Valladolid incorpora al callejero la nueva plaza Francisco de Praves

La plaza, de apenas cuatrocientos metros cuadrados, contará con dos accesos, uno junto al portal número 5 de la calle de los Alamillos, que será público y paralelo a los accesos privados de los vecinos del edificio. Además, se ha colocado una puerta donde ya se lee el nombre del renovado lugar, en un rincón junto al bar de El Tío Molonio, que será la segunda entrada a la plaza desde el lateral del Monasterio de las Huelgas a través de una estrecha travesía. El nombre de Francisco de Praves aparece en la parte inferior de la puerta, pero todavía no se puede ver la placa oficial en la propia plaza, el último paso antes de que sea oficial.

El nuevo espacio estará abierto al público, con un horario acotado y que cerrará durante la noche, como ya ocurre en otros espacios públicos de la ciudad, véase el Campo Grande o, en un caso más similar, la plaza arbolada situada entre un edificio de las calles Encarnación y San Ignacio. Para ello, las entradas cuentan con una cancela para poder cerrar la plaza por las noches. En un primer momento, estaba previsto que el proyecto finalizara a finales de marzo, mientras que dos meses después sigue cerrado, a pesar de que ya se ha completado la urbanización y a la espera de una fecha oficial para la inauguración del lugar.

La plaza reabrirá a la vista uno de los laterales del Monasterio Real de las Huelgas, en cuya construcción participó el propio arquitecto que ahora da nombre a la nueva plaza, que ya aparece en el callejero de Valladolid, además de en algunas aplicaciones móviles de mapas. En concreto, fue bajo su dirección que se construyó el claustro del monumento, cuya estructura comenzó a levantarse en 1622. La apertura de la plaza mostrará ahora algunos de los aspectos que habían permanecido ocultos tras tantos años, como una de las puertas al monasterio, que fue cegada en el siglo XVIII para colocar un retablo barroco en el interior.

De las obras que se han producido en la plaza ya solo queda un andamio y unas vallas que impiden el acceso a los vecinos de los bloques 5 y 7, desde donde se podrá acceder a la plaza por un acceso público en paralelo a la entrada del garaje privado. La plaza contará con una pequeña zona ajardinada, así como con diez asientos alrededor de un pequeño parque infantil con un columpio y desde donde se podrá ver desde todo el lateral de este Bien de Interés Cultural que data del siglo XVI.

La ejecución del proyecto tiene una historia que surge hace 20 años, en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2004. La propuesta planteaba la modificación de este espacio, que permanecía oculto desde 1967 por la construcción de un bloque de pisos y de un almacén de maderas, que estaba adosado al lateral del monasterio. El siguiente paso para recuperar el suelo fue impulsar una 'unidad de normalización', que permitió al Ayuntamiento recibir el suelo para poder incorporarlo al nuevo PGOU de 2020. Después, se procedió a demoler la nave de hormigón y uralita, que había pasado a ser un aparcamiento. Los últimos pasos han sido la apertura del primer acceso, el del edificio de pisos, y el posterior derribo de la pared del rincón de El Tío Molonio, donde está la segunda entrada.

En enero del año pasado se redactó el proyeto definitivo, tutelado por el arquitecto Álvaro Finat, quien explicaba que la idea busca «generar un claustro moderno imaginando la composición que podría haber tenido y destinado a poner en valor el monumento que se recupera». Un monumento que se recupera, así como estas vistas inéditas desde 1967.