Un vallisoletano de la familia olímpica
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Fallece a los 75 años Miguel Ángel Quintana González, expresidente de la Federación Española de Voley y exvicepresidente de la InternacionalTenía que ser en plena competición olímpica, por mucho que en este desquiciado mundo pandémico los juegos se estén celebrando a deshora, con cautelas rayanas al miedo y sin el espíritu que preside este tipo de acontecimientos. Miguel Ángel Quintana González falleció el martes en ... Zaragoza a los 75 años. Vallisoletano por origen y sentimiento, desarrolló toda su carrera académica en Vitoria -fue profesor de Química en el colegio universitario del País Vasco, perteneciente a la UVa y germen de la Universidad del País Vasco y también de la Uned-, aunque su auténtico motor vital, el voley, disciplina en la que despuntó como jugador, entrenador, árbitro, gestor y juez internacional, le llevó a dar testimonio de su bonhomía y de su exquisito saber estar a lo ancho del mundo, como presidente de la Federación Española entre 1988 y 2000 primero, y como vicepresidente de la Federación Internacional y miembro ejecutivo del Comité Olímpico Español (COE) después.
Tenía que ser con los Juegos de Tokio en marcha, una cita a la que -superando las controversias domésticas habituales- con toda certeza habría acudido en calidad de juez internacional de voley playa, como venía haciendo sin renuncia desde Seúl 1988, año en el que esta disciplina fue deporte de exhibición, para convertirse en competición oficial en 1992 y llegar a ser una de esas modalidades olímpicas de las que atrapan a público poco habitual cada cuatro años y que han llenado las playas de todo el litoral español de postes y redes. Quintana fue el gran valedor internacional de este deporte gracias a su amor por el mismo, por su elegancia en el trato y por su capacidad para rebajar tensiones. Cualidades por las que fue elegido en 2004 para ejercer con éxito de apagafuegos en el -recurrente- conflicto de la Federación Argentina y en el que se le tributó una acogida repleta de recelo anticolonial, de la que el hombre tranquilo supo salir airoso y sin perder la sonrisa.
Se ha ido Miguel Ángel Quintana un día en el que una española se ha colgado una medalla de plata olímpica en una disciplina que consiste en descender en canoa en el menor tiempo posible y sin penalizaciones un canal de aguas bravas con puertas correlativas de paso obligado. Durante toda su vida también él fue, para admiración de quienes le quisimos y le vamos a querer siempre, alguien que supo remar con corriente a favor y en contra para franquear con esa donosura suya las puertas con las que se encontró, que a él jamás se le cerraron. Miguel Ángel era de oro.
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