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Óscar Puente e Irene Carvajal. Son, a poco más de 150 días de las elecciones municipales en Valladolid, los únicos candidatos confirmados a la Alcaldía. El resto aún está inmerso en «procesos» o debates internos más o menos complejos.
A la izquierda del electorado, Toma ... la Palabra y Podemos ya han confirmado sus intenciones de unificar un espacio que antaño se presentaba fracturado hasta las moléculas. Que repitan los concejales actuales es, además, una posibilidad que van a permitir sus renovados estatutos, que limitaban la permanencia en el cargo a dos mandatos. El argumento para permitirlo es que, ante unos comicios que se presentan muy reñidos, cualquier cesión al rival, una mínima pérdida de apoyos, puede hacer que se tambalee una mayoría que, consideran todos, no será absoluta en ningún caso, sino que será resultado de coaliciones. A mediados de enero podría quedar resuelto el dilema si la asamblea de Valladolid Toma la Palabra da el visto bueno definitivo.
A la derecha, la incertidumbre se ha convertido en tendencia. Vox ha sido el primer partido en resolverla, aunque después de un casting de opciones que ha desembocado en la designación de Irene Carvajal, licenciada en Derecho y jueza sustituta. Su ligazón a Asaja, tanto por vía conyugal -su esposo, Ramón Alonso, es el responsable provincial de la organización agraria- como por haber participado en foros y cursos de formación, hace que definitivamente caiga el tándem que otrora formaron PP y Asaja. Y en ese ámbito, el agrario, donde tanto sembró el ex consejero de Agricultura y ex presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero (PP), hay mucho voto en juego.
Ciudadanos, el partido llamado a desaparecer del plano político en 2023 si se atiende a las encuestas y a los últimos resultados, anda aún con la refundación. Que se ha convertido, y no es nuevo en esta organización, en una nueva lucha fratricida, esta vez entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal y sus respectivos colaboradores. Si en lo autonómico solo les queda Francisco Igea con su oposición individual, cual Quijote en las Cortes, en lo municipal solo aparece como viable un resultado decente de Begoña Villacís. En Valladolid, PP y PSOE quieren rebañar lo que quede de los votos naranjas y ambos tienen a su favor que no hay cara visible en Ciudadanos. No habrá candidato hasta después de culminar el proceso para elegir a la nueva dirección. Esto es, al menos, mediados de enero. El actual portavoz, Martín Fernández Antolín, la vicepresidenta de la Diputación, Gema Gómez, y el edil Pablo Vicente son lo que queda en la capital salvo que consigan convencer a la eurodiputada Soraya Rodríguez, ya derrotada en su día por León de la Riva cuando esta era socialista.
En cuanto al PP, las encuestas pueden decidir el nombre definitivo después de los muchos bandazos de los últimos meses. La aparición de independientes como Javier Garicano rebeló a los pesos pesados del partido en Valladolid e hizo aumentar el malestar de muchos hacia su presidente, Conrado Íscar, que fue el que apuntó a esas posibilidades. Feijóo quería tener todas las capitales listas antes de final de año, pero ahora ni eso parece claro. Y menos con el PP autonómico liado con el asunto del error en la votación de los presupuestos.
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Las encuestas internas arrojaban datos como que Jesús Julio Carnero era el mejor situado para conseguir un buen resultado, lo que no es sinónimo de triunfo, sin embargo. Carnero no quiere entrar en esa competición y Mañueco tampoco quiere prescindir de su ancla en el Consejo de Gobierno de la Junta ante los consejeros de Vox. Mercedes Cantalapiedra, senadora, tiene parabienes de algunos hombres fuertes, como Javier León de la Riva, pero también cuenta con opiniones en contra. Era la segunda mejor posicionada en esos sondeos. La vía de Ignacio Tremiño, peor situada, es una alternativa que se ha barajado con mucha fuerza en los últimos meses, aunque el candidato, recién aterrizado de Madrid, tendrá que hacer mucha calle para ganarse un hueco.
«En cuanto tengamos candidato, todos a una», aseguran fuentes de los populares. Pero es ese condicional, ese deseo aún incumplido de tener un cartel fijo, el que plantea cada vez más nervios e incertidumbre. La semana pasada, antes del fiasco de las Cortes, se apuntaba a que estos días serán ya los definitivos. Ahora ya hay quien señala a la semana de Reyes. 2023 se asoma y solo hay dos aspirantes seguros para coger el bastón de mando.
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