que se pueden alquilar, con 2.031 usuarios y 149.427 usos en 2018.
Y ahora, además, llega el patinete eléctrico. Un nuevo medio de transporte que desde hace meses copa la red viaria y que atrae ya a cinco empresas que se encuentran a la espera de que el Ayuntamiento apruebe el Plan de Movilidad Integral e incorpore una norma sobre su regulación. La intención es poner en marcha un servicio de alquiler de estos elementos eléctricos, similar al que ya existe con las bicicletas pero dirigido sobre todo al público más joven. «Lo queremos tener para mayo, pero antes de un año no estará envigor la normativa porque queremos aglutinar otras ordenanzas», dice Vélez.
¿Y el peatón? ¿Qué ocurre con quien apueste por recorrer los trazados a pie? «Que cada vez ganará más espacio en todos los planes de movilidad, va a ser el protagonista y al que se va a ceder la prioridad». El Plan Integral de Movilidad Urbana, Sostenible y Segura de la Ciudad de Valladolid que está a punto de ver la luz así lo recoge. «El 52% de los viajes diarios se realizan a pie, según el plan anterior, del año 2015», precisa Vélez, y a mejorar esa tendencia irá enfocado el proyecto que el Ayuntamiento quiere tener listo en mayo. «Ahora mismo no hay una ordenanza sobre los peatones y queremos que se le asigne la prioridad en el viario, a ellos y a los ciclistas, porque al final todos somos peatones, y hay que protegerlos», señala.
Ahora bien, ¿Está Valladolid preparada para esta transformación? «Poco a poco hay un cambio de mentalidad», asegura Vélez. Aunque en episodios importantes de contaminación el corte del centro al tráfico no ha estado exento de críticas, especialmente por el sector comercial, que asegura sufrir importantes pérdidas por las trabas que los posibles compradores encuentran para acceder al centro.
Las cifras, en cambio, hablan de que más allá de la importante reducción del tráfico en todo el casco histórico, que supera el 50% en el área restringida, de forma global en toda la ciudad solo el 3,25% de los conductores vallisoletanos optaron el 28 de febrero (uno de los días de aplicación de esta medida) por dejar el vehículo en casa. Cifras que el Ayuntamiento pretende mejorar de forma progresiva. De tal forma que esta misma semana el alcalde, Óscar Puente, advirtió de que mientras haya contaminación «esta ciudad no mirará hacia otro lado».
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