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Tiene tan solo 19 años y todo el empuje. «Si no arriesgo ahora, luego puede ser tarde». Se llama Desirée Jiménez y desde el pasado mes de junio regenta su propia tienda de moda femenina en el número 2 de la calle Regalado. Dea ... Dama. «Es el nombre que los celtas daban a la diosa de la madre tierra y además coincide con las iniciales de todos los miembros de mi familia», explica esta joven emprendedora, puede que la autonóma de menor edad dentro del gremio en la capital.
«La moda y la ropa siempre me han gustado mucho; llevo trabajando en el comercio ya un tiempo como dependienta, desde los 16 años, pero últimamente con contratos muy cortos, incluso de semana y media, hasta que me planteé ponerme por mi cuenta», desgrana desde el mostrador de su establecimiento tras atender a dos clientas que han hecho compra.
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Unos ahorros personales y el «apoyo incondicional» de sus padres han sido fundamentales para que arranque su andadura en la que es su pasión. «Cuando la gente se entera de la edad que tengo me dicen que soy una valiente, la verdad es que un poco sí, pero creo que cada uno tiene que intentar cumplir sus sueños», recalca esta profesional de la venta. Ha cambiado la seguridad de cobrar un sueldo a fin de mes trabajando por cuenta ajena por la incertidumbre que vive un empresario, obligado a hacer caja para afrontar todos los gastos del negocio. «La verdad es que es mucho trabajo, porque no es solo atender al público en la tienda, hay que hacer pedidos, las cuentas... son muchas horas y también muchas preocupaciones, no paro en todo el día», cuenta Desirée Jiménez, quien juega con la ventaja de una ilusión a prueba de bombas.
Sus comienzos al frente de Dea Dama han sido complicados. Reconoce que el negocio está «flojito», pero no va a tirar la toalla, porque para eso ha hecho su puesta, para prosperar. Eligió la calle Regalado, según relata, porque es un eje importante dentro del centro de la capital. «Pasa mucha gente que viene por Teresa Gil desde la plaza de España, además es una calle peatonal que anima a ver el escaparate y a realizar compras», apunta.
Son 1.500 euros de renta por un local de unos 80 metros cuadrados y eso obliga a esmerarse. A las ayudas a los autónomos por la pandemia puestas en marcha por la Administración municipal y autonómica no ha podido llegar, pero sí se ha presentado a otro paquete de subvenciones para el comercio que le podrían ayudar en estos inicios.
Desirée aspira a contar una cartera de clientas variada. «He optado por un modelo de tienda que tenga oferta para todos los públicos, desde una chica joven a una señora mayor, tallas grandes, también complementos de todo tipo...», expone.
Como joven que es, está compaginando la atención presencial en el establecimiento, un trabajo del que disfruta mucho, con la promoción de las prendas que vende a través de las redes sociales. «Tengo Instagram y Facebook, ahí cuelgo fotos con ropa que combino e incluso algunas compradoras han accedido a posar», desvela. De momento, está «muy contenta» y promete mantener la ilusión por un negocio que quiere asentar dentro de la oferta de esta concurrida calle. Detrás están sus padres a los que no deja de agradecer su respaldo «en todo».
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