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Para muchos es indispensable por razones laborales y de residencia. Para otros, una comodidad en sus desplazamientos a la que no están dispuestos a renunciar. A pesar de que la cartera apriete, el coche, de momento, no se aparca. O porque es inviable hacerlo o ... porque todavía el bolsillo aguanta este lujo. Aunque en esto del tráfico funcionen mucho las impresiones –'se ve menos movimiento', aseguran muchos–, lo avalan los datos. Los veinte aforadores de vehículos con los que el Ayuntamiento de Valladolid controla el volumen de circulación en sus calles –el de VA-20 sentido Soria está reparándose– no han registrado, por ahora, una reducción en el número de turismos y furgonetas que recorren la ciudad.
Ni en el corto plazo ni desde hace un año, cuando los surtidores iniciaron la carrera para convertirse en una especie de boutique. La histórica subida en el precio del combustible –con el litro de gasolina rozando los dos euros– no ha afectado a la ocupación de las calzadas. Las espiras instaladas en el subsuelo controlan el paso de una media de 253.636 carrocerías al día, una cifra, aseguran en el Gabinete de Movilidad, dentro de los valores normales. Nada significativo por el momento.
El patrón permanece inalterable desde que comenzó a recuperarse la actividad económica tras los momentos más duros de la pandemia. Entre semana, de 263.000 a 287.000 vehículos, con puntas los viernes, que superan los 290.000, el día con más tráfico. Drástica bajada los sábados hasta los 207.000 y una caída en festivo, que deja la trama urbana con una media de 152.000 coches. No hay prisas y el domingo toca paseo.
Los pasajeros de Auvasa crecen de forma sostenida. No se aprecia para nada una incorporación de usuarios del vehículo privado a causa del subidón del combustible. En noviembre de 2021, se registraron 1,76 millones de viajes, un mes después, 1,58, y este pasado enero 1,49. Actualmente, se están recuperando los valores de noviembre del año pasado, en torno al 75% de los transportados de 2019. El crecimiento, no obstante, «no parece tener una relación con el incremento del precio del combustible, que, pudiendo tener una incidencia en la elección modal, necesita de mayor tiempo para presentar efectos», apunta la compañía.
Solo en el centro se ha apreciado una rebaja en el movimiento a motor, que no se achaca a los altos precios del carburante (de momento), sino que viene marcada por los itinerarios alternativos que muchos conductores utilizan para completar sus recorridos. Conscientes de las dificultades para circular por el corazón de la capital a ciertas horas, optan por las rondas y los colectores del perímetro. Estima el Ayuntamiento que desde la implantación de los carriles bus –la VA-10– el tránsito de coches por la denominada 'almendra' se ha reducido más del 30%: 21.000 automóviles menos circulan por el cogollo de la ciudad.
Las bobinas enterradas que más carrocerías cuentan al día son las de Arco de Ladrillo en sentido centro (20.000-22.000 entre semana), seguida de la de esta misma vía en dirección a Madrid (19.000-21.000). Los otros puntos con más tráfico son la Plaza de San Bartolomé (edificio Duque de Lerma) con las avenidas de Burgos y Salamanca. Por el Puente de Poniente al centro se contabilizan entre 10.000 y 13.000, mientras que en el eje López Gómez-Miguel Íscar circulan una media de 7.000 cada jornada. Real de Burgos-Huelgas registra unos 15.000 y el Paseo Isabel la Católica hacia el Puente Mayor, sobre 17.000.
Que, de momento, no se sacrifica el uso del coche lo confirma el informe municipal. Los horarios laborales, los hijos y el colegio, recados... llevan a muchos a no poder o no querer prescindir del vehículo en su vida diaria por la autonomía que les ofrece en comparación con otros medios de locomoción. Se ha puesto muy caro, pero...
Un ejemplo. El de Alberto Ruiz. Dos viajes diarios. De Parquesol al aparcamiento de la Feria de Muestras para acudir a su oficina junto a Plaza Mayor. Y vuelta. Tiene un Nissan Qashqai gasolina, que consume 7 litros a los cien. Llenar su depósito le costaba hace un año 85 euros. Hoy paga más de 110, aunque hace tiempo que no lo completa. Hace 25 kilómetros a las semana, a razón de unos cinco diarios, solo para el desplazamiento laboral. Eso suponía hace un año un gasto semanal de 2,18 euros. Hoy le cuesta 3,5. Al mes, de 8,72 a 14. De momento, este desplazamiento lo mantiene por la libertad que le supone en su organización doméstica, aunque reconoce que comienza a sujetarse con el uso del coche. Agrupa las necesidades de viaje en una jornada para hacer varias gestiones en vez de sacar el Nissan varios días y se desplaza con menos alegría a su pueblo, Pedrosa de Rey. Cien kilómetros ida y vuelta. Ahora cerca de doce euros de gasolina cuando el año pasado esta ruta le costaba entre siete y ocho.
Habrá que analizar en unos meses la evolución de tráfico con respecto a la de los precios para a ver si llegan los efectos. De momento, será a partir del segundo semestre de 2023 cuando cerca del 28% del parque móvil sin etiqueta ambiental deje de circular de forma forzosa por el centro con la implantación de la zona de bajas emisiones, un perímetro que en una primera fase sacará de las calles del corazón urbano unos 40.000 automóviles.
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