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La pandemia los colocó como una alternativa más íntima para el alojamiento en tiempos de contagio y desde entonces la fórmula no ha dejado de ... ganar terreno. Mientras que en algunas ciudades de costa o en destinos con alta presión de visitantes se han convertido en una especie de enemigo público al que hay que poner coto, Valladolid asume el crecimiento del número de pisos turísticos sin especiales tensiones, según confirman las administraciones y agentes implicados, con la excepción de los hoteles, críticos por razones de competencia y por lo que consideran un agravio respecto a las «reglas de juego».
Que esto no es Málaga ni Barcelona es obvio. Ni en volumen de recepción de foráneos (423.756 en 2023, según los datos del INE) ni en el perfil que presentan por las características de este destino de interior, en el que priman la cultura y la gastronomía de calidad como reclamos. Estén tranquilos los más temerosos, porque, de momento y en el medio plazo, en Valladolid no se esperan hordas de japoneses o ingleses colapsando la plaza de Portugalete para hacerse un selfi con La Antigua de fondo o desalojando al vecindario local de sus casas para cubrir sus estancias de ocio.
Blanca Jiménez
Concejala de Turismo
La ciudad no ha sido ajena al crecimiento de este patrón en el hospedaje. En diciembre de 2021, cuando la covid-19 llegaba a sus estertores, la capital contaba con 140 viviendas de uso turístico insertadas en bloques residenciales y 12 edificios dedicados íntegramente a esta actividad. Ahora, las primeras llegan a las 144, pero el número de inmuebles con la 'AT' en sus portales, que los identifican como apartamentos turísticos, alcanza los 25, según los datos facilitados por la Junta. Esa es la tendencia: concentrar esta oferta en construcciones exclusivas para ella y restringir al máximo esas casas para recibir visitantes en comunidades de propietarios ordinarias.
Fran Moreno
Presidente de Avat
A día de hoy, el número de plazas en pisos turísticos en la ciudad se sitúa, con datos del Ayuntamiento, en 1.101 (en 330 unidades) frente a las 3.988 camas hoteleras. «Partimos de una situación muy controlada, Valladolid es la capital de Castilla y León con menor porcentaje de estos alojamientos en relación a las plazas totales: el 22% frente a más del 40% en León, o casi el 35% en Salamanca y cerca del 30% en Burgos», explica la concejala del área, Blanca Jiménez, quien, no obstante, destaca que el Consistorio se mantiene siempre «vigilante».
En el caso de Valladolid, la normativa urbanística es, además, «de las más estrictas, ya que limita notablemente la implantación de nuevas viviendas turísticas, de modo que hoy casi la única posibilidad de abrirlas es hacerlo en edificios completos», añade la responsable del área.
Raquel González
Asociación de Hoteles de Valladolid
A esos inmuebles del centro y semicentro que han permanecido sin uso durante años y que se han rehabilitado para dar cobijo a esta fórmula, principalmente en el entorno de la Plaza Mayor, se sumarán en los próximos meses nuevas fincas, como la del bloque de la plaza del Ochavo con Platerías, en el que nació el patrón San Pedro Regalado, o el número 38 de la calle Claudio Moyano. Entre ambos ofrecerán 28 nuevos apartamentos.
¿Generan estas conversiones desajustes en el mercado inmobiliario local? Desde la Asociación de Promotores de Valladolid (Aspriva) consideran que no. Su portavoz, Gonzalo Jolín, señala que estas operaciones «no están retirando un volumen importante de viviendas», al tiempo que acota que el inversor es, en general, «miedoso» y prefiere «mantenerse en el alquiler a tiempo completo», ahora al alza, porque le genera mayor rentabilidad y menos trabajo, ya que los alojamientos turísticos requieren de unos servicios y una logística que obliga a estar encima de ellos. Se puede concluir pues que esa recuperación de inmuebles en el casco histórico, muchos vacantes desde hace décadas o en avanzado estado de deterioro, no se hubiera producido si no es por la inversión de estos negocios.
Que esta alternativa turística se consolida se confirma con la última estadística publicada por el INE esta pasada semana. Aunque se refiere a toda la provincia, da una idea de que el modelo se asienta y va a más. Si en los cinco primeros meses de 2021 los pisos turísticos dieron alojamiento a 3.145 personas (12.554 pernoctaciones), de enero a mayo de este año han sido 12.002 los viajeros que han elegido dormir en ellos, con un total de 32.784 pernoctaciones.
Subraya Fran Moreno, presidente de Avat, la asociación que agrupa al 70% de los propietarios y gestores de pisos turísticos de Valladolid, que es el cliente el que les elige. ¿Las razones? «Ofrecemos una mayor intimidad y libertad para organizar las entradas y salidas; pasas de una habitación de hotel de entre doce y veinte metros cuadrados con un baño y una cama a contar un espacio con salón, televisión de 50 pulgadas, conexión a Internet, uno o dos baños y una o dos habitaciones, en la que tu familia no está amontonada en un único espacio. Y eso a precios muy similares o un poquito por encima a los de la habitación de un hotel de tres o cuatro estrellas», desglosa este profesional.
Estas condiciones son las que llevan a muchos, cada vez más, a optar por esta estancia más autónoma. Con una ocupación media durante el año que se sitúa entre el 70% y el 85%, con picos en Semana Santa o cuando se celebran eventos culturales y deportivos de peso, el perfil de los huéspedes, no obstante, se está ampliando. Si se estrenaron como una buena opción para el turismo familiar por eso de la amplitud del espacio, ahora ya lo eligen parejas, grupos de amigos y también empresas, que han visto en ella una buena alternativa para cubrir las estancias cortas o medias de los trabajadores que desplazan a Valladolid.
Desde Avat destacan que su sector es profesional y recalcan que los más interesados en que siga siendo así y no se cuelen piratas en el negocio son ellos. «Tenemos equipos de limpieza, personal de mantenimiento, hacemos servicios de recepción en distintos idiomas, damos información a los huéspedes, pasamos parte a la Policía... Somos empresas legalmente constituidas que damos trabajo, pagamos nuestros impuestos...», explica.
El sector hotelero local, por contra, mira de reojo a esta competencia. «La explosión de viviendas de uso turístico afecta a todo el sector alojativo. Como ejemplo, este año no hemos llegado en junio a ocupaciones tan altas como otros años en ciudad, a pesar de toda la actividad que ha habido y estamos seguros que se debe a este tipo de alojamientos irregulares», señala Raquel González, gerente de la Asociación de Hoteles de Valladolid. «Cualquier tipo de alojamiento es compatible si trabajamos bajo las mismas reglas. Toda la competencia es buena, porque nos lleva a mejorar para conquistar a tus clientes, pero competencia leal y regulada. Llevamos tiempo pidiendo una regulación que equipare a todos y estamos trabajando con las administraciones en este sentido», añade.
En Avat sostienen que sus compañeros hoteleros tienen que asumir que los pisos turísticos «han llegado para quedarse por mucho que haya un relato, que es mentira, de que somos ilegales, de que no pagamos impuestos, de que ellos dan más trabajo». «Les invito a que vengan a ver mi empresa, en la que tengo 50 apartamentos y 18 empleados», zanja sin cerrarse, como no podía ser de otra manera, a adaptarse a la normativa que ahora revisa la Junta en consenso con el resto de las administraciones implicadas y del sector.
«En Valladolid hoy tenemos una vivienda turística por cada 900 habitantes y una plaza de este tipo de alojamiento por cada 270; en Salamanca o León la proporción es de una plaza por cada 50 más o menos. No nos encontramos en un crecimiento desordenado, afortunadamente, pero nuestra misión es escuchar al sector y estar vigilantes, por eso esperamos la nueva regulación de la comunidad para ver cuáles son los siguientes pasos», apunta la concejala.
No parece tampoco que el incremento en esta oferta esté transformando el perfil de turista formal del que puede presumir la ciudad. «Nuestros fuertes son la cultura, el enoturismo y la gastronomía, o la actividad congresual y deportiva, por fuerza tiene que ser un destino más cómodo y tranquilo, y las cifras de conflictividad son prácticamente inexistentes», ratifica la responsable municipal.
Una impresión que comparten en Avat. «Nuestro cliente viene a disfrutar de la ciudad, deja la maleta en el apartamento y se va a comer a La Parrilla de San Lorenzo a cualquier otro restaurante, en muchos casos ni utilizan la cocina, hacen gasto en otros muchos negocios y no generan ningún tipo de situaciones problemáticas», abunda Moreno quien considera que su crecimiento se acompasará con el ritmo y necesidades que marquen los datos de visitantes.
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