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Es casi hipnótico ver cómo entrelazan los bolillos, la velocidad a la que lo hacen y la precisión de cirujano con la que manejan sus dedos siguiendo el patrón que después de horas y horas de trabajo se convertirá en una pieza única. Quizá sea un abanico, una chaqueta, una delicada sombrilla, el bordado para una toalla o una obra enmarcada. Las opciones son infinitas, tantas como combinaciones y patrones que este sábado seguían las 720 encajeras que se dieron cita en el polideportivo de La Rondilla y que pusieron en común la habilidad de poner en práctica una técnica con siglos de antigüedad.
Coincidían encajeras de toda España en destacar los beneficios que tiene el encaje de bolillos. «Es tan beneficioso que en su día un neurocirujano me habló de los beneficios de esta técnica para prevenir el Alzheimer», decía Laude Díaz, quien vino desde Mieres (Asturias) para disfrutar de una jornada de encuentro. En 2.002 se tiró a la piscina de organizar un encuentro en su tierra por el día de la mujer trabajadora y desde entonces ha organizado una veintena de ferias «en algunos encuentros nos juntamos más de 1.400 personas y mantengo contacto con profesores de Rusia o Eslovaquia».
Díaz anima a que la gente conozca este mundillo y se enganche a este arte que define «como una droga». «Gracias al bolillo viajo por toda España, conozco gente, tengo contacto con asociaciones alemanas, polacas o belgas, entre otras. En mi caso me ha hecho no quedarme en casa y estar más activa», se sincera.
Porque este encuentro, el décimo celebrado por la Asociación de Vecinos Unión Esgueva, tiene como objetivo el de compartir técnicas, labores y, sobre todo, el salir y conocer otros lugares. «Gracias a esto he conocido muchos lugares, procuro ir cada mes a un encuentro como este y la verdad que conoces a mucha gente», comenta José Luis Alonso, que representa la escasa presencia masculina en este encuentro.
«Me dedicaba a la construcción y lo hacía de forma esporádica pero hace dos años me jubilé y lo hago a diario, luego regalo las creaciones», decía este abulense mientras sigue el patrón de una menina que se convertirá en un cuadro. Aprovechará el día para comer por Valladolid, visitar la ciudad y hacer alguna compra. «En esta feria se encuentran complementos, hilos y productos relacionados con el encaje de bolillos que difícilmente se encuentran en una mercería, por eso venden tanto en los puestos en un día como hoy», señala.
Algo en lo que coincide Bernardino Liaño de Torrelavega. El trasiego de clientas es constante en su puesto, donde se vende todo tipo de material para las labores. «Llevamos viniendo unos nueve años porque esta feria es de las buenas tanto por la cantidad de gente que viene como por las compras que hacen», aseguraba el dependiente sin parar de atender y cobrar a las clientas. Tiene experiencia en este tipo de encuentros «nos recorremos unos 40 cada año más o menos por la mitad norte de España», puntualiza.
Hace falta concentración, dedos ágiles y vista de halcón para seguir con precisión el movimiento de los hilos y que estos creen, por ejemplo, abanicos tan delicados como los de Carmen Rey, profesora de encaje de bolillos en Santovenia, La Cistérniga y Arroyo, aunque este sábado eran cientos los ejemplos de habilidad y técnica que convirtieron el polideportivo de La Rondilla en una auténtica galería de arte.
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