Valladolid vive un multitudinario San Juan en Las Moreras

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R. C.

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Carlos Espeso

Miles de jóvenes cargados con bolsas llenas de bebidas parecían querer quemar en la hoguera la posibilidad de levantarse al día siguiente sin resaca y, poco a poco, fueron ocupando la playa hasta que se convirtió en imposible encontrar un minúsculo hueco en el que sentarse sobre la arena. A falta de arena, bueno fue césped e incluso asfalto y todos los presentes encontraron un lugar en el que disfrutar de esta fiesta pagana regada con alcohol recién comprado en el supermercado. Pero no solo hicieron negocio los supermercados, varias barras se instalaron en la zona y el intenso calor que presidió la noche fue el gran aliciente para que este macrobotellón orquestado sirviese para que alguien más hiciera caja.

Uno de los que trató de ganar dinero esta noche fue el feriante Nacho Fernández, que lleva 35 años sirviendo bebida y comida en esta fiesta y reconoció que los tiempos pasados, al menos para él, fueron mejores. «Ha habido años que hemos vendido hasta 3.000 litros de cerveza y 1.000 de calimocho, pero ha bajado todo muchísimo. Si este año llegamos a los 500 de cerveza y 100 de calimocho, me doy por satisfecho», aseguraba al otro lado de una barra ubicada junto a la entrada de la playa con un discurso similar al del churrero Manuel Pérez, de la Churrería Chani. «Mi padre fue uno de los primeros en venir y ahora vengo yo. Antes podía haber más gente, pero confiamos en vender muchos churros y bocadillos», explicaba poco antes de que comenzase la noche.

Pasar sobre el fuego de una hoguera para renovar las energías y dejar atrás todo tipo de pensamientos negativos es uno de los rituales más comunes en la festividad de San Juan y varios jóvenes lo llevaron a cabo antes de que se encendiera la hoguera central. «Hemos traído seis palés en el coche para poder tener nuestra propia hoguera», explicaba el joven Adrián Ramos, que junto a su grupo de amigos fue uno de los primeros en llegar a la playa para vivir una noche que auguraban larga. «Sentados y bien alimentados, nunca hay prisa», agregaba para dejar bien claro que tenía muchas posibilidades de amanecer en la ribera del Pisuerga.

La música de djs y bandas de rock locales amenizó la fiesta desde las 19:00 horas hasta la madrugada y un importante operativo de Policía Local, Nacional, Cruz Roja, seguridad privada y Protección Civil veló porque la fiesta transcurriese con el menor número de incidentes posible. La salida de una ambulancia a las 20:20 horas fue el primer contratiempo de la fiesta. Al parecer, una caída produjo un corte a una niña que hubo que suturar y se decidió su traslado de la zona, que poco a poco se iba llenando de gente dispuesta a disfrutar de una noche con una temperatura perfecta.

Al cierre de esta edición, todavía no se había encendido la gran hoguera del centro de la playa, pero la treintena de voluntarios de Cruz Roja ya habían atendido a más de una persona. La noche acabó mal para más de uno y, como es habitual, una de las imágenes de la fiesta volvió a ser la acumulación de basura por todo el parque. La noche de San Juan puede ser mágica, pero la basura no acabó en los contenedores por arte de magia y el servicio de limpieza se tuvo que emplear a fondo para retirar las toneladas de desperdicios que quedaron repartidas por la playa, las canchas deportivas y la ribera.