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Una Nochevieja tranquila en Valladolid dio paso a una mañana de Año Nuevo similar. Sin sobresaltos y con poca gente por la calle a primera hora, el buen tiempo invitaba a salir, pero no era hasta bien entrado el mediodía cuando la ciudad comenzó a ... despertar. Los primeros atrevidos ocupaban algunas terrazas del centro y muchos vallisoletanos se decantaban por dar un paseo. Los establecimientos hosteleros ofrecían un plan apetecible y el sol acompañaba a los 16 grados que marcaba el termómetro, pero eso no fue suficiente para que los vallisoletanos se animasen y la mitad de las mesas estaban vacías durante el vermut. Pese a que las terrazas no se llenaron, sí lo hicieron las calles de la ciudad.
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En la Plaza Mayor el mogollón de gente se agolpaba junto al tiovivo porque las mesas de los bares que alberga el soportal estaban a medio gas. Algunos establecimientos ni siquiera estaban abiertos. «Es muy raro ver tan poca gente por la calle el uno de enero», comentaba una pareja de ancianos en la calle Santiago. Lo mismo ocurría en la zona de la catedral, donde apenas había tres bares con la persiana levantada. «Hemos esperado a que acabase el concierto de Año Nuevo para salir a tomar algo, pero no se ve mucha gente», comentaba sentada junto a su familia una joven mientras disfrutaba de un verdejo al sol para dar la bienvenida al nuevo año. Tampoco en la zona de Coca había rastro alguno de los que el 31 festejaban el final de 2021 y la entrada a 2022, y muchos de los bares en los que ayer no cabía un alfiler hoy ni siquiera tenían montada la terraza exterior por falta de clientes.
Las familias prescindieron de un vermut tradicionalmente alargado hasta la tardía hora de comer del primero de enero y fueron muchos los vallisoletanos que cambiaron los zapatos por las deportivas. Las calles del centro mostraban movimiento y las mascarillas protagonizaron los primeros paseos del año. «Vamos a comer con mis cuñados pero antes estamos caminando un poco», contaba Roberto Ribeiro, quien paseaba con sus dos hijos por la Acera Recoletos. En la misma zona, Carolina Blanco y Matías Coelho agradecían los cinco minutos que su hija patinaba en la pista de hielo para estirar las piernas. «Vamos a recorrer la calle y pasear un poco, pero no nos sentaremos en las terrazas, preferimos mover el cuerpo», explicaba ella.
Pasada la comida familiar, los bares y restaurantes de Valladolid mostraban una imagen similar a la del vermut y eran pocos los que salieron a tomar café. De nuevo, por las calles se dejaron ver los andarines que decidieron empezar el año 2022 con buen pie.
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