Durante el mes de febrero se inyectó la primera dosis de AstraZeneca a miles de vallisoletanos pertenecientes a colectivos esenciales (farmacéuticos, fisioterapeutas, profesionales de ayuda a domicilio y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre otros). Y, ahora, cuando se cumplen las doce semanas estipuladas ... inicialmente para recibir el segundo pinchazo, desconocen cuándo llegará y qué vacuna les pondrán. «Estamos contentos con el ritmo de vacunación porque la gerencia ha hecho un esfuerzo enorme para que los farmacéuticos, que hemos estado en primera línea desde que comenzó la pandemia, estuviéramos protegidos, pero ahora nos encontramos en un punto de espera para conocer cuándo se nos pondrá la segunda dosis y de qué vacuna», asegura Alejandro García Nogueiras, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Valladolid.
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Los farmacéuticos menores de 55 años fueron de los primeros en ser convocados para recibir la primera dosis de AstraZeneca. Fue a mediados de febrero, mes en el que se vacunó a más de 1.200 personas trabajadoras de las farmacias, como técnicos, auxiliares y a los propios colegiados. Poco tiempo después se convocó a los demás pensando en el rango de edad y los viales disponibles. La inoculación de la primera dosis se produjo tal y como se había planeado, pero con la segunda no ocurrirá lo mismo después de que el consejo interterritorial acordara la suspensión «por precaución» de la administración de la vacuna en los menores de 60 años.
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García Nogueiras apunta que «el principal problema es que el consejo interterritorial no termina de hacer caso a la Agencia Europea del Medicamento, que dice que hay que inocular la segunda dosis en un tiempo cerrado para conseguir la inmunidad. En una crisis económica se hace caso a los economistas, ¿no? Pues en una crisis sanitaria habrá que obedecer las órdenes de los médicos y abstenerse de estar pensando en política», afirma. En este sentido, admite, resignado, que «no nos queda otra que esperar». «Es cierto que desde la gerencia están atentos, pero el problema es a nivel político. No podemos hacer nada y nos gustaría estar totalmente protegidos cuanto antes porque por nuestras farmacias pasan diariamente miles de personas».
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En la misma situación se encuentra el también farmacéutico Manuel Eduardo Regalado. Su establecimiento se encuentra en el municipio de Villabáñez y asegura que no se pondrá otra vacuna diferente. «No tuve ninguna reacción con la primera dosis, apenas algo de dolor en el brazo, que se me pasó a los dos días, por lo que no considero oportuno estar mezclando medicamentos y solo me pondré la segunda dosis si es de la vacuna de AstraZeneca. Me negaré si deciden ponernos cualquier otra», explica molesto. Cuando recibió el primer pinchazo le informaron que en ocho semanas tendría el ciclo de inmunidad completo porque sería el momento del segundo, pero no fue así. «Nos retrasaron la segunda dosis de 8 a 12 semanas, algo que nos tocó aceptar con resignación, pero ahora nos han informado que se vuelve a retrasar hasta las 16 semanas y que pasado ese tiempo nos comunicarán qué vacuna y cuándo nos la pondrán», manifiesta.
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Otro de los sectores que se encuentra en el limbo es el de los profesionales de la ayuda y atención domiciliaria, que fueron citados el pasado 17 de febrero para ser inmunizados contra la covid, por lo que deberían recibir el segundo pinchazo esta semana, alrededor del 12 de mayo. Angara García es la coordinadora de Ayuda a Domicilio de Sacyr Social, empresa que gestiona este servicio para la Diputación de Valladolid, y asegura que fue a recibir la primera dosis «con muchas ganas, con ilusión y sin una pizca de miedo». Los síntomas de ese pinchazo no se manifestaron en su cuerpo y apenas tuvo algo de dolor en el brazo. Cuando salió, le dijeron que tendría que esperar entre 8 y 12 semanas para el segundo pinchazo, con el que conseguiría la inmunidad completa. «De repente nos han dicho que no nos van a poner la segunda dosis en el tiempo estimado y que se retrasará algunas semanas», explica. La incredulidad pasó a ser incertidumbre y asegura que no sabe qué vacuna van a ponerle. «Nos sentimos auténticos conejillos de indias y solo espero que nos pongan la misma, la de AstraZeneca, porque yo no me pondría ninguna de las otras como segunda dosis. No me genera confianza», afirma con resignación.
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Su compañera de profesión, Ana Isabel Baños, dice sentirse «desamparada». Acudió al primer pinchazo «con toda la ilusión del mundo. Recibí la primera dosis y nada más salir ya estaba deseando que llegase el día para el segundo pinchazo, que nos dijeron que sería en 8 semanas, pero después pasaron a ser 12», explica. Mientras esperaba, continuaba trabajando con personas mayores y dependientes en sus domicilios. «Al primer cambio de fechas no le di importancia, lo que quería era estar inmunizada cuanto antes, pero cuando nos dijeron que se suspendía temporalmente y que ya nos dirían cuándo y qué vacuna nos pondrían se produjo en mí una mezcla de sentimientos. Entiendo que tengan que hacer estudios, pero puede que no sea el mejor momento con tantas personas esperando una decisión y con el tiempo en contra para recibir la segunda dosis dentro del plazo establecido», comenta. Ahora, continúa la espera con el «desconcierto que supone no saber nada y tener que cumplir con las medidas de protección para prevenir contagiarme antes de tener el ciclo de inmunidad completado».
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Los fisioterapeutas viven una situación similar. En su puesto de trabajo en la clínica de fisioterapia Pluvial, en Valladolid, Enrique Ruiz Pérez dedica «bastante tiempo a cada paciente por sesión» y por ello fue considerado trabajador esencial. Recibió la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca el día 3 de marzo y no presentó ninguna reacción adversa tras el pinchazo. «Estaba algo asustado por lo que me habían contado otros compañeros sobre que les había provocado algo de fiebre y malestar, pero no sentí más que un poco de molestia en el brazo», asegura. En cuanto a la decisión de retrasar la inoculación de la segunda dosis, Enrique cree que «no aporta credibilidad sobre la seguridad de las vacunas, porque dijeron que la combinación era mala y ahora están estudiando si es buena. Nos traen locos porque el tiempo corre en nuestra contra». Con la mitad del ciclo de inmunidad completado, este fisioterapeuta continúa atendiendo a pacientes y teniendo un contacto «muy cercano» con ellos. «Nos han puesto la vacuna para que podamos salir de todo esto cuanto antes, pero no tenemos seguridad sobre lo que ocurrirá con nosotros y las segundas dosis», explica desconcertado. Este mes debería recibir ese segundo pinchazo y, sin embargo, no sabe cuándo ni qué vacuna le pondrán. «Si algo tengo claro es que no me voy a poner otra vacuna que no sea AstraZeneca. No quiero que me pongan otra porque no me genera confianza el estar mezclando medicamentos. Creo que, a los que ya tenemos una dosis puesta, deberían darnos a elegir qué marca queremos para agilizar el proceso y porque cada uno tendrá unas preferencias. Estoy seguro de que habrá bastante gente que decidirá no ponerse la segunda dosis si no es de la misma, como yo, que no me siento seguro con esa posibilidad», concluye.
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