Felipe Hernández Sánchez y su mujer, Isabel Campa Verdejo, en la puerta de la confitería, en la plaza Pí y Margall (hoy Caño Argales), en los años treinta. Álbum familiar de Francisco Hernández
Comercios históricos: El Bombón

El vallisoletano que inventó el abisinio

Felipe Hernández Sánchez abrió su confitería en 1928 en el número 55 de la plaza Pí y Margall, hoy Caño Argales; 94 años después su nieto Paco y su biznieta Inés siguen elaborando aquellas casi centenarias recetas

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 7 de febrero 2022

Hijo de sastre -«por eso mi bisabuelo en todas las fotografías va como un pincel», señala Francisco Hernández, mientras muestra con orgullo las fotos del álbum familiar-, Felipe Hernández Sánchez (Valladolid, 1905), tras pasar casi ocho años como aprendiz en la Confitería Ricote de la calle Santiago, abrió el sábado 17 de marzo de 1928 su primera confitería con obrador en el número 55 de la plaza Pí y Margall (hoy Caño Argales). Apenas dos años más tarde, la confitería, que llevaba el nombre de su fundador, Felipe Hernández, se mudó al número 53 de la misma plaza, y el obrador se trasladó al local contiguo (en el número 2 de Pedro Lagasca).

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«Especialidad en yemas chinas, exquisitos empiñonados y las afamadas cañas», se anunciaba el negocio en las páginas de El Norte de Castilla en junio de 1930, advirtiendo que el negocio no tenía «ninguna sucursal en Valladolid». Casado con Isabel Campa Verdejo -«vecina de la pastelería», apostilla su nieto-, el matrimonio tuvo tres hijos: Felipe Santiago, Alfonso Francisco e Isabel, quedando en manos del segundo el negocio familiar; hoy dirigido por su hijo Francisco, 'Paco Bombón', como se le conoce en el gremio, al que se ha unido ya su hija Inés, formada en Le Cordon Bleu.

Caja de pastas del comercio en los años treinta. Álbum familiar de Francisco Hernández

Aunque la especialidad de la casa en su apertura fueron las yemas chinas -«parecidas a las yemas de Ávila pero más finas», explica el nieto de Felipe Hernández-, su abuelo ha pasado a la historia de la repostería por ser el creador del dulce vallisoletano por excelencia: el abisinio. «Desde el año 35, esta Casa con ahínco bautizó un nuevo pastel. El abisinio, admirable; el abisinio, notable; el abisinio que es, el que da un dulzor agradable. Felipe Hernández, designio, dio a un pastel: el abisinio. Al que él mismo bautizó con este nombre excelente, que hoy ya conoce la gente, y que nos da en El Bombón, como un dulce eternamente». Francisco Hernández conserva como oro en paño una cuartilla amarillenta escrita a máquina con estos versos publicitarios de la época. «A finales de 1935, tras la campaña de buñuelos, mi abuelo fue el primero que elaboró masas fritas en Valladolid. Se le ocurrió echar un bollo suizo a la freidora, rebozarlo en azúcar y rellenarlo de crema de avellanas. Se hizo tan popular que todo Valladolid lo copió rápidamente. En seguida se cambió el relleno por crema pastelera, como ha llegado hasta nuestros días», recuerda este pastelero, que explica que el nombre del pastel surgió en el obrador. «Aquel año en la radio se escuchaba continuamente hablar de la Guerra de Abisinia; y de ahí, el abisinio». Francisco dejó de elaborarlos hace años, especializándose en el mundo del chocolate.

«Mi abuelo formaba parte de la Coral Vallisoletana y en uno de aquellos viajes conoció las yemas de Portugal»

La receta original del abisinio no es la única que conserva el obrador de esta confitería, desde 1949 rebautizada El Bombón. Las glorias -Premio de Dulcería de Castilla y León 2006- son, sin duda, la especialidad de la casa. «Mi abuelo formaba parte desde sus inicios de la Coral Vallisoletana y en uno de aquellos viajes con la coral conoció las yemas de Portugal. Hojaldre bañado en yema. Las glorias son un dulce de oficio. No vale con tener la receta. Hay que hacer muchas en la vida para que salgan perfectas», explican a coro Francisco e Inés, padre e hija, tercera y cuarta generación de esta estirpe pastelera.

Francisco e Inés, padre e hija, tercera y cuarta generación de esta estirpe pastelera. J. C. Castillo

En 1949 Felipe Hernández cogió el traspaso de una confitería en el número 11 de la Bajada de la Libertad: El Bombón, nombre que mantuvo en un primer momento combinado con el suyo. Abrió después una sucursal en la plaza del Doctor Marañon. «La confitería de Doctor Marañón fue el primer establecimiento de Valladolid en vender los primeros helados industriales de Frigo», cuenta Francisco, que conserva fotografías de las diferentes épocas del negocio, además e libros, papeles de envoltorios, útiles pasteleros...

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Galería. El padre de Francisco (en el medio) y Ángel Hidalgo con 'El Magdaleno', el carrito con el que llevaban los dulces del obrador a la tienda. Álbum familiar de Ángel Hidalgo

Tras varias mudanzas a lo largo de los años, hoy El Bombón de Felipe Hernández, quien llegó a ser presidente del gremio de Pastelerías y Confiterías y socio protector número 2 de la Feria de Muestras de Valladolid a finales de los años sesenta, se ubica en el número 9 de la Plaza Fuente Dorada; y el obrador, en el Polígono de La Mora.

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