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Atesora el récord de pesca del siluro más grande detectado hasta la fecha en España con la técnica de lance con señuelo artificial: un ejemplar de 2,67 metros y más de 120 kilos de peso. Lo logró hace un año en el río Ebro -cerca del municipio zaragozano de Escratón- y, pese a no haber conseguido registrarlo (contactó, sin éxito, con la International Game Fish Association, la autoridad mundial que regula la pesca), el vallisoletano Sergio Rodríguez no ha dejado en este tiempo de capturar esta especie para intentar superar su marca.
Sin ir más lejos, la pasada semana se desplazó de nuevo al Ebro en busca de una nueva hazaña. «Estuve la semana pasada; no se encontraban muy bien los ríos, con el caudal muy bajo y el agua bastante transparente, pero estuve dos días y, aunque el segundo no hubo suerte, el primero conseguí sacar seis siluros: uno de casi dos metros y los demás de un metro y treinta centímetros, aproximadamente», asegura este apasionado a la pesca deportiva desde hace más de 24 años, quien lamenta que en esas condiciones «era imposible pescarlos».
No obstante, afirma que estas fechas son ideales para intentar capturar estos peces de agua dulce, los más grandes de Europa. Es ahora, entre mayo y julio, cuando se desarrolla la freza, es decir, la época de reproducción del siluro. Algo que, respecto a años anteriores, se ha adelantado. «Se ha anticipado por los caudales. La temperatura ha influido mucho; tanto calor aumenta la temperatura del agua y los siluros se ponen a frezar directamente», explica Rodríguez, especializado en la pesca de lucios, su depredador favorito. «Es el que más me gusta; he sacado un lucio muy grande, probablamente de los más grandes de España en río», matiza.
¿Qué le llevó a interesarse por la pesca de siluros? El interés por tratar de capturar «los peces más grandes». «Cada pez tiene su técnica y su cosa, pero el hecho de querer pescar peces más grandes es lo que me llevó a intentar pescar otro tipo de pez», asevera. Considera que la técnica de pesca a lance «no es muy difícil». «Consiste en lanzar simultáneamente, varias veces repetiras, y hacer recogidas de los señuelos muy lentas y muy despacio». «Es un pez un poco vago, lento. Tiene ojos muy pequeños, sin excesiva visibilidad, y como dos bigotes que son muy sensibles a movimientos y vibraciones. En un radio de uno o dos metros cuadrados a su alrededor, detecta esos movimientos, ataca y se come los señuelos», argumenta.
A él, en su caso, le van «muy bien» los señuelos de quince centímetros. «Es un vinilo que tiene una cola preparada para producir vibraciones. Entonces, el siluro, al notar esas vibraciones, cree que es una presa que se le escapa y tira a comérsela», apunta este vallisoletano, al tiempo que opina que «son peces oportunistas. Les gusta mucho las zonas paradas, cualquier cosa que les llega de la corriente, se lo comen», continúa.
Insiste Sergio Rodríguez que él no es experto en la captura de siluros. Le encanta la pesca, eso sí. Sin embargo, cuenta que si algún aficionado está interesado en capturar peces de gran tamaño, han de irse a las zonas bajas de los ríos, donde confluyen los afluentes. «Coge más caudal, más profundidad y normalmente es donde están los peces más grandes», concluye.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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