Valladolid renueva sus votos con la Virgen del Carmen 471 años después

En este último paraje, en la chopera, el padre Antonio Benéitez, fraile de San Benito, ofició la misa ante la pequeña imagen de la Virgen del Carmen que custodian durante el año los Franciscanos. Fue él, en esta ocasión, el encargado de recordar la vinculación de Valladolid con la devoción a esta figura en sustitución del carmelita Teófanes Egido, excronista oficial de Valladolid, hoy de avanzada edad, aunque «conserva la misma lucidez de siempre».

El religioso, que celebró que el descanso de la pandemia permitiera mantener esta cita ya tradicional del calendario religioso de la capital, cuya andadura se remonta al 16 de julio de 2000, quiso hacer memoria histórica sobre el inicio de la devoción a la Virgen del Carmen, cuya imagen, al menos, de manera documentada, desembarcó en la ciudad con la llegada de los primeros carmelitas, que fundaron al borde del río su convento en 1551, junto al manantial del Río de Olmos (allí en 1210 ya consta un primer convento franciscano).

La vinculación de los carmelitas con la ciudad se reforzaría en 1568, cuando llegaron a la ciudad Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, asentado inicialmente en el convento de la margen izquierda del Pisuerga antes de participar en la fundación, apenas un año después, del actual convento de Santa Teresa de Jesús, situado en la calle del mismo nombre, en La Rondilla, y también muy próximo al río, hasta el punto de que sus aguas llegaron a anegarlo en una crecida siglos atrás, según relató Antonio Benéitez.

«La devoción por la Virgen del Carmen en nuestra ciudad es innegable y en ese mismo siglo también se fundaría el actual convento del Carmen Extramuros, que inicialmente se bautizó como de Nuestra Señora del Consuelo, pero que todos los vallisoletanos siempre han conocido como del Carmen Extramuros por su devoción a la Virgen del Carmen, y que también estaba situado cerca del río», apuntó el fraile de San Benito, que tomó así el relevo del carmelita Teófanes Egido.

«Valladolid no se puede entender sin su río y los orígenes y la tradicional devoción hacia la Virgen del Carmen, en cierto modo, tampoco al haber estado siempre vinculada al Pisuerga», destacó el padre, que ofició la misa en la pradera antes de dar paso a una breve procesión con la imagen hasta la patera, en la que una imagen de mayor tamaño, esperaba anclada en la proa que luces el nombre de la Virgen del Carmen para comenzar la procesión fluvial entre aplausos por las aguas del Pisuerga.

La patera, en la que estuvieron entre la tripulación, entre otros, el exalcalde, Francisco Javier León de la Riva (asiduo a esta cita), o el concejal Pedro Herrero, en representación del equipo de Gobierno, partió pasado al mediodía del antiguo embarcadero del Catarro, escoltada por pequeñas embarcaciones, piragüistas y una abarrotada Leyenda del Pisuerga, para cubrir el recorrido bajo puentes (Poniente, Hospital Militar...) hasta su destino ante la cruz del Río de Olmos, situada justo antes del puente de Arturo Eyries. La tradicional ofrenda floral y un breve oficio religioso puso fin a la procesión fluvial y marcó el viaje de vuelta de las embarcaciones al punto de partida.

La procesión fluvial se mantuvo así fiel a su cita ininterrumpida con la ciudad desde aquel primer homenaje a la patrona de los marineros, auspiciado por Los Amigos del Pisuerga, el 16 de julio de 2000. Ni siquiera la pandemia evitó su celebración. Ese verano, el 12 de julio -siempre se celebra el domingo anterior a la festividad de El Carmen (16 de julio)-, esta procesión fue la primera cita multitudinaria tras el confinamiento. La pandemia también estuvo esta vez presente en el oficio religioso celebrado en la pradera de Las Moreras.