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Los científicos no son infalibles, desde luego. Por eso se habla de hipótesis, se evalúan sus trabajos, se refutan, se corroboran. O de cuando en cuando la tecnología que sustituye a la tecnología que ellos usaban desmonta teorías que parecían sólidas. Juan Ignacio Pérez ... mostró la realidad del error científico cuando habló ayer, en el Teatro Zorrilla, del pasado del futuro. De cuando un científico vaticinó que un barco de vapor no podría atravesar el Atlántico justo dos años antes de que lo hiciera. Y sin repostar. O cuando otro señalaba, pleno de convencimiento, que la cirugía sin dolor era «una fantasía». Porque donde hay mata, hay patata y donde hay cuchillo, hay aullido. «Hasta que aparecieron el cloroformo y el éter». O ese otro que dijo que una vez que acabara la exposición universal de París (año 1889) esa moda de la luz eléctrica desaparecería para siempre.
Así que los científicos se equivocan, sí. Lo que pasa es que, a pesar de que el presupuesto en investigación, al menos en España, merma y merma, aún son capaces de desentrañar cosas que han traído a la Humanidad hasta aquí. En realidad, quizá algunas solo las han desarrollado. Porque Manuel Rojo, prehistoriador de la Universidad de Valladolid, mostró cómo las redes sociales, en realidad, ya funcionaban miles de años atrás. Si no, a ver cómo se explica que el vaso campaniforme fuera tendencia -no era 'trending topic' porque no existía el inglés- en la Península Ibérica, Centro Europa, islas británicas y casi hasta Siberia. «Había historias pintadas en tabletas de piedra, como en Altamira», decía. Y «llamadas de móvil». Y Rojo cogió primero su cuerda atada a una madera y la agitó en círculos, hasta que emitió un sonido que, en una cueva, «suena como un susurro, un murmullo que llama a reunión o a combate».
Porque las cosas ya estaban aquí, lo que pasa es que ahora, con una revolución tecnológica sin precedentes en la Historia y con muchos de los 7.600 millones de habitantes de la Tierra bien formados intelectualmente y conectados entre sí de modo inmediato, el conocimiento avanza de un modo vertiginoso.
Así que ahora se pueden coger los registros de temperaturas que había hace unos años y completarlos, y extraer patrones, y llegar a conclusiones que, para no caer en errores de científico rotundo, como aquel que no le veía futuro a la televisión, muestran un abanico de posibilidades. En el caso del cambio climático, que explicó José Viñas, no hay duda de que ya está aquí. Y tampoco de que no es el primero. «Estamos en la séptima era glacial, por eso hay hielo en los polos». Pero sí es el que más rápido está ocurriendo. «El cambio climático actual es rápido, con origen en el hombre y tenemos una población de 7.600 millones habitantes, algo único en la historia de la Tierra, por lo que está empezando a acelerarse. Si no hacemos nada, el escenario climático a final de siglo será el de máximos, con subidas del orden de 7-8 grados». ¿Les parece que este septiembre está salido de madre? Pues la temperatura media solo ha subido 1,35º en 150 años. Si sube 8º... «De hecho, si llegamos a 1,5º, y eso será aproximadamente en 2030, si no antes, habrá procesos difíciles de revertir».
Los científicos ya se están preparando para lo que venga.
Lo que ocurre es que a veces su mensaje choca con la ignorancia, y esta genera miedo, y el mensaje se vuelve ineficaz. Gemma del Caño, que trabaja en la industria alimentaria, «el Imperio», lo llama, explicó cómo los transgénicos permiten avances increíbles. «Medio millón de niños se quedaban ciegos cada año porque no tenían vitamina A en su dieta, compuesta de arroz. Pero hay un arroz transgénico, arroz dorado, que tiene vitamina A porque se le unió un gen de un tipo de maíz». Con sesenta gramos de arroz, bienvenida vitamina A, adiós ceguera. ¿Y en el futuro? Pues en el futuro será el CRISPR. O lo que es lo mismo, editar el código genético de algunas plantas, por ejemplo. Para conseguir cultivos resistentes a la sequía, hoy impensables en muchas zonas.
Gemma del Caño ( @farmagemma ), vallisoletana y ponente ayer en Naukas Valladolid, urdió un número musical con su compañera de eventos Marián García ( @boticariagarcia ) en Naukas Bilbao para mostrar la realidad del sandwich mixto: jamón de york que no lo es, queso que nunca ha estado cerca de una vaca y pan integral hecho con harina refinada no integral. Un vídeo hilarante sobre cosas muy serias. (Puedes verlo en este enlace ).
Elena Hidalgo, de Agrarias de la UVA, explicó cómo se deben proteger los ecosistemas mientras ellos, los científicos, construyen «bancos de semillas y plantas vivas que se conservan para que no corran peligro esos organismos con genes que pueden resultar útiles en caso de cambio climático». Fue amable. No es «en caso de». Es «para cuando el cambio climático sea irreversible».
Quizá el futuro, a la vista de las charlas vistas en el Naukas de ayer, esté en las cosas minúsculas. En los genes, por ejemplo. Mercedes Durán, también de la UVA, analiza ahora 35 genes distintos para diagnosticar y, quién sabe, quizá conseguir que en el futuro haya tratamientos personalizados y efectivos para cada paciente. Ese resultado que ahora tarda un mes en tener, hace veinte años se demoraba entre un año y medio y dos años, y solo con solo dos genes.
José Carlos Rodríguez Cabello, el hombre al frente de Bioforge, otro foco de 'talento UVA', explicó el ingente reto de imitar a la naturaleza. De tratar de dominar las moléculas como lo hace la naturaleza. «La pluma de un ave, construida con la misma proteína, queratina, que tenemos en las uñas o el pelo, son hidrofóbicas, también repelen la suciedad, y atrapan el aire de forma que no puede escaparse, con lo que son un aislante térmico fenomenal». Todo gracias a unas estructuras con diferentes niveles y una complejidad asombrosa. «Queremos hacer sistemas y materiales que se puedan implantar dentro el organismo. Pero el interior del organismo es la guerra; está gobernado por el sistema de respuesta inmune», advierte. Así que la lucha por el futuro se presenta impresionante.
El segundo Naukas Valladolid tenía como prólogo una especie de diálogo de chascarrillos entre sus dos impulsores, Javier Peláez y Antonio Martínez Ron. Un número que tuvo que esperar porque por la noche había fallecido Pepe Cervera, divulgador conocido en Twitter como @Retiario, amigo de muchos de los presentes ayer en el Teatro Zorrilla.
La nostalgia por su desaparición estuvo presente durante todo el evento. Un espectáculo científico que consiguió que a las ocho y media de la mañana, una hora y media antes de abrir las puertas del teatro, ya hubiera colas en la Plaza Mayor de Valladolid. El evento es gratuito y en la primera edición, en el Calderón, se quedaron fuera cien personas. Así que las 530 butacas se llenaron y también los palcos laterales del teatro. En la sesión de tarde -no se guardaba el sitio- se repitió el lleno para escuchar las conferencias de Mercedes Durán (del Instituto de Biogenética Molecular de la UVA), Laura Morán (El sexo del futuro), Marta Peirano (Estos no son los droides asesinos que están buscando), Marilín Gonzalo (Los medios del futuro), Sergio Palacios (La energía del futuro) y José M. López Nicolás (El futuro de las 3 BIOS). Las charlas se pueden ver en la web de Naukas.
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