![Adrián Pascual, experto en mapeo y gestión forestal que trabaja en la Universidad de Maryland en un proyecto de la NASA, con el premio mundial recibido por su tesis doctoral.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/07/17/1483769344-kiHE-U220740803757dMG-758x531@El%20Norte.jpg)
![Adrián Pascual, experto en mapeo y gestión forestal que trabaja en la Universidad de Maryland en un proyecto de la NASA, con el premio mundial recibido por su tesis doctoral.](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2024/07/17/1483769344-kiHE-U220740803757dMG-758x531@El%20Norte.jpg)
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Adrián Pascual (Valladolid, 1988) estaba en Hawaii, en su casa, su cama, dormido, descansando después de una jornada de trabajo en el Servicio Forestal Americano, cuando el teléfono sonó a las cinco de la madrugada. Desde un número desconocido. «La podía haber rechazado», reconoce este ... vallisoletano, con raíces familiares en Tudela de Duero, sus primeros estudios en el colegio Cristo Rey, la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia después.
Pero cogió el teléfono y esa llamada le cambió la vida.
Al otro lado de la línea estaba el jefe de una misión de la NASA y la Universidad de Maryland. Le ofrecía un trabajo en GEDI, un proyecto impulsado por la entidad del Gobierno estadounidense encargada de las investigaciones aeronáuticas y del espacio. Allí, en Washington D. C., es donde en la actualidad trabaja Adrián, con los árboles como su principal materia de estudio y unos rayos láser, disparados desde el espacio, como aliados. Los árboles, precisamente, le han llevado a conseguir, además, un premio internacional al mejor doctorado del mundo sobre gestión y planificación forestal.
¿Por dónde empezar a desbrozar esta historia? Pues quizá por esto último, por el premio.
Cuando terminó la carrera en Palencia, trabajó durante año y medio en Cesefor, una fundación con sede en Soria para la promoción forestal. De ahí se mudó a Finlandia para afrontar su doctorado. «Es uno de los mejores países del mundo para aprender sobre gestión y nuevas tecnologías forestales. El sector de los bosques representa casi el 11% de su PIB. El país ha generado riqueza con la bioenergía, los nuevos productos de la madera. Así que, para ellos, la investigación forestal es muy importante. Yo leía muchos artículos científicos de profesionales de aquel país y quería aprender de ellos», cuenta Adrián.
En 2014 llegó a la Universidad del Este, en Joensuu, una ciudad a cerca de cien kilómetros de la frontera con Rusia. Allí estuvo cuatro años. Allí completó la tesis que ahora ha recibido el premio al mejor trabajo doctoral, publicado en los últimos cinco años, sobre planificación forestal. «Diseñé unidades dinámicas de gestión a partir de un 'lidar' aéreo, un sensor láser que se pone en un avión y que genera una estructura 3D del bosque. Utilizando esos atributos forestales y con técnicas de optimización espacial, propuse una metodología que permite que los límites forestales (que ahora siempre son los mismos, no cambian a lo largo del tiempo) se puedan adaptar a los objetivos de gestión. Por ejemplo, no es lo mismo trabajar para maximizar la fijación de carbono, la biodiversidad o para conservar las especies que son prioritarias». Esta propuesta concreta todavía no tiene aplicación práctica («se la he presentado muchas veces a la Junta»), pese a que sus beneficios, dice, son claros, ya que también los bosques evolucionan y su gestión no tiene por qué permanecer invariable.
Pero el premio reconoce no solo ese trabajo doctoral, sino también la investigación posterior, las publicaciones en las que ha participado Adrián, que después de su paso por la universidad finlandesa, de empleos en Lisboa (una investigación postdoctoral sobre incendios forestales) y Hawaii, ha recalado en Washington para contribuir con su experiencia en ese proyecto GEDI (Global Ecosystem Dynamics Investigation), la misión más importante en la historia de la NASA vinculada con los bosques.
La imagen que tenemos de la NASA es sobre todo espacial, galáctica, interplanetaria… pero también se interesa por lo más terrenal. «No solo son misiones tripuladas o de robótica. En la NASA hay mucha ciencia aplicada, vinculada con la vulcanología, los modelos meteorológicos, la biodiversidad«. Y los bosques. »Por eso tienen muchos perfiles profesionales», aclara el investigador vallisoletano.
La Estación Espacial Internacional (en órbita desde 1998) tiene un satélite adosado, «un brazo, del tamaño de un frigorífico» que mira a la tierra y que, a 400 kilómetros de distancia, emite pulsos láser que, al tocar la copa de los árboles y luego el suelo, permiten determinar la altura que en este terreno alcanza la vegetación. Esto ha cambiado para siempre la perspectiva que tenemos de los mapas. Esto ha servido para desentrañar los secretos más recónditos de los bosques. «Hasta hace poco, podíamos saber qué zonas de la superficie del planeta estaban cubiertas por bosques, por selvas. Pero ahora, gracias a esa medición de altura, se puede estimar también cuánta biomasa y cuánto carbono almacenan los ecosistemas forestales. Y hacerlo con un grado de detalle impensable hasta hace poco». La mirada espacial permite acceder a zonas remotas de la Patagonia, el Amazonas, África… «territorios que en muchos casos ni siquiera han sido explorados. De otra forma, tal vez no podríamos saber cuál es la altura de los árboles en zonas remotas del Congo, de Camerún».
Sí que había mediciones parciales, sobre el terreno, a partir de las cuales hacer proyecciones y medias. Pero esta técnica espacial (durante los últimos cuatro años se han tomado más de 26 billones de observaciones en todo el mundo) permite afinar mucho más el cálculo de la biomasa que pueden generar esas zonas forestales o sus aportaciones ecológicas como pulmones de planeta.
La misión se lanzó en diciembre de 2018 y, después de un paréntesis en 2023, ha retomado su actividad en 2024. «La idea es que GEDI esté operativo hasta 2030, que es cuando la Estación Espacial, en teoría, dejará de funcionar». Este trabajo prolongado en el tiempo permitirá analizar también los cambios vinculados, por ejemplo, con la deforestación.
«Trabajo mucho con el Banco Mundial. Necesitan nuestros datos para validar lo que les dicen los países. Ellos pagan dinero, por ejemplo a Camboya, Paraguay, por hacer proyectos que mejoren la estructura de los bosques, su conservación. Así que el Banco Mundial se apoya en nuestros datos para validar, de alguna forma, lo que los países le cuentan». Estos datos, recuerda Adrián, son abiertos, accesibles desde la web de la Nasa. Y tienen también su importancia en España.
Adrián es coinvestigador de un proyecto en la Península Ibérica «para ver cómo se recupera el bosque después de los incendios y por qué hay zonas de España y Portugal donde hay gran recurrencia de incendios. Hay territorios que no han ardido en los últimos veinte años y otras donde ha habido fuegos dos o tres veces». El Ministerio de Medio Ambiente, además, recibe informes periódicos, cada año, con las estimaciones de biomasa de los bosques españoles, lo que le permite disponer de datos actualizados, ya que el inventario forestal actual se hace en España, más o menos, cada década.
Y en esta revolución forestal colabora Adrián Pascual, el investigador vallisoletano que trabaja con los rayos láser que desde el espacio dispara la NASA y que acaba de recibir un premio a la mejor tesis doctoral publicada sobre su materia en los últimos cinco años en todo el planeta.
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